A Dios sí le importamos: pruebas que lo demuestran
A Dios sí le importamos: pruebas que lo demuestran
SI Dios nos ama, ¿por qué hay tanto sufrimiento en el mundo? Desde hace siglos, muchas personas se han planteado esta importante cuestión. Y en cierto modo, es comprensible; después de todo, si usted viera sufrir a un ser querido, ¿verdad que acudiría en su ayuda? No es de extrañar, pues, que muchas personas se pregunten por qué Dios no hace nada para impedir que sigan ocurriendo tantas cosas malas; algunas incluso llegan a pensar que no le importamos. Por eso, antes de analizar cómo acabará con el sufrimiento, es esencial asegurarnos de que él realmente se preocupa por nuestro bienestar. Analicemos dos pruebas que lo demuestran.
La creación
Jehová Dios “hizo el cielo y la tierra y el mar y todas las cosas que hay en ellos” (Hechos 4:24). Y cuanto más reflexionamos en esto, más nos convencemos de que nos quiere muchísimo. Piense, por ejemplo, en las cosas que a usted le gustan. ¿Es la comida una de ellas? Pues bien, ¿alguna vez ha pensado lo que sería comer siempre lo mismo? Dios podría haber creado un solo tipo de alimento; pero, en lugar de eso, nos ha proporcionado una inmensa variedad para elegir. Y ¿qué hay de nuestro planeta? El Creador lo ha adornado con una extraordinaria diversidad de árboles, plantas y flores. ¿Verdad que así la vida es más interesante y agradable?
Por otro lado, pensemos en algunas características singulares del ser humano. Dios nos ha concedido sentido del humor, sensibilidad musical, gusto estético y muchas otras facultades que no necesitamos para vivir, pero que enriquecen nuestra existencia. Más importante aún, Jehová nos ha dado la capacidad de amar. ¿A quién no le gusta estar en compañía de buenos amigos o sentir el cálido abrazo de alguien a quien queremos? El hecho de que Dios nos haya creado con este sentimiento demuestra que el amor forma parte de su personalidad.
La Biblia
La Biblia también nos demuestra que a Dios le importamos. De hecho, nos enseña que él es amor (1 Juan 4:8). Además, contiene principios que contribuyen a nuestra salud, pues fomentan una vida equilibrada y nos ayudan a evitar costumbres nocivas como la borrachera y la glotonería (1 Corintios 6:9, 10).
Asimismo, la Palabra de Dios ofrece consejos para llevarnos bien con los demás. Por ejemplo, nos exhorta a amarnos unos a otros y tratarnos con bondad, respeto y dignidad (Mateo 7:12). Por otra parte, condena actos como la calumnia, el adulterio y el asesinato, y defectos como la avaricia y la envidia, que tanto daño causan a otras personas. Si todo el mundo se esforzara por obedecer los sabios principios de la Biblia, ¿no le parece que habría mucho menos sufrimiento?
Pero hay un ejemplo aún más claro de que Dios nos ama. ¿Cuál es? Que entregó a su Hijo, Jesús, para rescatar a la humanidad. La Biblia explica: “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16). Al hacer ese sacrificio, Jehová ya dio el primer paso para terminar de una vez por todas con el sufrimiento y la muerte (1 Juan 3:8).
Queda claro, por tanto, que Dios realmente nos ama y no desea que suframos. Eso nos da la certeza de que va a acabar con todo el sufrimiento. Y esta no es una simple deducción: como veremos a continuación, la Biblia explica exactamente cómo lo hará.
[Ilustración de la página 4]
Como Dios es amor, nos ha creado con la capacidad de amar