¿Un “nombre impronunciable”?
¿Un “nombre impronunciable”?
ALZÁNDOSE 192 metros (630 pies) sobre el suelo, el Gateway Arch, enclavado a orillas del río Misisipi en San Luis (Misuri), es el monumento más alto de Estados Unidos. Cerca de uno de sus pilares se halla una iglesia de una altura mucho menor, a la que se conoce comúnmente como “Old Cathedral” (Catedral Vieja).
El folleto The Story of the Old Cathedral (Historia de la Catedral Vieja), editado por esa misma iglesia, explica lo siguiente al describir los elementos arquitectónicos de la entrada: “El pórtico está coronado por un hermoso frontón en cuyo centro aparece grabado, en grandes caracteres hebreos de color dorado, el nombre impronunciable de Dios”. Como muestra la fotografía que aparece en esta página, las cuatro letras hebreas que representan el nombre divino —יהוה (YHWH), conocidas como el Tetragrámaton— se aprecian muy claramente.
Cuando la catedral se construyó en 1834, los dirigentes de la diócesis de San Luis debieron de pensar que las cuatro letras hebreas que forman el nombre de Dios merecían un lugar de honor en el edificio. ¿Por qué, entonces, se considera que ese nombre es “impronunciable”?
La New Catholic Encyclopedia explica lo que sucedió algún tiempo después de que los judíos regresaran de su exilio en Babilonia en el siglo VI antes de nuestra era: “El nombre Yahweh [el Tetragrámaton con vocales añadidas] comenzó a ser objeto de especial reverencia, de modo que surgió la costumbre de sustituirlo por las palabras ADONAI [Señor] o ELOHÍM [Dios]. [...] Con el tiempo, esta práctica llevó a que se olvidara la pronunciación correcta del nombre Yahweh”. De esta forma, la gente dejó de utilizar el nombre divino. La antigua pronunciación exacta acabó sepultada en las arenas del tiempo, y el nombre de Dios llegó a considerarse impronunciable.
Aunque no podemos saber a ciencia cierta cómo se pronunciaba el nombre de Dios, lo que en realidad importa es que usarlo nos acerca a él. Piense en esto: ¿le gustaría a usted que sus amigos siempre le llamaran “caballero” o “señora”? ¿O querría, más bien, que emplearan su nombre? Incluso si no pudieran pronunciarlo a la perfección por hablar otro idioma, aun así usted preferiría que lo llamaran por su nombre, ¿verdad? Pues lo mismo puede decirse de Dios. Él también quiere que lo llamemos por su nombre, Jehová.
En español, la pronunciación “Jehová” es muy conocida. ¿No sería apropiado que todos los que aman a Dios lo llamaran por ese nombre y así se acercaran a él? La Biblia nos asegura: “Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes” (Santiago 4:8).