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Padres, eduquen a sus hijos con amor

Padres, eduquen a sus hijos con amor

Padres, eduquen a sus hijos con amor

“Efectúense todos sus asuntos con amor.” (1 CORINTIOS 16:14.)

1. ¿Cómo se sienten la mayoría de los padres al tener un hijo?

LA MAYORÍA de las personas incluyen el nacimiento de los hijos entre los acontecimientos más felices de su vida. “Ver por primera vez a mi hija después del parto fue algo maravilloso —explica una madre llamada Aleah—. Nunca había visto una niña tan hermosa.” Pero, por alegre que sea para los padres dicha ocasión, no deja de crearles ansiedad. Así lo reconoce el esposo de Aleah: “Lo que más me preocupaba era si sería capaz de preparar bien a mi hija para los problemas de la vida”. Muchos padres comparten esa misma inquietud y comprenden que tienen el deber de educar a sus hijos con amor. Y ese es un deber que presenta dificultades especiales para los cristianos. ¿Cuáles son algunas de ellas?

2. ¿A qué dificultades se enfrentan los padres?

2 Hoy vivimos muy adentrados en los últimos días. Tal como estaba profetizado, en la sociedad actual es frecuente que el amor brille por su ausencia. Aun dentro de las familias, muchos carecen de “cariño natural” y de “autodominio” y son “desagradecidos, desleales” y “feroces” (2 Timoteo 3:1-5). Al convivir día a día con personas así, es posible que acabemos imitando su mal ejemplo en el trato que damos a nuestra propia familia. Además, los padres luchan con la imperfección heredada de Adán, que les lleva a perder los estribos, decir cosas que no quieren y cometer errores de juicio (Romanos 3:23; Santiago 3:2, 8, 9).

3. ¿Cómo logran los padres que sus hijos sean felices?

3 A pesar de estas dificultades, los padres pueden lograr que sus hijos sean personas felices y espirituales. ¿Cómo? Aplicando el siguiente consejo de la Biblia: “Efectúense todos sus asuntos con amor” (1 Corintios 16:14). Sin duda, el amor sirve de “vínculo perfecto de unión” (Colosenses 3:14). En su primera carta a los Corintios, el apóstol Pablo habla de las características del amor. Examinemos tres de ellas y veamos cómo pueden ayudarnos en la educación de los hijos (1 Corintios 13:4-8).

La necesidad de tener paciencia y aguante

4. ¿Por qué necesitan los padres tener paciencia y aguante?

4 Pablo indicó la primera característica cuando escribió: “El amor es sufrido” (1 Corintios 13:4). El verbo griego que se traduce “es sufrido” transmite la idea de tener paciencia y aguante y no enojarse fácilmente. ¿Por qué deben los padres adoptar esa actitud? Como bien saben la mayoría de ellos, existen muchas razones. Pensemos en algunas. Los niños no suelen contentarse con pedir una sola vez lo que quieren. Aunque sus padres les den un rotundo “no”, siguen insistiendo, con la esperanza de hacerlos cambiar de opinión. Cuando llegan a la adolescencia, presentan mil razones para que les dejen hacer cosas que son una locura (Proverbios 22:15). Y como todo el mundo, los chicos tropiezan una y otra vez con la misma piedra (Salmo 130:3).

5. ¿Qué ayudará a los padres a demostrar paciencia y aguante?

5 ¿Qué ayudará a los padres a demostrar paciencia y aguante? Tener presentes estas palabras del rey Salomón: “La perspicacia del hombre ciertamente retarda su cólera” (Proverbios 19:11). Para poder comprender por qué sus hijos actúan como lo hacen, el padre perspicaz debe recordar que en un tiempo él también “hablaba como pequeñuelo, pensaba como pequeñuelo, razonaba como pequeñuelo” (1 Corintios 13:11). Padres, ¿qué puede decirse de ustedes? ¿No se ponían impertinentes a veces para lograr que su padre o su madre cediera a sus peticiones infantiles? Y al llegar a la adolescencia, ¿no hubo momentos en que pensaron que ninguno de ellos entendía cómo se sentían ustedes ni los problemas por los que estaban pasando? En tal caso, no les costará trabajo comprender por qué se comportan así sus hijos y por qué necesitan que, con mucha paciencia, les recuerden continuamente las normas que rigen en el hogar (Colosenses 4:6). Es digno de mención lo que tenían que hacer los israelitas con las leyes divinas. Jehová les indicó que debían “inculcarlas” en sus hijos (Deuteronomio 6:6, 7). El verbo hebreo traducido “inculcar” significa “grabar”, “repetir, decir una y otra vez”. Así que los padres tendrán que insistir en diversas ocasiones sobre el mismo asunto para que sus hijos aprendan a aplicar las leyes divinas. Y es preciso que recalquen de igual modo otras lecciones de la vida.

6. ¿Por qué no es lo mismo ser pacientes con los hijos que consentirles todo?

6 Ahora bien, el que los padres sean pacientes con sus hijos no quiere decir que les consientan todo. Un proverbio bíblico hace esta advertencia: “El muchacho que se deja a rienda suelta causará vergüenza a su madre”. Y ese mismo proverbio indica cómo impedir que esto ocurra: “La vara y la censura son lo que da sabiduría” (Proverbios 29:15). En ocasiones, los hijos van a cuestionar el derecho de sus padres a corregirlos. Pero las familias cristianas no son una democracia: para poder aplicar sus normas, los padres no tienen que pedir permiso a los hijos. Jehová, quien es el Cabeza supremo de las familias, ha delegado en ellos la autoridad de educar y disciplinar con amor (1 Corintios 11:3; Efesios 3:15; 6:1-4). En realidad, la disciplina guarda relación directa con la siguiente característica del amor que menciona Pablo.

Cómo disciplinar con amor

7. ¿Qué pueden lograr los buenos padres disciplinando a sus hijos, y qué incluye la disciplina?

7 Pablo sigue diciendo: “El amor es [...] bondadoso” (1 Corintios 13:4). Los buenos padres disciplinarán a sus hijos de forma coherente y bondadosa. Así imitarán a Jehová, quien —según indica el apóstol Pablo— “disciplina a quien ama”. No obstante, hay que señalar que la disciplina que menciona la Biblia no se limita al castigo, sino que se centra en la educación y formación para la vida. ¿Qué propósito tiene esa disciplina? Pablo contesta: “A los que han sido entrenados por ella, da fruto pacífico, a saber, justicia” (Hebreos 12:6, 11). Por lo tanto, ¿qué logran los padres que enseñan a sus hijos con bondad y de acuerdo con las instrucciones divinas? Prepararlos para que de adultos amen la paz y la justicia. Si los hijos aceptan “la disciplina de Jehová”, adquirirán sabiduría, conocimiento y discernimiento, cualidades mucho más valiosas que el oro y la plata (Proverbios 3:11-18).

8. ¿Cómo suelen ser los hijos que no han recibido disciplina?

8 Por otro lado, no es ninguna muestra de bondad privar a los hijos de la disciplina que necesitan. Jehová inspiró a Salomón para que escribiera estas palabras: “El que retiene su vara odia a su hijo, pero el que lo ama es el que de veras lo busca con disciplina” (Proverbios 13:24). Según muestran los estudios, los hijos que se crían sin disciplina coherente suelen ser egoístas e infelices. Sin embargo, los que viven en hogares donde los comprenden y, al mismo tiempo, les ponen límites firmes aprovechan más la educación escolar, tienen mejores relaciones sociales y son más felices en líneas generales. Como vemos, cuando los padres disciplinan a sus hijos, en realidad los están tratando con bondad.

9. ¿Qué enseñan los padres cristianos a sus hijos, y qué deben dejarles claro?

9 Pero ¿qué deben hacer los padres cristianos para disciplinar a sus hijos con amor y bondad? Deben enseñarles claramente qué normas tienen que cumplir. Por ejemplo, desde su más tierna infancia, les enseñarán que deben obedecer los principios bíblicos fundamentales y participar en las diversas facetas de la adoración verdadera (Éxodo 20:12-17; Mateo 22:37-40; 28:19; Hebreos 10:24, 25). Tienen que dejarles claro que esas normas cristianas no admiten discusión.

10, 11. Al establecer reglas para la familia, ¿por qué pueden tenerse en cuenta las inquietudes de los hijos?

10 En ocasiones, los padres deciden que la familia entera llegue a un acuerdo sobre algunas normas que se seguirán en el hogar. Si se les permite intervenir en el diálogo, es muy probable que los jóvenes estén más dispuestos a obedecer. Por ejemplo, si se ve la necesidad de fijar la hora de volver a casa, una opción es que la determinen directamente los padres. Otra opción es que los chicos señalen primero la hora de su preferencia y luego los padres la suya, explicando en ambos casos qué razones tienen. ¿Y si no coinciden las dos opiniones, como es muy probable que ocurra? A veces es posible acceder a los deseos de los hijos, siempre que no haya principios bíblicos en juego. Ahora bien, ¿no sería eso desentenderse y no ejercer la autoridad parental?

11 Para contestar esa pregunta, repasemos la forma tan amorosa en la que Jehová ejerció su autoridad en el caso de Lot, su esposa y sus hijas. Los ángeles los acompañaron fuera de la ciudad de Sodoma y le dijeron a Lot: “¡Escapa a la región montañosa por temor de que seas barrido!”. Sin embargo, él replicó: “¡Eso no, por favor, Jehová!”. Luego sugirió otra alternativa: “Ahora, por favor, esta ciudad está cerca para huir allá, y es cosa pequeña. Permítaseme, por favor, escapar allá”. ¿Cómo respondió Jehová? Le dijo: “Mira que verdaderamente te muestro consideración hasta este grado también” (Génesis 19:17-22). ¿Se había desentendido Jehová y no estaba ejerciendo su autoridad? ¡Ni mucho menos! Sencillamente, había escuchado la petición de Lot y había decidido ser aún más considerado con él. Padres, cuando vayan a establecer reglas para la familia, ¿habrá ocasiones en las que puedan tener en cuenta las inquietudes de sus hijos?

12. ¿Qué contribuirá a que los hijos se sientan más seguros?

12 Además de las reglas, los hijos tienen que saber las consecuencias de desobedecerlas. Y una vez que comprendan a qué se exponen, hay que hacer valer las normas de la familia. No se les hace ningún favor si siempre se les advierte del castigo y luego nunca se aplica. “Por cuanto la sentencia contra una obra mala no se ha ejecutado velozmente, por eso el corazón de los hijos de los hombres ha quedado plenamente resuelto en ellos a hacer lo malo.” (Eclesiastés 8:11.) Claro, los padres bondadosos tal vez decidan no aplicar el castigo en público o cuando el joven está con sus compañeros, pues no quieren avergonzarlo. Ahora bien, los hijos tienen que saber que cuando los padres les dicen “sí”, quieren decir que sí, y cuando les dicen “no”, quieren decir que no, y esto incluye las advertencias de que serán castigados (Mateo 5:37). Entender este hecho contribuirá a que se sientan más seguros y a que respeten y quieran más a sus padres.

13, 14. ¿Cómo pueden imitar a Jehová los padres al educar a sus hijos?

13 Además, los padres bondadosos adaptarán a las necesidades de cada hijo el castigo y la forma de administrarlo. Una madre llamada Pam recuerda la situación en su familia: “Nuestras dos hijas necesitaban que las disciplináramos de forma diferente. Lo que funcionaba con una no tenía ningún efecto en la otra”. Su esposo, Larry, agrega: “La mayor tenía un carácter muy fuerte y parece que solo respondía bien si éramos muy estrictos con ella. Sin embargo, la menor reaccionaba enseguida cuando le hablábamos con firmeza o incluso cuando le lanzábamos una mirada de reproche”. Sin duda, los padres bondadosos tratan de descubrir cuáles son las medidas que funcionan mejor con cada hijo.

14 Jehová es el mejor ejemplo para los padres, ya que conoce bien los puntos fuertes y débiles de cada uno de sus siervos (Hebreos 4:13). Asimismo, cuando administra castigo, no es ni excesivamente severo ni demasiado tolerante. Más bien, siempre disciplina a su pueblo en el “grado debido” (Jeremías 30:11). Padres, ¿conocen los defectos y virtudes de sus hijos, y los tienen en cuenta para educarlos con bondad? Si así es, están demostrando cuánto los quieren.

Fomenten la franqueza

15, 16. ¿Cómo se favorece la comunicación franca, y qué estrategias les han dado buenos resultados a algunos padres cristianos?

15 Otra característica del amor es que “no se regocija por la injusticia, sino que se regocija con la verdad” (1 Corintios 13:6). ¿Cómo puede enseñarse al hijo a amar la justicia y la verdad? Un paso fundamental es animarlo a expresar sus sentimientos con franqueza, aunque lo que diga no sea agradable. Como es natural, los padres se alegrarán si sus comentarios revelan ideas y sentimientos que armonizan con los principios justos. Sin embargo, a veces oirán palabras sinceras que evidenciarán cierta inclinación a la injusticia (Génesis 8:21). ¿Cómo responderán en un caso así? Su reacción espontánea pudiera ser castigarlo de inmediato por decir esas cosas. Ahora bien, si actúan de ese modo, el hijo aprenderá enseguida a decir únicamente lo que cree que será del agrado de sus padres. Claro, si les habla con falta de respeto, los padres deben corregirlo cuanto antes, pero una cosa es enseñarle a comunicarse con educación y otra muy distinta obligarle a responder como ellos quieren.

16 ¿Cómo se favorece la comunicación franca? Aleah, madre mencionada al principio, explica: “Hemos creado una atmósfera de diálogo abierto. Para lograrlo, procuramos no hacer un drama cada vez que nuestros hijos mencionan algo inquietante”. Y un padre llamado Tom señala: “Animamos a nuestra hija a que sea sincera con nosotros, aunque tenga que decirnos cosas que no estén de acuerdo con nuestra manera de pensar. Nos parece que si siempre la interrumpimos y le imponemos nuestra opinión, se sentirá incómoda y se negará a abrirnos su corazón. Además, escuchándola a ella la animamos a escucharnos a nosotros”. Es cierto que los hijos deben obedecer a los padres (Proverbios 6:20). Sin embargo, para ayudarles a razonar por sí solos es muy útil la buena comunicación. Vincent, padre de cuatro hijas, comenta: “Muchas veces analizábamos a fondo los pros y los contras de una situación; de este modo nuestras hijas podían ver por ellas mismas lo que daba mejores resultados. Así aprendieron a pensar bien las cosas” (Proverbios 1:1-4).

17. ¿Qué seguridad pueden tener los padres?

17 Como es obvio, no hay nadie que pueda seguir a la perfección los consejos de la Biblia sobre la crianza de los hijos. Pero ustedes, padres, pueden tener la seguridad de que sus hijos apreciarán mucho que se preocupen por educarlos con paciencia y aguante, así como con bondad y amor. Sin duda alguna, Jehová los bendecirá por haberse esforzado tanto (Proverbios 3:33). Ahora bien, lo que más quieren los padres cristianos es que sus hijos lleguen a amar a Jehová tanto como ellos. ¿Cómo pueden alcanzar este noble objetivo? En el siguiente artículo veremos algunos métodos para lograrlo.

¿Recuerda estos puntos?

• ¿Por qué les cuesta menos demostrar aguante y paciencia a los padres perspicaces?

• ¿Qué relación hay entre la bondad y la disciplina?

• ¿Por qué es fundamental que padres e hijos se comuniquen con franqueza?

[Preguntas del estudio]

[Ilustraciones de la página 23]

Padres, ¿recuerdan cómo eran ustedes de niños?

[Ilustración de la página 24]

¿Contribuyen a que sus hijos sean francos con ustedes?