Hace unos cien años se grabó una película en la que se podía ver cómo vivía la gente en la ciudad de San Francisco (Estados Unidos). * (Mire la nota.) Se grabó con una cámara colocada en la parte delantera de un tranvía que recorría una avenida muy importante y larga. En la calle se veía mucha gente comprando, muchachos vendiendo periódicos, carretas tiradas por caballos y autos de la época.

Hoy día, ver esta película es muy triste. ¿Por qué? Porque, al parecer, se grabó poco antes del 18 abril de 1906. Ese día, un gran terremoto y un incendio mataron a miles de personas y dejaron casi destruida esa parte de San Francisco. Así que es posible que algunas de las personas que se ven en la película murieran solo unos días después de que se grabó. Un descendiente de los que hicieron la película dijo que al ver a esas personas que no sabían lo que estaba a punto de pasarles, no podía evitar compadecerse de ellas.

Hoy día estamos en una situación parecida, y eso nos hace pensar. Nosotros también nos compadecemos de las personas. Ellas viven ocupadas en sus cosas y no tienen ni idea de que está a punto de llegar el día del juicio de Jehová. Ese día, este malvado mundo y su estilo de vida serán destruidos. Pero el día del juicio de Jehová no vendrá por sorpresa, como si fuera un terremoto. Nosotros sabemos que viene, y tenemos un poco de tiempo para avisar a las personas. Seguro que usted ya dedica tiempo todas las semanas a predicar casa por casa. Pero ¿puede hacer más para avisar a la gente?

El ejemplo de Jesús es muy importante para nosotros. Él siempre estaba listo para predicar a cualquier persona. Un día le predicó a un recaudador de impuestos al que vio por la calle. Otro día le predicó a una mujer con la que se encontró por casualidad mientras estaba junto a un pozo al mediodía (Lucas 19:1-5; Juan 4:5-10, 21-24). Incluso cuando se tomaba un rato para descansar, no le importaba cambiar de planes para predicar. Se compadecía tanto de las personas que aprovechaba todas las oportunidades para hablarles de Dios (Marcos 6:30-34). Hoy día, nosotros también tenemos que predicar el mensaje cristiano con urgencia. ¿Cómo copian algunos publicadores el ejemplo de Jesús?

Melika vive en un edificio de apartamentos en el que es difícil entrar porque hay muchas medidas de seguridad. Muchos de sus vecinos son estudiantes  extranjeros. Ellos usan teléfonos celulares que no están en las guías telefónicas, y sus nombres tampoco están en el listado de vecinos a la entrada del edificio. Así que siempre que se encuentra con algún vecino en la entrada o en el ascensor, aprovecha para hablar con él sobre la Biblia. Ella dice que es como si el edificio fuera su territorio. Siempre lleva publicaciones en varios idiomas, y muchos vecinos se quedan con tratados y revistas. También les enseña a entrar en el sitio de Internet jw.org. Gracias a que aprovecha todas las oportunidades, Melika ya ha empezado varios cursos de la Biblia.

Sonia trabaja en una clínica médica, y también busca oportunidades para predicar allí. Ella se propuso predicar a todos sus compañeros. Para empezar, averiguó qué necesitaba cada uno y qué cosas les interesaban. Luego aprovechó la hora del almuerzo para buscarlos y hablar de la Biblia con cada uno. Con este método empezó dos cursos bíblicos. Ahora está pensando en ir a la entrada del centro médico durante algunas de sus pausas en el trabajo para hablar con quienes esperan a su doctor.

Una persona que sobrevivió al terremoto de 1906 dijo que fue el peor desastre que jamás había pasado en una ciudad o estado. Pero ningún desastre de la historia será tan grande como el día del juicio de Jehová. Ese día, “los que no conocen a Dios” sufrirán una destrucción muchísimo más grande (2 Tesalonicenses 1:8). Jehová quiere que las personas cambien su actitud y hagan caso de los avisos que les dan sus Testigos (2 Pedro 3:9, nota; Revelación 14:6, 7).

Nosotros tenemos el honor de ayudar a las personas a darse cuenta de que vivimos en un momento muy importante de la historia. Necesitan dejar de preocuparse solo de sus cosas y empezar a servir a Jehová (Sofonías 2:2, 3). ¿Está usted aprovechando todas las oportunidades de predicar a sus compañeros de trabajo, a sus vecinos y a la gente que ve en su vida diaria? ¿Puede hacer algo más por avisar al prójimo?