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La Biblia les cambió la vida

La Biblia les cambió la vida

La Biblia les cambió la vida

¿QUÉ hizo que una joven regresara a la religión que le habían inculcado sus padres? Dejemos que ella misma responda.

“Ahora mi vida tiene sentido” (LISA ANDRÉ)

AÑO DE NACIMIENTO: 1986

PAÍS: LUXEMBURGO

OTROS DATOS: HIJA ARREPENTIDA

MI PASADO: Crecí en Bertrange, una localidad limpia, segura y próspera cercana a la ciudad de Luxemburgo. Soy la menor de cinco hijos. Mis padres son testigos de Jehová, y desde que éramos pequeños, procuraron inculcarnos los valores cristianos a todos.

Sin embargo, al llegar a la adolescencia, empecé a dudar de lo que enseñan los Testigos. Como no resolví estas dudas, mi fe se fue debilitando. Mis padres hicieron todo lo posible por guiarme de vuelta al buen camino, pero yo rechacé su ayuda. Sin que ellos lo supieran, comencé a salir con jóvenes que no respetaban la autoridad de nadie. Yo quería libertad, y me parecía que ellos la tenían. Íbamos de fiesta en fiesta, nos acostábamos con cualquiera y abusábamos del alcohol y las drogas. Al principio me gustaba pasar el tiempo con gente que, a mi modo de ver, disfrutaba de la vida al máximo.

Pero en realidad no era feliz. Aquella vida era superficial y vacía: a ninguno de mis amigos le importaba lo que pasaba a su alrededor. En cambio, a mí me preocupaban cosas como la injusticia que se ve en el mundo. Cada vez me sentía más deprimida.

CÓMO LA BIBLIA CAMBIÓ MI VIDA: Cierto día, cuando tenía 17 años, mi madre se dio cuenta de que estaba muy triste, así que me animó a darle otra oportunidad a la Biblia. Me dijo que analizara en serio sus enseñanzas y que luego decidiera si quería vivir de acuerdo con ellas. Esa conversación franca hizo que me lo replanteara todo. Accedí a que mi hermana mayor, Caroline, y su esposo, Akif, me dieran clases de la Biblia. Akif no se había criado como Testigo, sino que había llegado a serlo ya de adulto. Por eso me parecía que podía expresarme con total libertad, algo que era muy importante para mí.

Sabía que la vida que llevaba no era propia de un Testigo, pero pensaba que lo que yo hacía solo me afectaba a mí. Sin embargo, al estudiar la Biblia, comprendí que con mi conducta hería los sentimientos de Jehová (Salmo 78:40, 41; Proverbios 27:11). Y no solo eso, sino que también hería a muchas personas más.

Cuanto más estudiaba la Biblia, más me convencía de que era la Palabra de Dios. Encontré razones lógicas y convincentes que lo demostraban, como las numerosas profecías bíblicas que se habían cumplido con asombrosa exactitud. Todo esto me ayudó a aclarar mis antiguas dudas.

Al año de volver a estudiar la Biblia, acompañé a mis padres a visitar a mi hermano mayor, que trabajaba de voluntario en la sucursal de los testigos de Jehová en Alemania. Me conmovió verlo tan feliz. ¡Esa era la felicidad que yo buscaba! También me impresionaron mucho los demás voluntarios que conocí. No se parecían en absoluto a la gente falsa y adicta a las emociones fuertes con la que yo solía salir. Poco después de aquella visita oré a Dios y le hice la solemne promesa de servirle el resto de mis días. Con 19 años me bauticé para hacer pública mi decisión de dedicar mi vida a Jehová.

QUÉ BENEFICIOS HE OBTENIDO: Ahora mi vida tiene sentido. Disfruto hablando de la Biblia a los demás y ayudándolos a conocer a Jehová y sus promesas para el futuro. Mi familia también se ha beneficiado, pues ya no viven preocupados por mí.

Hice muchas cosas mal en el pasado, pero procuro no pensar demasiado en ellas. Me concentro en que Jehová es un Dios que perdona y me quiere mucho. Concuerdo de corazón con las palabras de Proverbios 10:22: “La bendición de Jehová... eso es lo que enriquece, y él no añade dolor con ella”.

[Comentario de la página 12]

“Íbamos de fiesta en fiesta, nos acostábamos con cualquiera y abusábamos del alcohol y las drogas”

[Comentario de la página 13]

“Hice muchas cosas mal en el pasado, pero procuro no pensar demasiado en ellas”