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Salvados de las garras del suicidio

Salvados de las garras del suicidio

AL PREDICAR de casa en casa, dos testigos de Jehová llamaron a una puerta y los atendió un señor muy deprimido. Al fondo, sobre las escaleras, se veía una cuerda que había colgado para ahorcarse.

El hombre los invitó a pasar, y ellos le preguntaron por la cuerda. Les confesó que pensaba suicidarse, pero que al oír el timbre, decidió abrir la puerta. Los Testigos hablaron con él y lo acompañaron al médico, quien pudo brindarle ayuda.

Este caso, que salió publicado en un periódico belga, no es el único en el que testigos de Jehová han evitado un suicidio. Veamos otros casos que han ocurrido en distintas partes del mundo.

Una mujer de Grecia escribió: “Después de que mi pareja me traicionara, caí en una profunda depresión. Estaba tan desesperada que decidí quitarme la vida. La sola idea de dejar de vivir me consolaba: quería acabar con mi dolor”.

Pero en vez de eso, la mujer acudió al médico. Poco después, se puso en contacto con los Testigos y comenzó a estudiar la Biblia y a asistir a sus reuniones. Ella explica: “Entre los hermanos he hallado amor genuino, la clase de amor que había estado buscando todos estos años”. Y añade: “He conseguido verdaderos amigos en los que puedo confiar. También he hallado paz y felicidad; ya no me preocupa el porvenir”.

Una Testigo de Inglaterra cuenta: “En cierta ocasión me llamó una conocida que, muy angustiada, me dijo que esa noche pondría fin a su vida. Basándome en algunos puntos tomados de un artículo de la revista ¡Despertad! de mayo de 2008 que trataba sobre el suicidio, traté de hacerla razonar y le cité algunos textos bíblicos consoladores. Y ahora, aunque aún tiene problemas, ya no piensa que el suicidio sea la solución”.

En Ghana, un testigo de Jehová llamado Michael se puso a conversar en cierta ocasión con una joven que solía ir a su lugar de empleo a vender unos productos. Michael se dio cuenta de que estaba muy triste y le preguntó si le sucedía algo.

Ella le dijo que deseaba quitarse la vida porque su esposo la había dejado por otra. Michael le dio palabras de ánimo y le regaló dos libros basados en la Biblia. Lo que leyó la disuadió de aquella idea, empezó a estudiar la Biblia y se hizo testigo de Jehová.

En Estados Unidos, un periódico informó sobre la situación con la que se encontró un joven Testigo que estaba predicando. Al ir por la calle, se fijó en un auto estacionado y con el motor encendido. El joven cuenta:

“Vi que del escape salía un tubo para secadora de ropa que llegaba hasta la ventana, la cual estaba sellada con cinta adhesiva.

”Corrí al auto, me asomé por la ventana y, en medio de una densa nube de humo, vi una mujer llorando. Entonces grité: ‘¡Pero qué está haciendo?’.

”Cuando iba a abrir la puerta, vi tres niñitos en el asiento trasero. Y al abrirla, la mujer me dijo: ‘¡Déjame! ¡Deja que me vaya! ¡No puedo irme sin mis hijos!’.

”Le pedí que no lo hiciera, que esa no era la solución. Y ella me contestó que tenía que irse al cielo y llevarse a sus niños.

”Mientras la mujer seguía llorando, yo me puse de rodillas y, con lágrimas en los ojos, le supliqué: ‘¡Por favor, no lo haga!’. Entonces la rodeé con mi brazo y la saqué lentamente del auto.

”Luego exclamó: ‘¡Mis hijos! ¡Saque a mis hijos!’.

”Ellos extendieron los brazos para que los sacara. Había dos niñas —una de cuatro y otra de cinco años de edad— y un pequeño de dos años. Estaban allí, calladitos, sin darse cuenta de lo cerca que estuvieron de la muerte.

”Una vez que saqué a los cuatro, apagué el auto, me senté con ellos en un pequeño muro y le dije a la mujer: ‘Cuénteme’.”

Para los testigos de Jehová, la vida es un valioso regalo de parte de nuestro Creador. Además, estamos dispuestos a ayudar y consolar a quienes han tratado de suicidarse y a quienes han perdido así a un ser querido.