En el 2022, los testigos de Jehová celebran 100 años de la llegada de su mensaje a Colombia. a

En 1922, Heliodoro Hernández —un hombre al que le gustaba mucho leer la Biblia— le pidió prestados varios ejemplares de la revista La Torre del Vigía (ahora La Atalaya) a un amigo suyo que no era testigo de Jehová. En poco tiempo, Heliodoro se dio cuenta de que había encontrado la religión verdadera, y empezó a predicarles a otras personas. Después de dos años, conoció a Juan Estupiñán, y luego comenzaron a predicar juntos. Los dos se bautizaron en 1932.

Más tarde, la Sociedad Watchtower les envió a Heliodoro y a Juan un gramófono que funcionaba con baterías. Usaron esa máquina para que la gente de varias comunidades de la cordillera de los Andes pudiera escuchar discursos bíblicos como “La trinidad al descubierto” y “El fin del mundo”. Como la Iglesia católica tenía mucha influencia en esa zona, era común que nuestros hermanos encontraran oposición.

En 1945, comenzaron a llegar algunos misioneros de la Escuela de Galaad. Uno de ellos, Olaf Olson, dijo en su biografía: “Hay muchas ovejas de Jehová aquí, y estamos agradecidos de que él nos haya enviado para ayudar a hallarlas y alimentarlas”.

El 1 de mayo de 1946, se abrió una sucursal en Colombia para organizar mejor la labor de los testigos de Jehová. El hermano Arthur Green, que fue el primer siervo de sucursal, escribió: “Gracias al poderoso espíritu de Jehová, se ha establecido la adoración verdadera en Colombia”.

Actualmente, unos 190.000 testigos de Jehová predican las buenas noticias con mucho entusiasmo en este país.

Colombia es famosa por su tierra fértil y por sus extraordinarias piedras preciosas. Pero su verdadera belleza está en “las cosas valiosas”, es decir, en las personas que Jehová ha traído a su pueblo. Nos da muchísima alegría ver que Jehová sigue bendiciendo la predicación para llenar de gloria su casa (Ageo 2:7).