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12 DE NOVIEMBRE DE 2020
FILIPINAS

Dos tifones causan estragos en Filipinas

Dos tifones causan estragos en Filipinas

Lugar

Sur de Luzón y otras islas cercanas.

Suceso

  • El 25 de octubre de 2020, el tifón Molave —conocido localmente como Quinta— golpeó la provincia de Albay, en la región de Bicol, y siguió avanzando por la isla de Luzón.

  • El 1 de noviembre de 2020, el supertifón Goni —conocido localmente como Rolly— tocó tierra en Catanduanes, otra isla de la región de Bicol (Luzón). Después esta tormenta de categoría 5 siguió causando estragos por otras provincias, algunas de las cuales ya habían sido azotadas por el tifón Molave.

  • Las intensas lluvias y los fuertes vientos de ambas tormentas causaron graves inundaciones y dejaron a muchas personas sin electricidad y sin agua potable. Muchas zonas siguen sin servicio de teléfono o Internet, y están prácticamente incomunicadas.

  • En el volcán Mayón, las lluvias torrenciales provocaron lahares —riadas de lodo volcánico— que inundaron muchas casas cercanas a la montaña.

Impacto en nuestros hermanos

  • Cientos de testigos de Jehová fueron evacuados.

  • Una Testigo de 89 años sufrió heridas leves mientras huía de su casa, que quedó completamente destruida.

Daños materiales

  • 134 casas y 8 Salones del Reino sufrieron daños menores.

  • 75 casas y 8 Salones del Reino sufrieron daños graves.

  • 101 casas y 1 Salón del Reino quedaron totalmente destruidos.

Labores de socorro

  • Los superintendentes de circuito y los ancianos locales están colaborando con seis Comités de Socorro para que los hermanos tengan alojamiento y suficiente comida, agua y otros artículos de primera necesidad. Toda esta ayuda física y espiritual se está dando de acuerdo con las medidas de seguridad que requiere el COVID-19.

Seguimos pidiéndole a Jehová que cuide a los hermanos afectados por estos terribles desastres naturales. En estos momentos tan difíciles sabemos que Jehová continuará siendo para ellos “el Padre de tiernas misericordias y el Dios de todo consuelo” (2 Corintios 1:3).