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Predican en el río Xingú

Predican en el río Xingú

A principios de julio del 2013, un grupo de 28 testigos de Jehová de Brasil partió del municipio de São Félix do Xingu con destino al territorio de los cayapós y los yurunas. Subieron por el río Xingú en una embarcación de 15 metros (50 pies). Este río, de unos 2.000 kilómetros (1.300 millas) de longitud, fluye en dirección norte y desemboca en el Amazonas.

El propósito del viaje era llevar las buenas noticias del Reino de Dios a quienes viven en las aldeas situadas a lo largo de las riberas. Al tercer día, el grupo llegó a la aldea de Kokraimoro, donde les dieron una amigable bienvenida. Al verlos, una de las lugareñas empezó a hacerles señas con mucho entusiasmo. El guía que los acompañaba les explicó lo que la mujer quería decir: “¡Vengan! ¡Queremos conocerlos a todos!”.

Los Testigos hablaron con todo el mundo: con algunos en portugués, y con otros valiéndose de señas y de las hermosas láminas de las publicaciones bíblicas que estaban ofreciendo. Los aldeanos aceptaron con gusto dichas publicaciones. Una de las que más gustó fue el folleto Escuche a Dios.

Gerson, un precursor especial (o evangelizador de tiempo completo) de São Félix do Xingu, cuenta lo que hizo un hombre al recibir la publicación Mi libro de historias bíblicas: “Cuando vio el libro, lo agarró con fuerza y con las dos manos. No lo quiso soltar ni por un momento”.

En este viaje, los Testigos dejaron unos quinientos libros, folletos y revistas en manos de los aldeanos, quienes estaban muy agradecidos. En Kawatire, a los lugareños les llamó mucho la atención la esperanza bíblica de que pronto la Tierra será un paraíso. “En el Paraíso, la gente vivirá como nosotros”, concluyó Tonjaikwa, un amable cayapó.

Muchos de los habitantes de São Félix do Xingu se habían enterado de que los Testigos harían este viaje. Simone, una de las evangelizadoras del grupo, contó que algunos dudaban de que a ella y sus compañeros los dejaran entrar en las aldeas. Pero no tuvieron ningún problema. “Nos recibieron muy bien —dice Simone—, y pudimos hablar con todos.”