Ir al contenido

Ir al índice

Cómo ayudar a los hijos a enfrentar sus problemas

Cómo ayudar a los hijos a enfrentar sus problemas

Cómo ayudar a los hijos a enfrentar sus problemas

NUESTROS jóvenes se hallan bajo mucha presión. Están expuestos al espíritu del mundo perverso de Satanás y tienen que luchar con “los deseos que acompañan a la juventud” (2 Tim. 2:22; 1 Juan 5:19). Y por si fuera poco, como hacen todo lo posible por ‘acordarse de su Magnífico Creador’, tienen que aguantar las burlas —y hasta el acoso— de quienes desprecian sus creencias (Ecl. 12:1). Un cristiano llamado Víctor recuerda lo siguiente de su época escolar: “Siempre había alguien hostigándome, acosándome o provocándome por el hecho de ser Testigo. Muchas veces la presión era tanta que no quería ir a la escuela”. *

Además de las presiones del mundo, nuestros jóvenes posiblemente tengan que luchar también contra su propio deseo de ser como los demás. “No es agradable que te consideren rara”, dice una adolescente llamada Katy. Alan, un Testigo joven, admite: “Mis compañeros me invitaban a menudo a salir con ellos los fines de semana, y la verdad es que yo quería ir”. A otros les encantaría participar en las competiciones deportivas de la escuela, pero como eso los expondría a las malas compañías, no lo hacen. “Me apasionan los deportes —comenta Tania—. Los entrenadores de la escuela siempre me insistían para que jugara en el equipo. Me costaba mucho decir que no.”

Padres, ¿cómo pueden ayudar a sus hijos a enfrentarse a tantos problemas? Jehová les ha dado a ustedes la comisión de guiarlos (Pro. 22:6; Efe. 6:4). Su objetivo debe ser implantar en el corazón de ellos el deseo de obedecer a Jehová (Pro. 6:20-23). De ese modo resistirán voluntariamente las presiones del mundo aun cuando ustedes no estén delante.

No es nada fácil ganarse la vida, criar una familia y atender los asuntos de la congregación, todo al mismo tiempo. Y encima, algunos tienen que hacerlo sin el apoyo de un cónyuge o pese a la oposición de su cónyuge no creyente. Pero eso no es todo: Jehová espera que los padres también dediquen tiempo a sus hijos para ofrecerles guía y apoyo. Siendo así, ¿cómo pueden ayudarlos a resistir la presión de grupo, el acoso y las tentaciones que enfrentan diariamente?

La importancia de la relación personal con Jehová

En primer lugar, nuestros jóvenes necesitan ver a Jehová como alguien real. Pero requieren ayuda para “[ver] a Aquel que es invisible” (Heb. 11:27). Víctor, mencionado antes, explica que sus padres le ayudaron a desarrollar una relación personal con Jehová. “Me enseñaron la importancia de orar —comenta—. Recuerdo que, desde muy pequeñito, oraba todas las noches antes de acostarme. Jehová era muy real para mí.” ¿Oran ustedes con sus hijos? ¿Escuchan las oraciones que le hacen a Jehová? ¿Se limitan ellos a repetir siempre lo mismo? ¿Reflejan sus oraciones lo que sienten por Jehová? Si ustedes escuchan sus oraciones, percibirán si sus hijos están progresando espiritualmente.

La lectura personal de la Biblia es otra forma de acercarse más a Jehová. Katy, mencionada anteriormente, cuenta: “Leer la Biblia entera de jovencita me ayudó a convencerme de que, aunque otros estuvieran en mi contra, contaba con el apoyo de Jehová”. ¿Tienen sus hijos un programa personal de lectura de la Biblia? (Sal. 1:1-3; 77:12.)

Es cierto que cada hijo responde de forma distinta a la dirección de sus padres y que la edad puede influir en el progreso espiritual. Pero sin dirección, a los jóvenes les resultará difícil llegar a ver a Jehová como una persona real. Los padres deben inculcar en ellos lo que Dios dice para que, dondequiera que estén, tengan presente el punto de vista divino (Deu. 6:6-9). Sus hijos han de tener la certeza de que Jehová se interesa por ellos.

Comunicación de calidad

La buena comunicación con los hijos es clave para ayudarlos. Va más allá de solamente hablar con ellos: abarca hacer preguntas y escuchar con paciencia sus respuestas, aunque estas no sean las que ustedes hubieran querido oír. Anne, madre de dos chicos, dice: “Les hago preguntas hasta que logro entender lo que piensan y los problemas que afrontan”. ¿Sienten sus hijos que ustedes los escuchan? Tania, citada antes, explica: “Mis padres me prestaban mucha atención y se acordaban de lo que yo les decía. Sabían cómo se llamaban mis compañeros de clase y hasta me preguntaban por ellos y por algunas situaciones de las que habíamos hablado antes”. De modo que para una comunicación de calidad hace falta escuchar y recordar.

Muchas familias han comprobado que las horas de las comidas son propicias para este tipo de comunicación. “Para nosotros era muy importante comer juntos —explica Víctor—. Se esperaba que, en lo posible, toda la familia estuviera sentada a la mesa. Mientras comíamos, no podíamos ver la televisión ni escuchar la radio ni leer. Pero como nuestras conversaciones eran amenas, las horas de las comidas eran momentos de calma que me ayudaban a desconectarme del desorden, la confusión y las presiones de la escuela.” Y añade: “Dado que estaba acostumbrado a hablar con mis padres a la hora de comer, no me costaba contarles asuntos más serios”.

Pregúntense: “¿Cuántas veces a la semana comemos en familia?”. Seguramente concordarán en que mientras más lo hagan, mejor será la comunicación con sus hijos.

El valor de las sesiones de práctica

Llevar a cabo semanalmente la adoración en familia también contribuye a la comunicación de calidad y ayuda a los jóvenes a afrontar problemas concretos. Alan, ya mencionado, recuerda: “Mis padres aprovechaban el estudio de familia para sondearnos. Escogían temas acordes con las situaciones que atravesábamos”. La madre de Alan cuenta: “Dedicábamos parte del estudio de familia a realizar sesiones de práctica. Aquellas sesiones prepararon a nuestros hijos para defender su fe y demostrar la veracidad de sus creencias, y esto les dio la confianza necesaria para enfrentar sus problemas”.

Cuando los jóvenes se ven ante la presión de sus compañeros, no siempre basta con que digan que no y luego se marchen. Es necesario que sepan explicar los porqués de sus creencias y que estén seguros de lo que harán cuando se burlen de ellos por su religión. De lo contrario, les faltará valor para mantener su postura a favor de la adoración verdadera. Las sesiones de práctica les pueden infundir la seguridad y confianza que necesitan.

En el  recuadro de la página 18 aparecen algunas situaciones que ustedes y sus hijos podrían escenificar en la Noche de Adoración en Familia. Ahora bien, para que estas se apeguen a la realidad, cuestionen las respuestas que ellos les den. ¿Y qué tal si además analizan las lecciones prácticas de diversos relatos bíblicos? Sin lugar a dudas, esta preparación en casa ayudará a sus hijos a enfrentar los problemas que se presenten en la escuela y en cualquier otro lugar.

¿Es su hogar un refugio seguro?

¿Anhelan sus hijos regresar a casa al salir de la escuela? Si su hogar es como un refugio en el que reina la paz, sus hijos hallarán en él la ayuda para enfrentarse a los problemas cotidianos. Una hermana que actualmente sirve en Betel dice: “Mi hogar era un verdadero refugio, y esa fue una de las cosas que más me ayudaron en mis años escolares. Por difícil que fuera la situación en la escuela, yo sabía que al llegar a mi casa habría paz”. ¿Qué ambiente reina en su familia? ¿Es común que se produzcan “arrebatos de cólera, altercaciones [y] divisiones”, o existe “amor, gozo [y] paz”? (Gál. 5:19-23.) Si llegan a la conclusión de que su hogar no es del todo pacífico, ¿por qué no tratan de hacer los cambios necesarios para convertirlo en un refugio seguro para sus hijos?

Otra manera de ayudar a los hijos a enfrentarse a sus problemas es proporcionándoles compañías edificantes. Por ejemplo, ¿por qué no incluyen a hermanos espirituales de la congregación en sus ratos de esparcimiento familiar? Tal vez podrían planear una comida sencilla en su casa e invitar al superintendente viajante o a otros hermanos que están en el servicio de tiempo completo. ¿Conocen a algunos misioneros o betelitas con los que sus hijos puedan cultivar amistad, aunque solo sea por carta, por correo electrónico o llamándolos por teléfono de vez en cuando? Esa clase de compañías les ayudarán a ir por el buen camino y a ponerse metas espirituales. Piensen en la influencia positiva que ejerció el apóstol Pablo en el joven Timoteo (2 Tim. 1:13; 3:10). La estrecha relación que los unía ayudó a Timoteo a mantenerse concentrado en metas espirituales (1 Cor. 4:17).

Elogien a sus hijos

A Jehová le complace ver a nuestros jóvenes defender lo que es recto a pesar de las presiones del mundo de Satanás (Sal. 147:11; Pro. 27:11). Seguro que a ustedes también les alegra verlos escoger el buen camino (Pro. 10:1). Expresen a sus hijos el cariño que les tienen y no escatimen elogios. Jehová es un magnífico ejemplo para los padres. Cuando Jesús se bautizó, le dijo: “Tú eres mi Hijo, el amado; yo te he aprobado” (Mar. 1:11). En vista de las muchas pruebas que le esperaban a Jesús, ¡cuánto debieron fortalecerle esas palabras de su Padre! Hagan ustedes lo mismo: digan a sus hijos que los aman y que se sienten orgullosos de ellos.

Ya se sabe que nunca podrán protegerlos por completo de las presiones, las burlas y el acoso. Pero sí pueden enseñarles a enfrentar estos problemas. Ayúdenlos a desarrollar una relación personal con Jehová. Esfuércense por crear un ambiente que fomente la comunicación de calidad. Procuren que el estudio de familia resulte práctico y que su hogar sea un refugio seguro. Si aplican estos consejos, lograrán que sus hijos estén preparados para enfrentar sus problemas.

[Nota]

^ párr. 2 Se han cambiado algunos nombres.

[Ilustración y recuadro de la página 18]

 SESIONES DE PRÁCTICA

A continuación aparecen algunas situaciones que pueden escenificarse durante la Noche de Adoración en Familia.

▸ Un entrenador invita a su hija a jugar con el equipo de la escuela.

▸ De camino a casa, un compañero le ofrece un cigarrillo a su hijo.

▸ Algunos chicos amenazan a su hijo con darle una paliza si lo ven predicando otra vez.

▸ Su hija llama a una puerta durante el servicio del campo, y sale una compañera de clase.

▸ Se le pide a su hija que explique delante de toda la clase por qué no saluda la bandera.

▸ Un chico se burla continuamente de su hijo por ser Testigo.

[Ilustración de la página 17]

¿Tienen sus hijos un programa personal de lectura de la Biblia?

[Ilustración de la página 19]

¿Incluyen a hermanos espirituales en sus ratos de esparcimiento?