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TEMA DE PORTADA | ¿HABRÁ ALGÚN GOBIERNO SIN CORRUPCIÓN?

La corrupción: el cáncer del mundo

La corrupción: el cáncer del mundo

La corrupción se ha definido como el uso de un cargo —sobre todo en el gobierno— para beneficio personal. Este problema no es nada nuevo. Hace ya 3.500 años estaba bastante extendido, como lo demuestra una ley bíblica que prohibía los sobornos en los juicios (Éxodo 23:8). Por supuesto, el soborno no es la única forma de corrupción. Los funcionarios corruptos también usan bienes y servicios a los que no tienen derecho, favorecen a familiares y amigos, y hasta roban fondos descaradamente.

Aunque la corrupción puede darse en cualquier tipo de organización, donde más abunda es en los gobiernos. El Barómetro Global de la Corrupción 2013, publicado por Transparencia Internacional, informó que, según la ciudadanía, los primeros cinco lugares en nivel de corrupción los ocupan los partidos políticos, la policía, los funcionarios públicos, el poder legislativo y el poder judicial. He aquí algunos informes:

  • ÁFRICA: En el 2013, unos 22.000 funcionarios públicos de Sudáfrica fueron acusados de corrupción.

  • SUDAMÉRICA: En Brasil, 25 personas fueron condenadas en el 2012 por usar fondos públicos para conseguir respaldo político. Entre ellas estuvo el que en su momento fue el segundo hombre más poderoso del país, el jefe de Gabinete del expresidente.

  • ASIA: En 1995 murieron 502 personas al desplomarse un gran edificio en Seúl (Corea del Sur). Los investigadores descubrieron que los constructores sobornaron a los funcionarios municipales para que los dejaran usar materiales de baja calidad y violar las normas de seguridad.

  • EUROPA: “La gravedad del problema [de corrupción en Europa] es increíble”, dijo Cecilia Malmström, comisaria de Asuntos de Interior de la Comisión Europea. Y añadió: “Para arrancar de raíz la corrupción, se requiere el compromiso de los políticos, pero parece que no existe”.

¡Y qué profundas son las raíces de la corrupción! La profesora Susan Rose-Ackerman, experta en la lucha anticorrupción, escribió que para remediar la situación se necesitan “cambios fundamentales” en la forma en que funcionan los gobiernos. Aunque parece que no hay esperanza, la Biblia afirma que el cambio no solo es posible, sino que es seguro.