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“La guerra que acabará con todas las guerras”

“La guerra que acabará con todas las guerras”

“La guerra que acabará con todas las guerras”

“Les prometo que esta va a ser la última guerra, la guerra que acabará con todas las guerras.” (WOODROW WILSON, PRESIDENTE DE ESTADOS UNIDOS [1913-1921])

ESAS eran las optimistas expectativas que abrigaba un jefe de Estado a finales de la primera guerra mundial, hace unos noventa años. Aquella guerra fue tan horrible que los vencedores deseaban, mejor dicho, necesitaban creer que sus numerosos sacrificios traerían beneficios perdurables. Pero las guerras que el hombre emprende raras veces resuelven problemas, y mucho menos pueden eliminar uno tan arraigado como la propia guerra.

Unos veinte años después de la entusiasta promesa del presidente Wilson estalló la segunda guerra mundial, la cual ocasionó aún más muertes y devastación que la primera. No cabe duda de que, durante aquellas dos décadas de avances tecnológicos, el hombre había ganado experiencia en el terreno de la matanza masiva. Tanto es así que, para cuando la segunda guerra mundial terminó, los líderes del mundo reconocían que la amenaza de la guerra era mucho más real que nunca.

En 1945, el general estadounidense Douglas MacArthur declaró: “Esta ha sido nuestra última oportunidad. Si no ideamos un sistema mejor y más equitativo, lo que nos espera es el Armagedón”.

El general MacArthur sabía lo que había sucedido cuando, durante los últimos días de la segunda guerra mundial, se lanzaron las dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki. La espantosa destrucción que sufrieron aquellas dos ciudades japonesas lo llevó a dar un nuevo significado a la palabra Armagedón: una guerra nuclear total que podría acabar con todo rastro de civilización en nuestro planeta.

El temor de un posible holocausto nuclear sigue inquietando a la humanidad. En la década de 1960, las superpotencias idearon una estrategia de “destrucción mutua asegurada”. Lo que perseguían era contar con suficientes misiles y sistemas de lanzamiento como para asegurarse de que el enemigo perdiera el 25% de la población civil y el 50% de la capacidad industrial, prescindiendo de qué bando iniciara el conflicto. Pero la verdad es que esa estrategia para conservar la paz del mundo tranquilizó a muy pocos.

Actualmente, las armas nucleares proliferan y los conflictos regionales continúan ocasionando un sinnúmero de muertes. La posibilidad de un conflicto nuclear sigue amenazando a la humanidad. Aunque casi todo el mundo anhela ver el fin de las guerras, pocas personas creen que ese objetivo se vaya a alcanzar con una guerra u otro tipo de estrategia.

Ahora bien, la Biblia sí menciona una guerra en particular que pondrá fin a todas las guerras. La llama “Armagedón”, precisamente el término que muchos utilizan para referirse a un cataclismo nuclear. ¿Cómo es posible que el Armagedón acabe por fin con la guerra? El siguiente artículo responderá esta pregunta.

[Reconocimiento de la página 3]

Foto de DTRA

[Reconocimiento de la página 4]

Nagasaki (Japón, 1945): foto de USAF