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Los ministros de Dios debemos tener buenos modales

Los ministros de Dios debemos tener buenos modales

Los ministros de Dios debemos tener buenos modales

“Háganse imitadores de Dios.” (EFE. 5:1)

1, 2. a) ¿Por qué son importantes los buenos modales? b) ¿Qué veremos en este artículo?

LA EXPERTA en etiqueta Sue Fox recalcó la importancia de la conducta respetuosa con estas palabras: “Los buenos modales no son algo de lo que podamos prescindir de vez en cuando. Hay que ser amables en todo momento y en todo lugar. Eso siempre funcionará”. Las personas corteses no suelen tener problemas con los demás, y los pocos que tienen, los resuelven pronto. Pero lo contrario también es cierto: los malos modos producen conflictos, rencores y amarguras.

2 Los cristianos verdaderos nos caracterizamos por ser corteses. Aun así, debemos estar alerta para no adoptar los malos modales que tan comunes son hoy día. En este artículo veremos principios bíblicos que nos ayudan a rechazar las malas actitudes del mundo y atraen a la gente a la adoración pura. A fin de comprender lo que implica la cortesía, analicemos el ejemplo de Jehová y el de su Hijo.

Jehová y su Hijo: ejemplos de bondad y cortesía

3. ¿Qué ejemplo de bondad y cortesía tenemos en Jehová?

3 Jehová es un dechado perfecto de bondad y cortesía. A pesar de ser el Soberano del universo, trata a los seres humanos con amor y respeto. Por ejemplo, al dirigirse tanto a Abrahán como a Moisés empleó un término hebreo que puede traducirse con la expresión “por favor” (Gén. 13:14; Éxo. 4:6). Cuando sus siervos cometen errores, él es “misericordioso y benévolo, tardo para la cólera y abundante en bondad amorosa y apego a la verdad” (Sal. 86:15). ¡Qué diferente de algunas personas, que pierden los estribos cuando los demás no cumplen sus expectativas!

4. ¿Cómo podemos imitar a Jehová cuando otros nos hablan?

4 Jehová también demuestra su amabilidad por la forma en que escucha a los seres humanos. Cuando Abrahán le hizo preguntas relacionadas con los habitantes de Sodoma, las fue respondiendo pacientemente (Gén. 18:23-32). Dios no consideró que tomar en cuenta las preocupaciones de Abrahán fuera una pérdida de tiempo. Él escucha las oraciones de sus siervos y la súplica del arrepentido (léase Salmo 51:11, 17). ¿Verdad que deberíamos imitarlo escuchando atentamente a quienes nos hablan?

5. ¿Cómo mejorarán nuestras relaciones con los demás si imitamos la amabilidad de Jesús?

5 La amabilidad es una de las muchas cualidades que Jesucristo aprendió de su Padre. Aunque su ministerio le exigía mucho tiempo y energías, siempre fue paciente y cortés. En todo momento estuvo dispuesto a ayudar a los más desfavorecidos, como los leprosos, los ciegos y los mendigos. Aun cuando la ocasión no fuera la más oportuna, no dejaba de atenderlos. Con frecuencia interrumpía lo que estaba haciendo para socorrer a los afligidos. También mostró extraordinaria consideración a quienes pusieron su fe en él (Mar. 5:30-34; Luc. 18:35-41). Si seguimos su ejemplo siendo amables y serviciales, nuestros familiares, vecinos y otras personas lo notarán. Además, glorificaremos a Jehová con nuestra conducta y seremos más felices.

6. ¿Qué ejemplo de afecto y bondad nos puso Jesús?

6 Los líderes religiosos judíos consideraban que quienes no conocían la Ley eran “unos malditos” y los trataban como tales (Juan 7:49). Pero Jesús fue muy diferente; él respetaba a los demás y lo demostró llamándolos por su nombre, como hizo con Marta, María, Zaqueo y muchos otros (Luc. 10:41, 42; 19:5). Es cierto que la cultura o las circunstancias dictan cómo hay que dirigirse a los demás, pero los siervos de Jehová siempre se esfuerzan por tratarse con afecto. * No permiten que las diferencias de clase les impidan mostrar a sus hermanos y a otras personas el respeto que se merecen (léase Santiago 2:1-4).

7. ¿Cómo nos ayudan los principios bíblicos a ser corteses sin importar dónde vivamos?

7 Dios y su Hijo tratan con bondad a personas de todas las naciones y razas. Eso las dignifica, y además atrae a quienes tienen sed de la verdad. Claro está, lo que se considera buenos modales difiere de un sitio a otro. Por eso, en vez de seguir un protocolo estricto, nos guiamos por los principios bíblicos, los cuales nos permiten ser flexibles y tratar con respeto a los demás, sin importar dónde vivamos. A continuación veremos cómo puede la cortesía hacer más productivo nuestro ministerio cristiano.

El saludo y la conversación

8, 9. a) ¿Qué hábito podría considerarse de mala educación? b) ¿Qué efecto deben tener las palabras de Mateo 5:47 en nuestra forma de tratar a los demás?

8 En la vida tan acelerada que hoy día es común en muchos lugares, no es raro que dos personas se crucen sin siquiera decirse “hola” o “buenos días”. Por supuesto, no se espera que vayamos saludando a todo el que encontremos en una calle concurrida. Sin embargo, hay muchas otras situaciones en que saludar es apropiado y aconsejable. ¿Tiene usted la costumbre de saludar? ¿O sigue caminando sin sonreír ni decir palabra? Aun sin quererlo, alguien podría adquirir este mal hábito, que en realidad demuestra falta de educación.

9 Jesús preguntó: “Si saludan a sus hermanos solamente, ¿qué cosa extraordinaria hacen? ¿No hace la misma cosa también la gente de las naciones?” (Mat. 5:47). Respecto a la importancia del saludo, el asesor Donald Weiss escribió: “A nadie le cae bien que los demás pasen de largo sin mirarlo siquiera. Realmente no hay excusa que logre apaciguar a quienes hemos pasado por alto. La solución es sencilla: salude a los demás y hable con ellos”. En efecto: si tenemos cuidado de no tratar con frialdad o indiferencia a quienes nos rodean, obtendremos buenos resultados.

10. ¿Cómo pueden los buenos modales hacer más productivo nuestro ministerio? (Véase el recuadro  “Empiece con una sonrisa”.)

10 Veamos el caso de Tom y Carol, un matrimonio cristiano que vive en una gran ciudad de Norteamérica. Ellos procuran iniciar conversaciones agradables con sus vecinos a fin de tener buenos resultados en el ministerio. Refiriéndose a Santiago 3:18, Tom dice: “Tratamos de ser amigables con la gente. Nos acercamos a los que vemos fuera de sus hogares y a los que trabajan en el vecindario. Les sonreímos, los saludamos y les hablamos de lo que les interesa: los hijos, sus perros, sus casas, el empleo... A la larga, nos ven como sus amigos”. Carol añade: “En otra ocasión les damos nuestro nombre y les preguntamos el suyo. Les decimos lo que estamos haciendo en el vecindario, pero tratamos de ser breves. Con el tiempo, podemos hablarles más acerca de las buenas nuevas”. De esta manera, Tom y Carol se han ganado la confianza de muchas personas. Un buen número de ellas ha aceptado publicaciones bíblicas, y algunas han manifestado un sincero interés por la verdad.

Cuando no es fácil ser cortés

11, 12. ¿Por qué no nos sorprende que nos traten con rudeza cuando predicamos, y cómo debemos responder en esas situaciones?

11 A veces, las personas a las que predicamos nos tratan con rudeza. Eso no nos sorprende, pues Jesús dio esta advertencia a sus discípulos: “Si ellos me han perseguido a mí, a ustedes también los perseguirán” (Juan 15:20). No obstante, responder con aspereza a los comentarios despectivos podría agravar la situación. ¿Cómo deberíamos reaccionar, entonces? El apóstol Pedro escribió: “Santifiquen al Cristo como Señor en su corazón, siempre listos para presentar una defensa ante todo el que les exija razón de la esperanza que hay en ustedes, pero haciéndolo junto con genio apacible y profundo respeto” (1 Ped. 3:15). Así es, una respuesta amable, apacible y respetuosa puede suavizar la actitud de quienes nos insultan (Tito 2:7, 8).

12 ¿Podemos prepararnos para reaccionar como Dios desea cuando recibamos comentarios negativos? Claro que sí. Pablo nos da esta recomendación: “Que su habla siempre sea con gracia, sazonada con sal, para que sepan cómo deben dar una respuesta a cada uno” (Col. 4:6). Si nos acostumbramos a ser corteses con nuestra familia, con los compañeros de trabajo y de estudios, con los hermanos y con los vecinos, estaremos mejor preparados para afrontar las burlas y los insultos de una manera digna de un cristiano (léase Romanos 12:17-21).

13. ¿Qué ejemplo muestra que la cortesía puede suavizar la actitud de quienes se oponen a nuestra obra?

13 Veamos un ejemplo que demuestra que los buenos modales surten efecto en situaciones difíciles. En Japón, un vecino y un señor que lo estaba visitando se burlaron de un Testigo que llamó a la puerta. En vez de dejarse provocar, el hermano se despidió cortésmente y se marchó. Continuó predicando en el territorio, pero entonces se dio cuenta de que el visitante lo observaba a poca distancia. Cuando el Testigo se le acercó, el señor le dijo: “Creo que le debo una disculpa. Aunque lo tratamos mal, noté que usted siguió sonriendo. ¿Qué tengo que hacer para ser así?”. Este hombre estaba totalmente desesperanzado, pues había perdido su empleo, y su madre acababa de fallecer. El Testigo le ofreció un estudio bíblico, y él lo aceptó. En poco tiempo ya estudiaba la Biblia dos veces por semana.

El mejor modo de aprender buenos modales

14, 15. ¿Cómo educaban a sus hijos los siervos de Dios de tiempos bíblicos?

14 Los siervos de Dios de tiempos bíblicos se aseguraban de que sus hijos aprendieran las normas básicas de cortesía en el hogar. Fíjese en la amabilidad y cariño con que Abrahán e Isaac se dirigieron el uno al otro en Génesis 22:7. En el caso de José también se hizo patente que sus padres lo habían educado bien, pues cuando estuvo encarcelado fue cortés incluso con los demás prisioneros (Gén. 40:8, 14). Y su manera de dirigirse al faraón demuestra que había aprendido cómo comportarse ante personas de alto rango (Gén. 41:16, 33, 34).

15 Uno de los Diez Mandamientos que Jehová dio a los israelitas es este: “Honra a tu padre y a tu madre para que resulten largos tus días sobre el suelo que Jehová tu Dios te da” (Éxo. 20:12). Un modo de honrar a los padres era siendo respetuoso con ellos. Por ejemplo, la hija de Jefté demostró un respeto sobresaliente por su padre cumpliendo con el voto que él había hecho, a pesar del gran sacrificio que eso significó para ella (Jue. 11:35-40).

16-18. a) ¿Cómo pueden los padres enseñar buenos modales a los hijos? b) Mencione algunos beneficios de enseñar buenos modales a los hijos.

16 Es fundamental enseñar buenos modales a los hijos. Para relacionarse bien con la gente cuando sean adultos, los niños tienen que aprender cómo contestar el teléfono, saludar a los visitantes y comportarse a la mesa. Hay que ayudarles a comprender por qué deben sostenerles la puerta a otras personas, ser bondadosos con los mayores o enfermos y ofrecerse a ayudar a quienes llevan paquetes pesados. Deben entender la importancia de pedir las cosas con amabilidad, dar las gracias, disculparse y así por el estilo.

17 Enseñar buenos modales a los hijos no tiene por qué ser difícil. El mejor modo es darles el ejemplo. Kurt, de 25 años, explica cómo aprendieron a ser educados él y sus tres hermanos: “Veíamos la bondad con que se hablaban papá y mamá, y la paciencia y consideración con que trataban a los demás. Antes y después de las reuniones, papá iba a hablar con los hermanos mayores y siempre me llevaba con él. Yo observaba cómo los saludaba y el gran respeto que sentía por ellos”. Kurt agrega: “Con el tiempo adquirí esos mismos modales. Tratar a la gente con cortesía se volvió algo natural en mí. Ya no lo hago porque deba hacerlo, sino porque deseo hacerlo”.

18 ¿Qué sucederá si se enseñan buenos modales a los hijos? Lo más seguro es que podrán hacer amigos y llevarse bien con los demás. Además, estarán mejor preparados para el futuro, pues sabrán relacionarse con patronos y compañeros de trabajo. Y, desde luego, los hijos que se comportan con corrección y amabilidad llenan de orgullo y alegría a sus padres (léase Proverbios 23:24, 25).

Los buenos modales nos diferencian del mundo

19, 20. ¿Por qué debemos resolvernos a imitar a nuestro bondadoso Dios y a su Hijo?

19 “Háganse imitadores de Dios, como hijos amados”, escribió Pablo (Efe. 5:1). Si queremos copiar el ejemplo de Jehová y su Hijo, debemos aplicar principios bíblicos tales como los citados en este artículo. De ese modo evitaremos caer en la hipocresía de ser corteses solo por conveniencia, por ejemplo para ganarnos el favor de nuestros superiores o conseguir algún beneficio material (Jud. 16).

20 En los últimos días de su malvada dominación, Satanás está decidido a eliminar los valores que Jehová ha establecido, como el respeto a los demás. Pero jamás podrá acabar con los buenos modales de los cristianos verdaderos. Por eso, resolvámonos a seguir el sobresaliente ejemplo de bondad que Dios y su Hijo nos han puesto. De ese modo, nuestra manera de hablar y comportarnos nos diferenciará claramente de quienes prefieren actuar con rudeza. Además, nuestra conducta alabará el nombre de Jehová y atraerá a las personas sinceras a la adoración pura.

[Nota]

^ párr. 6 En algunas culturas, es muestra de mala educación que una persona se dirija a otra mayor que ella por su nombre de pila, a menos que se le invite a hacerlo. Los cristianos hacen bien en respetar tales costumbres.

¿Lo recuerda?

• ¿Qué ejemplo de bondad y cortesía tenemos en Jehová y en su Hijo?

• ¿Por qué habla bien de un cristiano el hecho de que salude afectuosamente a los demás?

• ¿Cómo puede la cortesía hacer más productivo nuestro ministerio?

• ¿Cómo pueden los padres enseñarles buenos modales a sus hijos?

[Preguntas del estudio]

[Recuadro de la página 27]

 Empiece con una sonrisa

Muchas personas son reacias a hablar con desconocidos. Sin embargo, por amor a Dios y a su prójimo, los testigos de Jehová se esfuerzan sinceramente por aprender a iniciar conversaciones con la gente, pues desean enseñarle las verdades de la Biblia. ¿Qué lo ayudará a mejorar en este campo?

El principio enunciado en Filipenses 2:4 es realmente valioso, pues nos anima a “no vigila[r] con interés personal solo [nuestros] propios asuntos, sino también [...] los de los demás”. Veámoslo desde el punto de vista de nuestro interlocutor: como para él somos unos extraños, tal vez se sienta inquieto. ¿Qué podemos hacer para tranquilizarlo? Una sonrisa afectuosa y un saludo amigable serán útiles, pero eso no basta.

Al tratar de iniciar una conversación con alguien, es posible que interrumpamos sus pensamientos. Si no nos interesamos por lo que le preocupa y tratamos de que hable sobre el tema que nosotros proponemos, quizá no responda bien. Por lo tanto, si usted nota algo que le permita suponer en qué estaba pensando la persona, ¿por qué no intenta usarlo para comenzar la conversación? Eso es lo que hizo Jesús cuando se encontró con una mujer en un pozo de Samaria (Juan 4:7-26). Ella estaba pensando en sacar agua, así que Jesús se puso a hablarle de ese tema y no tardó en entablar una animada conversación sobre asuntos espirituales.

[Ilustraciones de la página 26]

Si somos amigables con las personas, quizá podamos darles un buen testimonio

[Ilustración de la página 28]

Siempre hay que mostrar buenos modales