Que la vejez no le robe la alegría
¿CÓMO se siente cuando piensa en la vejez? A muchos les llena de preocupación, ansiedad o incluso terror. Esto les sucede porque, normalmente, envejecer se asocia con cosas negativas como las arrugas, las canas, el cansancio, la pérdida de memoria y los achaques.
Sin embargo, no a todos les pasa lo mismo al hacerse mayores. Hay quienes conservan su salud física y mental. Otros, gracias al progreso de la medicina, han podido tratar sus enfermedades y controlar sus síntomas. En algunos países, cada vez hay más personas que disfrutan de una vida larga y saludable.
Sea que gocemos de buena salud o no, todos queremos envejecer con dignidad y sin perder la alegría. ¿Cómo se logra eso? En parte depende de nuestra actitud y habilidad para adaptarnos a esta nueva etapa de la vida. Si usted ya ha entrado en esa etapa, le presentamos algunos consejos bíblicos sencillos pero muy prácticos.
SEA MODESTO. “La sabiduría está con los modestos.” (Proverbios 11:2.) Ser modesto en la vejez implica reconocer y aceptar las limitaciones que llegan con los años, en vez de cegarse a la realidad. Charles, un anciano de 93 años de Brasil, lo tiene muy claro: “Quien vive muchos años se hace viejo. No hay vuelta atrás”.
Sin embargo, ser modesto no significa rendirse y pensar: “Estoy hecho un viejo decrépito que no sirve para nada”. Eso podría amargarle. Proverbios 24:10 dice: “¿Te has mostrado desanimado en el día de la angustia? Tu poder será escaso”. La persona sabia y modesta trata de hacer todo lo que puede dentro de sus posibilidades.
Corrado, un señor de 77 años y que vive en Italia, pone esta interesante comparación: “En las cuestas, hay que cambiar la marcha; si no lo haces, el auto se apaga”. Así es, a medida que uno envejece hay que cambiar de marcha. Corrado y su esposa han aprendido a atender las tareas del hogar con equilibrio y siguen un horario más relajado a fin de no acabar todos los días agotados. Marian, una señora de 81 años de Brasil, también ha tomado algunas medidas prácticas. Ella comenta: “He
tenido que ir más despacio. Cuando lo necesito, me tomo un descanso, me acuesto un rato o me siento a leer o a escuchar música. Ahora reconozco mis limitaciones y las acepto”.SEA JUICIOSO. “Que las mujeres se adornen en vestido bien arreglado, con modestia y buen juicio.” (1 Timoteo 2:9.) Como indica este texto, para ir arreglado hay que tener, además de buen gusto, buen juicio. Doña Bárbara, que vive en Canadá y tiene 74 años, comenta: “Me gusta ir bien arreglada. No quiero vestir de cualquier manera, como algunas que piensan: ‘¡Bah! Yo soy mayor ya. ¡Qué más da!’”. Y Fern, una anciana de 91 años de Brasil, añade: “De vez en cuando me compro ropa nueva para levantarme la moral”. ¿Y qué hay de los hombres? Don Antonio, brasileño de 73 años, cuenta: “Trato de ir siempre elegante, con ropa limpia y recién lavada. También me ducho y me afeito todos los días”.
Si bien la apariencia es importante, no hay que obsesionarse con ella. Ahí también entra en juego el buen juicio. Bok-im, una señora de 69 años de Corea del Sur, tiene un punto de vista equilibrado sobre el vestir. Ella reconoce: “Sé muy bien que no me puedo poner la ropa que usaba cuando era joven”.
SEA POSITIVO Y DINÁMICO. “Todos los días del afligido son malos; pero el que es bueno de corazón tiene un banquete constantemente.” (Proverbios 15:15.) Usted tal vez se deprima al recordar la energía que tenía cuando era joven y todo lo que hacía entonces. Y es comprensible. Pero no permita que esos pensamientos negativos lo hundan. Estar pensando siempre en el pasado solo hace que el presente sea más triste. Concéntrese en las cosas que sí puede hacer. Eso es lo que hace Joseph, de 79 años y que vive en Canadá. Él explica: “Trato de disfrutar de lo que puedo hacer, y no lamentarme de lo que ya no puedo hacer”.
La lectura y el aprendizaje le ayudarán a sentirse mejor y a expandir sus horizontes. No pierda la oportunidad de leer y de aprender cosas nuevas. Don Ernesto, de 74 años y de Filipinas, busca libros interesantes en la biblioteca porque dice que así puede disfrutar de “la emoción de una aventura” y del “placer de viajar con la imaginación a cualquier lugar del mundo”. Y Lennart, que vive en Suecia, está inmerso, a sus 75 años, en el aprendizaje de un nuevo idioma.
SEA GENEROSO. “Practiquen el dar, y se les dará.” (Lucas 6:38.) Si comparte lo que tiene —incluido su tiempo— con los demás, tendrá un sentimiento de logro y será feliz. Hosa, de 85 años y de Brasil, se esfuerza por ayudar a otros aunque ella misma tiene problemas físicos. Comenta: “Llamo por teléfono a mis amigos que están enfermos o les escribo una carta. A veces les envío un regalito, les preparo algo de comer o les hago un postre”.
La generosidad es contagiosa. “Cuando tratas a los demás con cariño, ellos te responden con el mismo amor”, declara Jan, un sueco de 66 años. Y es así. Las personas generosas crean un ambiente de cariño y afecto que hace sentir a gusto a los demás.
SEA SIMPÁTICO. “La gente poco amistosa solo se preocupa de sí misma; se opone al sentido común.” (Proverbios 18:1, Nueva Traducción Viviente.) Aunque habrá ocasiones en las que usted querrá estar solo, evite aislarse y encerrarse en casa. Un hombre de Nigeria de 72 años llamado Innocent menciona: “Me encanta rodearme de gente de todas las edades”. Börje, sueco de 85 años, comenta: “Trato de estar siempre con gente joven. Su energía es contagiosa; me hacen sentir de nuevo como un muchacho”. No espere a que los demás lo inviten. Tome la iniciativa e invite a sus amigos a casa de vez en cuando. Han-sik, surcoreano de 72 años, cuenta: “A mi esposa y a mí nos gusta invitar a amigos de todas las edades a nuestra casa; sea para juntarnos un rato o para cenar”.
Las personas amigables son abiertas y comunicativas. Pero recuerde que también hay que saber escuchar. Interésese en lo que piensan y sienten los demás. Doña Helena, de 71 años y que vive en Mozambique, afirma: “Intento ser amigable y tratar bien a todos. Les escucho con atención para saber lo que opinan y lo que les gusta”. Don José, un brasileño de 73 años, dice: “A todos nos gusta estar con personas que nos escuchan, que saben ponerse en nuestro lugar y se interesan por nosotros, que nos animan y son joviales”.
Asegúrese de que su conversación sea siempre agradable, que esté “sazonada con sal” (Colosenses 4:6). Diga cosas consideradas y motivadoras.
SEA AGRADECIDO. “Muéstrense agradecidos.” (Colosenses 3:15.) Si alguien le hace un favor, no olvide dar las gracias. Quien es agradecido se gana el cariño de la gente. “Hace poco, mi esposo y yo nos mudamos de una casa a un apartamento pequeño. Muchos amigos vinieron a ayudarnos. ¡Estábamos tan agradecidos! Enviamos a cada uno una notita de agradecimiento, y hemos invitado a algunos de ellos a comer en casa”, cuenta Marie-Paule, canadiense de 74 años. Jae-won, una testigo de Jehová de 76 años que vive en Corea del Sur, agradece mucho que sus compañeros la lleven a sus reuniones cristianas. Afirma: “Estoy tan agradecida por su ayuda... Nunca me olvido de ofrecerles un dinerito para la gasolina. En ocasiones les preparo un regalito con una nota de agradecimiento”.
Recuerde: la vida es un regalo que tenemos que agradecer. Ya lo dijo Salomón: “Más vale [siervo] vivo que rey muerto” (Eclesiastés 9:4, Traducción en lenguaje actual). Si cultivamos la debida actitud y somos capaces de adaptarnos, envejeceremos con dignidad y sin perder la alegría.