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“No puedo imaginarme una mejor conclusión”

“No puedo imaginarme una mejor conclusión”

“No puedo imaginarme una mejor conclusión”

UN PROFESOR de enseñanza secundaria de España escribió: “Los Testigos de Jehová llevan más de cien años dando muestras de una auténtica solidaridad, de una honradez intachable y, por encima de todo, de una fe indestructible”. ¿Qué motivó a este profesor —un ateo declarado— a expresarse así?

Todo empezó cuando a Noemí, estudiante de secundaria y testigo de Jehová, le mandaron hacer una redacción como parte de los exámenes finales, para lo cual eligió el tema “Los triángulos púrpura bajo el dominio nazi”.

¿Por qué ese tema? “Como iba a hacer el trabajo bajo la dirección de un profesor, se me ocurrió que podía aprovechar la ocasión para darle testimonio —explica ella—. La historia de cómo los testigos de Jehová de la Alemania nazi se mantuvieron fieles a sus principios me había conmovido, y pensé que a otros también los conmovería.”

La composición de Noemí impresionó a muchas más personas de las que ella jamás se imaginó. El 5 de octubre de 2002 ganó un premio en un certamen nacional de investigación en ciencias y humanidades. El jurado calificador estaba formado por veinte catedráticos de importantes universidades españolas.

La propia ministra española de Educación y Cultura, Pilar del Castillo, le entregó el premio. Noemí aprovechó la oportunidad para regalarle la videocinta Los testigos de Jehová se mantienen firmes ante el ataque nazi, regalo que la ministra aceptó con gusto.

En Manresa, la ciudad natal de Noemí, el periódico local destacó el triunfo académico de la joven y publicó una reseña de su trabajo. Por su parte, el director del instituto en el que Noemí estudiaba le pidió una copia para incluirla en la conmemoración del 75 aniversario del centro docente.

“No puedo imaginarme una mejor conclusión a mis estudios de secundaria —exclamó Noemí—. Me puse muy contenta cuando leí las palabras que mi profesor, don Jorge Tomás Calot, escribió en el prólogo de mi redacción:

”‘Yo, que soy ateo [...], desearía un convencimiento absoluto de la existencia de este Ser Supremo que contagia a sus seguidores del más genuino “amor al prójimo”.’”