2 DE DICIEMBRE DE 2021
PERÚ
75 años después y Perú sigue “floreciendo como una rosa”
En octubre de 1946, llegaron por primera vez misioneros al Perú y se encontraron con mucho territorio para predicar. Había 7 millones de personas repartidas por lugares muy diferentes en un área de casi 1,3 millones de kilómetros cuadrados (501.932 millas cuadradas). Durante los últimos 75 años, los misioneros y otros Testigos del Perú han hecho un gran esfuerzo por predicar, desde los pueblitos más alejados en las montañas hasta las ciudades de la costa, y han visto cómo muchos han aprendido la verdad.
Antes de que los misioneros llegaran, hubo testigos de Jehová de Sudamérica que en ocasiones predicaron en Lima, la capital del Perú. Entregaron publicaciones a personas que demostraron interés, y algunas de esas personas decidieron servir a Jehová. En 1945, dos misioneros que servían en Chile viajaron a Lima para bautizar a los tres primeros testigos de Jehová del país.
A partir de octubre de 1946, empezaron a llegar misioneros de Galaad para organizar la obra en el Perú. La primera reunión a la que asistieron personas interesadas en aprender de la Biblia se celebró en el distrito del Rímac, en Lima. A medida que el número de misioneros y de publicadores iba aumentando, se empezó a predicar fuera de Lima. Y hoy la predicación sigue creciendo.
Nellena Pool fue una de las primeras misioneras que llegó en 1946 al Perú. En su biografía —publicada en La Atalaya del 1 de septiembre de 1958 en español— cuenta cómo creció la obra en el país. Ella dijo: “Es difícil describir la sensación que se tiene cuando uno ve la tierra que una vez era desierto comenzar a florecer como una rosa”.
Irene Mannings asistió a la clase número 54 de Galaad, fue asignada al Perú y todavía sigue allí. Ella cuenta: “Durante todos estos años, hemos visto que el número de publicadores ha aumentado de 7.000 a más de 130.000. Para mí ha sido todo un honor haber puesto mi granito de arena. Si no hubiera sido por Jehová, esto no habría sido posible”.
Los 133.170 testigos de Jehová del Perú están muy agradecidos por todo el trabajo hecho en los últimos 75 años. La historia de los Testigos de este país es una prueba más de que se está cumpliendo lo que Jehová prometió en Isaías 60:22: “El pequeño llegará a ser mil, y el insignificante, una nación poderosa”.