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Ayude a su hijo a sobrellevar el dolor

Ayude a su hijo a sobrellevar el dolor

Ayude a su hijo a sobrellevar el dolor

EN UNA librería atestada de gente, una madre exasperada le grita a una empleada: “¡Cómo es posible que en una tienda llena de libros no haya ninguno para ayudar a mi hijo!”. La madre está buscando algo que le permita ayudar a su hijo a sobreponerse a la muerte repentina de un familiar cercano.

A esta madre no le falta razón. Para un niño, afrontar la realidad de la muerte suele ser muy traumático. Los niños se sienten contentos al amparo de su familia, pero la muerte puede nublar esa felicidad al arrebatarles a alguien muy querido. ¿Cómo puede usted ayudar a su hijo cuando tal pérdida es inminente o cuando ya se ha sufrido?

Por supuesto, tras la muerte de un ser amado, lo más seguro es que usted esté luchando con sus propios sentimientos; quizá le invadan la angustia y la preocupación. Pero no olvide que su hijo necesita su apoyo. “Los niños alcanzan a oír trocitos de conversaciones y, si no se les dan explicaciones, suelen distorsionar o malinterpretar lo que se dice”, señala una publicación distribuida por un orfanato de Minnesota (Estados Unidos). Y añade: “Ellos necesitan que se les diga lo que está pasando”. Así que quizá sea conveniente explicarles los hechos, al grado que puedan entenderlos. Esto no es nada fácil, pues la capacidad de comprensión varía mucho de un niño a otro (1 Corintios 13:11).

Cómo explicarles qué es la muerte

Algunos expertos afirman que no es recomendable limitarse a decir cosas como que el difunto “está durmiendo” o que “se ha ido”. Sin más explicación, estas expresiones pueden confundir a los niños. Es cierto que Jesús comparó la muerte al sueño y que esa comparación fue apropiada, pero recuerde que él no estaba hablando con niños. Además, Jesús explicó su significado. Primero les dijo a sus discípulos: “Nuestro amigo Lázaro está descansando”. Ellos, aunque ya eran adultos, “se imaginaban que él estaba hablando de descansar en el sueño”. Así que Jesús tuvo que aclararles la cuestión diciéndoles: “Lázaro ha muerto” (Juan 11:11-14). Piense en esto: si hasta los adultos necesitan explicaciones claras, ¿no las necesitarán mucho más los niños?

“Al explicarle a su hijo qué es la muerte, una madre quizá trate de suavizar los conceptos, pero con ello pudiera sembrar en su cabeza ideas que antes no estaban ahí y que pueden asustarlo o hacerle daño”, señalan los especialistas Mary Ann Emswiler y James P. Emswiler. Por ejemplo, si los mayores le dicen que un familiar muerto solamente está dormido, podría tener miedo a dormirse por la noche, pensando que tal vez nunca despierte. O si nada más se le dice que el difunto “se ha ido”, es fácil que sienta que esa persona amada lo ha rechazado o abandonado.

Muchos padres han visto que los niños entienden mejor las palabras sencillas y directas que los conceptos abstractos o las expresiones que, por suavizar la realidad, inducen a malentendidos (1 Corintios 14:9). Según los expertos, es conveniente que usted anime a su hijo a hacerle preguntas y a contarle sus inquietudes. Tener conversaciones frecuentes le permitirá aclarar ideas erróneas y determinar si puede ayudar a su hijo de alguna otra forma.

Una guía confiable

Durante algún tiempo, su hijo buscará en usted dirección, apoyo y respuestas. Por eso, ¿dónde puede hallar información confiable sobre el tema de la muerte? Muchas personas han comprobado que la Biblia es una guía confiable y una fuente de consuelo y esperanza. Nos proporciona información veraz sobre el origen de la muerte, el estado en que se hallan los muertos y la esperanza que hay para ellos. La sencilla verdad de que “no tienen conciencia de nada en absoluto” ayudará a su hijo a comprender que los seres queridos que han fallecido no están sufriendo (Eclesiastés 9:5). Además, Dios nos da en su Palabra, la Biblia, la esperanza de que los volveremos a ver en un paraíso terrestre (Juan 5:28, 29).

Si utiliza las Santas Escrituras, su hijo aprenderá que en sus páginas puede hallar guía y consuelo en cualquier situación angustiosa. Y también observará que usted busca el consejo de la Palabra de Dios en los asuntos importantes de la vida (Proverbios 22:6; 2 Timoteo 3:15).

Es muy posible que usted se pregunte...

Al ayudar a su hijo a luchar con los sentimientos de tristeza, quizá se tope con situaciones en que no sepa qué hacer. Veamos algunas preguntas comunes que a usted tal vez le surjan. *

¿Debo hacerme el fuerte delante de mi hijo? Aunque es natural que desee proteger al niño, ¿acaso es malo que él vea que usted está sufriendo? Muchos padres han observado que es mejor admitir abiertamente su dolor, pues así muestran a sus hijos que es normal sentirse afligido. Hay quienes han conversado con sus hijos sobre algunos personajes bíblicos que no se contuvieron de expresar lo que sentían. Por ejemplo, Jesús “cedió a las lágrimas” cuando murió su amigo Lázaro (Juan 11:35). Él no se hizo el fuerte.

¿Debería mi hijo ir a la funeraria o al cementerio, o asistir al servicio fúnebre? Si se le permite estar presente, convendría explicarle de antemano qué va a pasar y por qué se lleva a cabo el funeral. Por supuesto, en algunas circunstancias, los padres quizá piensen que hay buenas razones para que sus hijos no presencien tales actos, ya sea en su totalidad o en parte. A los niños que asisten a los servicios de funeral oficiados por los testigos de Jehová puede hacerles bien escuchar el discurso bíblico que se pronuncia. Además, el “tierno cariño” y el amor que manifiestan los presentes puede contribuir a que la experiencia sea instructiva y reconfortante, incluso para un niño (Romanos 12:10, 15; Juan 13:34, 35).

¿Le debo hablar a mi hijo sobre el ser amado que ha muerto? Algunos expertos afirman que si evita el tema por completo, su hijo podría concluir erróneamente que usted está guardando algún secreto sobre el difunto o que trata de borrar todo recuerdo de él. La especialista Julia Rathkey señala: “Es importante ayudar a los hijos a vivir con el recuerdo y a no tener miedo”. Puede ser de mucha ayuda conversar abiertamente sobre la persona que ya no está, mencionando los aspectos positivos de su vida y de su manera de ser. Además, como hacen los padres que son testigos de Jehová, se puede consolar a los hijos con la esperanza de la resurrección en un paraíso terrestre, donde ya no habrá enfermedades ni muerte (Revelación [Apocalipsis] 21:4).

¿Cómo puedo ayudar a mi hijo a recobrarse? Durante algún tiempo, mientras asimila la pérdida, su hijo tal vez sufra algunos trastornos físicos, o hasta llegue a enfermarse. Los sentimientos de impotencia y frustración quizá lo hagan sentir irritado o perturbado. No se extrañe si el niño se siente culpable, le abraza con más fuerza que antes o se asusta si usted llega tarde o se enferma. ¿Qué se puede hacer en estos casos? Su hijo necesita saber que usted se da cuenta de su sufrimiento, así que procure comprender lo que siente y fíjese en sus reacciones. No subestime sus sentimientos ni malinterprete su conducta. Tranquilícelo continuamente; anímelo a que le haga preguntas y le hable del tema. Además, puede fortalecer la esperanza de su hijo —y la suya propia— “mediante el consuelo de las Escrituras” (Romanos 15:4).

¿Cuándo deben volver a la normalidad las actividades cotidianas de la familia? Lo cierto es que los expertos recomiendan que se sigan llevando a cabo todas las actividades normales que sea posible, pues se cree que son una gran ayuda para sobrellevar el dolor. Muchos padres que son testigos de Jehová han comprobado que mantener los buenos hábitos de naturaleza espiritual —como estudiar la Biblia en familia y asistir a las reuniones cristianas— contribuye a que la familia se estabilice y cobre fuerzas (Deuteronomio 6:4-9; Hebreos 10:24, 25).

Hasta que Jehová acabe con las enfermedades y la muerte, de vez en cuando los niños se verán afectados por la pérdida de un ser amado (Isaías 25:8). Sin embargo, si los anima y apoya, podrán sobreponerse a esa dolorosa experiencia.

[Nota]

^ párr. 13 Este artículo no pretende establecer reglas. Debe tenerse en cuenta que los distintos países y grupos culturales tienen circunstancias y costumbres muy diferentes.

[Comentario de la página 19]

Anime a su hijo a hacerle preguntas y a contarle sus inquietudes

[Ilustración de la página 20]

Sigan llevando a cabo las actividades cotidianas, como estudiar la Biblia en familia