Cuando llegan “los tiempos difíciles”
“ESTOS dolores están acabando conmigo”, se lamenta Ernesto, que ya pasa de los 70 años. * ¿Le suena familiar su comentario? Si siente que está perdiendo la salud y las fuerzas por culpa de la edad, seguramente entiende mejor que nadie las palabras del capítulo 12 de Eclesiastés. Según el versículo 1, con la vejez llegan “los días calamitosos”, o “los tiempos difíciles” (Dios habla hoy, 2002). Sin embargo, su vida no tiene por qué ser un valle de lágrimas. A pesar de los años, usted puede disfrutar de una vida feliz sirviendo a Jehová.
MANTENGAN FUERTE SU FE
Pueden estar seguros de que no están solos, queridos hermanos mayores. En el pasado, muchos siervos de Dios enfrentaron problemas parecidos a los de ustedes al llegar a la vejez. Por ejemplo, Isaac, Jacob y Ahíya se quedaron ciegos (Gén. 27:1; 48:10; 1 Rey. 14:4). Sara se sentía “gastada” por la edad (Gén. 18:11, 12). El rey David siempre tenía frío (1 Rey. 1:1). Barzilai no podía saborear la comida ni disfrutar de la música (2 Sam. 19:32-35). Y tanto Abrahán como Noemí perdieron a su pareja de toda la vida (Gén. 23:1, 2; Rut 1:3, 12).
¿Qué les ayudó a mantenerse fieles y a no perder la alegría? Abrahán “se hizo poderoso” gracias a su fe en lo que Dios le había prometido (Rom. 4:19, 20). Ustedes también necesitan una fe firme, y la fe no depende de la edad, la capacidad ni las circunstancias. El patriarca Jacob, por ejemplo, siguió creyendo en las promesas de Dios aun cuando ya estaba débil, ciego y en cama (Gén. 48:1-4, 10; Heb. 11:21). Hoy también tenemos ejemplos parecidos. Inés, de 93 años, sufre una enfermedad que le causa debilidad muscular. A pesar de ello, dice: “Todos los días pienso en el Paraíso; eso me llena de esperanza. Para mí, cada día es un regalo de Jehová”. ¡Qué hermana tan optimista!
Para que su fe crezca, necesitan orar, estudiar la Biblia y asistir a las reuniones. El profeta Daniel oraba tres veces al día y nunca dejó de estudiar la Palabra de Dios (Dan. 6:10; 9:2). Ana, aunque era una viuda de avanzada edad, “nunca faltaba [al] templo” (Luc. 2:36, 37). Asistir a las reuniones y participar en ellas les levantará el ánimo a ustedes, y también a quienes los escuchen. No olviden que Jehová valora sus oraciones, aunque ya sea poco lo que puedan hacer por él (Prov. 15:8).
¿Y qué hay si se les hace difícil, o hasta imposible, leer o ir al Salón del Reino? Concéntrense en lo que sí pueden hacer. Por ejemplo, si no les es posible ir a las reuniones, pueden escucharlas por teléfono. Isabel, que tiene 79 años y ya no ve bien, se prepara las reuniones con la ayuda de un hermano que le imprime la revista en letra extragrande.
Es probable que a ustedes les sobre lo que a muchos les falta: tiempo. ¿Por qué no lo aprovechan para escuchar grabaciones de la Biblia y de nuestras publicaciones, audiodramas o discursos? Llamen por teléfono a sus hermanos y conversen sobre algún tema espiritual. Así disfrutarán de “un intercambio de estímulo” (Rom. 1:11, 12).
MANTÉNGANSE ACTIVOS EN LA PREDICACIÓN
“Lo peor de la vejez es no poder estar tan activa como antes”, se queja Cristina, de más de 80 años. Si ustedes se sienten igual que ella, ¿qué pueden hacer para no deprimirse? “Sean optimistas —recomienda Peter, de 75 años—. Dejen de pensar en lo que ya no pueden hacer y concéntrense en lo que sí pueden.”
¿Cómo se las pueden arreglar para seguir predicando a pesar de la edad? Heidi ya no puede ir de casa en casa, pero a sus casi 90 años ha aprendido a utilizar la computadora para escribir cartas. Algunos hermanos mayores predican mientras están sentados en un parque o en la parada del autobús. Y los que viven en residencias tienen un territorio único: el personal que trabaja allí y los demás ancianos.
El rey David hizo mucho por Jehová, aunque ya estaba muy entrado en años. Donó dinero y realizó los preparativos para que se construyera el templo (1 Crón. 28:11–29:5). De manera parecida, ustedes pueden apoyar el progreso de la predicación hasta donde se lo permitan sus circunstancias. ¿Cómo? Animando a los precursores y otros hermanos celosos de su congregación. Tal vez podrían hacerles algún regalito, invitarlos a una comida sencilla o dedicarles unas palabras cariñosas. Otra cosa que pueden hacer es pedirle a Jehová por los jóvenes, las familias, los siervos de tiempo completo, los enfermos y los que trabajan duro en la organización.
Tanto ustedes como el servicio que realizan son muy valiosos para Jehová; nunca piensen que él los va a desechar (Sal. 71:9). Jehová los quiere muchísimo. Muy pronto, cumpliremos años y más años, pero el tiempo no pasará por nosotros. Estaremos llenos de energía, tendremos salud perfecta y serviremos a nuestro querido Dios, Jehová, por toda la eternidad.
^ párr. 2 Se han cambiado algunos nombres.