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Honremos a las personas mayores

Honremos a las personas mayores

Honremos a las personas mayores

EN LAS costas de California se encuentra uno de los árboles más fotografiados del mundo: el Ciprés Solitario. Dicen que tiene más de 250 años. Este resistente y hermoso ejemplar ha sido el blanco de muchas atenciones, entre ellas la colocación de cables de apoyo y de un muro de piedra en la base.

El Ciprés Solitario tal vez nos recuerde a los cristianos de edad avanzada que tenemos en el pueblo de Dios, quienes se caracterizan por su extraordinaria perseverancia, particularmente en la predicación. El profeta Joel predijo que habría “viejos” que declararían públicamente el mensaje de la Biblia (Joel 2:28-32; Hech. 2:16-21). Y así ha sido. Baste con señalar el gran número de horas que dedican estos celosos proclamadores a difundir las “buenas nuevas del reino” (Mat. 24:14). Algunos han soportado por años persecución y otras dificultades. Si la resistencia de un simple ciprés basta para que reciba alabanzas y se lo cuide reforzándolo con piedras y cables, ¡con cuánta más razón la fidelidad de nuestros hermanos mayores justifica que les demos reconocimiento y respeto, y los tratemos con dignidad!

Jehová dio esta orden a su pueblo de la antigüedad: “Ante canas debes levantarte, y tienes que mostrar consideración a la persona del envejecido” (Lev. 19:32). Entre los siervos de Dios de la actualidad encontramos excelentes ejemplos de personas mayores que por décadas han demostrado lealtad al “andar con [...] Dios” (Miq. 6:8). Debido a su constante obediencia a los principios bíblicos, puede decirse que sus canas son una “corona de hermosura” (Pro. 16:31).

Pablo dio esta instrucción al joven Timoteo: “No critiques severamente a un hombre mayor. Por lo contrario, ínstale como a un padre”. También le animó a tratar “a las mujeres de más edad como a madres” (1 Tim. 5:1, 2). Al actuar de este modo, Timoteo estaría, por así decirlo, levantándose ante las canas. Es patente que Jehová desea que hablemos a los mayores de un modo que denote respeto.

“En cuanto a mostrarse honra unos a otros, lleven la delantera”, indica Romanos 12:10. Por supuesto, los superintendentes de las congregaciones son los primeros en tratar con respeto a los mayores. Pero todos debemos seguir este principio.

Y esta obligación es aún mayor en el caso de quienes tienen padres o abuelos de edad avanzada. Si la gente se plantea cómo preservar el buen estado del Ciprés Solitario, ¿no deberíamos nosotros plantearnos cómo preservar la dignidad de nuestros padres y abuelos? Lo podríamos hacer, por ejemplo, escuchando su opinión y no insistiendo en que las cosas se hagan a nuestra manera, sin tener en cuenta sus preferencias (Pro. 23:22; 1 Tim. 5:4).

El Dios verdadero, Jehová, considera muy valiosos a sus siervos de edad avanzada. Nunca los abandonará (Sal. 71:18). De hecho, les da fuerzas para seguir sirviéndole fielmente. Nosotros también debemos darles nuestro apoyo y respeto.

[Ilustraciones de la página 7]

Tal como el Ciprés Solitario necesita apoyo, los mayores necesitan que los traten con respeto y dignidad

[Reconocimiento]

American Spirit Images/age fotostock