La Biblia, una historia de supervivencia
LA Biblia es el libro más difundido de la historia. De hecho, se calcula que se han producido unos 4.800 millones de ejemplares. Para hacer una comparación, en el 2007 se editaron 64.600.000 biblias en todo el mundo, mientras que la novela más vendida ese año en Estados Unidos tuvo una tirada inicial de 12.000.000 de ejemplares.
Con todo, a lo largo de los siglos, la Biblia se ha visto amenazada en numerosas ocasiones. Sus enemigos la convirtieron en un libro prohibido, quemaron sus páginas en la hoguera y persiguieron a muerte a quienes se arriesgaron a traducirla. No obstante, una de sus mayores amenazas no fueron las agresiones directas, sino el lento pero inexorable proceso de descomposición. ¿A qué nos referimos? Veamos.
Las Sagradas Escrituras son, en realidad, una colección de 66 libros. Los más antiguos fueron escritos y recopilados hace más de tres mil años por diversos miembros del pueblo de Israel. Tanto los escritores originales como las personas que luego copiaron el mensaje divino utilizaron materiales perecederos, como el papiro y la piel de animales. Hasta ahora no se ha encontrado ningún manuscrito bíblico original. Sin embargo, sí existen miles de antiquísimos documentos que reproducen secciones más o menos extensas de los libros de la Biblia. Uno de esos documentos, que contiene un fragmento del Evangelio de Juan, fue realizado solo un par de décadas después de que el propio apóstol redactara el original.
“La transmisión del texto de la Biblia hebrea [o Antiguo Testamento] es de un rigor extraordinario, sin parangón en la literatura clásica grecorromana.” (Profesor Julio Trebolle Barrera)
Ahora bien, ¿por qué es tan destacable que las copias de la Biblia hayan sobrevivido hasta nuestros días? ¿Y cómo sabemos que las Biblias modernas mantienen intacto el mensaje de los escritos originales? Analicemos estas cuestiones.
Qué les ocurrió a otros documentos antiguos
Cuando analizamos lo que les ha sucedido a los escritos de otras naciones de la misma época, resulta aún más extraordinario que la Biblia haya sobrevivido al paso del tiempo. Tomemos por caso a los fenicios, una nación de marineros y comerciantes que vivieron cerca de los israelitas en el primer milenio antes de nuestra era. Este pueblo, conocido por difundir su alfabeto en la zona mediterránea, mantuvo un importante y lucrativo comercio de papiro con Egipto y el mundo griego. Con respecto a los escritos fenicios, la revista National Geographic en Español hizo el siguiente comentario: “Su escritura, plasmada principalmente en frágil papiro, se desintegró, por lo que ahora conocemos a los fenicios en gran medida gracias a los tendenciosos informes de sus enemigos. Aunque se sabe que los fenicios tenían una literatura floreciente, ésta se perdió totalmente [con el] paso de los siglos”.
¿Y qué hay del antiguo Egipto? Casi todo el mundo ha oído que los egipcios grababan o pintaban sus jeroglíficos en los muros de los templos y en muchos otros lugares. Pero también se destacaron por utilizar el papiro como material de escritura; de hecho, fueron los primeros en emplearlo. Ahora bien, ¿qué ha sucedido con estos escritos? El egiptólogo K. A. Kitchen informa: “Se calcula que se ha perdido el 99% de los papiros realizados desde cerca del año 3000 hasta la época grecorromana”.
Hablemos ahora de los documentos escritos en papiro por los romanos. Según cierta obra, parece ser que los soldados romanos recibían tres pagas al año, y estas quedaban registradas en unos comprobantes hechos de papiro (Roman Military Records on Papyrus [Registros militares romanos en papiro]). Pues bien, se calcula que en los trescientos años que transcurrieron desde el ascenso del emperador Augusto (año 27 antes de nuestra era) hasta el fin del mandato de Diocleciano (año 305 de nuestra era) se extendieron unos 225 millones de estos comprobantes de pago. ¿Y cuántos se han encontrado que sean legibles? ¡Solo dos!
Pero ¿por qué han sobrevivido tan pocos documentos de estas antiguas civilizaciones? Porque materiales como el papiro y el cuero son perecederos y soportan muy mal la humedad. Cierto diccionario bíblico explica: “Debido al clima, para que un documento en papiro de este período [el primer milenio antes de nuestra era] pudiera sobrevivir, tendría que encontrarse en un desierto, dentro de una cueva o un refugio” (The Anchor Bible Dictionary).
Por qué sobrevivieron los manuscritos bíblicos
Los libros bíblicos originales fueron escritos en materiales tan frágiles como los que usaban los fenicios, los egipcios y los romanos. Entonces, ¿cómo es posible que el mensaje divino haya sobrevivido hasta nuestros días? Una de las razones es que los escritos originales fueron reproducidos una y otra vez. Como indica el profesor James L. Kugel, “se copiaron muchísimas veces, incluso durante el mismo período en que se escribió la Biblia”.
Ahora bien, ¿podemos confiar en que las traducciones modernas de la Biblia transmiten fielmente el mensaje original? El profesor Julio Trebolle Barrera, miembro del equipo de expertos que ha estudiado y publicado los Rollos del mar Muerto, señala: “La transmisión del texto de la Biblia hebrea es de un rigor extraordinario, sin parangón en la literatura clásica grecorromana”. Por su parte, el prestigioso biblista Frederick F. Bruce indica: “La evidencia existente de los escritos del Nuevo Testamento es [...] mayor que la que existe de muchos autores clásicos, la autenticidad de quienes nadie sueña en poner en tela de juicio”. Y añade: “Si el Nuevo Testamento fuera una colección de escritos seculares, su autenticidad sería aceptada generalmente sin sombras de dudas de ninguna especie”. Como hemos visto, la Biblia es un libro fuera de lo común. ¿Verdad que vale la pena esforzarse por leerla todos los días? (1 Pedro 1:24, 25.)
Aún se conservan unos seis mil manuscritos de las Escrituras Hebreas (Antiguo Testamento), y unos cinco mil de las Escrituras Griegas (Nuevo Testamento)