La Biblia les cambió la vida
La Biblia les cambió la vida
“Anhelaba tener un padre” (MARCO ANTONIO ALVAREZ SOTO)
AÑO DE NACIMIENTO: 1977
PAÍS: CHILE
OTROS DATOS: MIEMBRO DE UNA BANDA DE DEATH-METAL
MI PASADO: Me crié con mi madre en Punta Arenas, una ciudad tranquila en el estrecho de Magallanes, cerca del extremo sur del continente americano. Mis padres se separaron cuando yo tenía cinco años, lo que me dejó con un sentimiento de abandono. Anhelaba tener un padre.
Mi madre estudiaba la Biblia con los testigos de Jehová y me llevaba a las reuniones cristianas en el Salón del Reino. Pero yo odiaba ir, y con frecuencia armaba una rabieta por el camino. Dejé de asistir cuando tenía 13 años.
Para entonces ya amaba la música y veía que tenía talento. A los 15 años tocaba heavy-metal y death-metal en festivales, bares y fiestas privadas. Me juntaba con buenos músicos, y eso hizo que me interesara en la música clásica. Empecé a estudiar en el conservatorio local. Cuando tenía 20 años me trasladé a la capital, Santiago, para ampliar mis estudios. Al mismo tiempo seguí tocando en bandas de heavy-metal y death-metal.
Pese a todo, siempre me atormentaba una sensación de vacío. Para aplacarla, me emborrachaba y me drogaba con los miembros de mi banda, a quienes consideraba mi familia. Tenía una actitud rebelde, que se manifestaba en mi apariencia: iba vestido de negro, con barba y el pelo casi hasta la cintura.
Mi forma de ser siempre me metía en peleas, y tenía problemas con la policía. Cierto día, un grupo de traficantes de drogas nos estaban molestando a mis amigos y a mí. Bajo la influencia del alcohol, los ataqué, y ellos me dieron tal paliza que acabé con una fractura en la mandíbula.
Sin embargo, el golpe que más me dolió vino de las personas más allegadas. Un día descubrí que mi novia llevaba años engañándome con mi mejor amigo y que el resto de mis amigos me lo habían estado ocultando. Quedé destrozado.
Regresé a Punta Arenas y empecé a trabajar enseñando música y tocando el violonchelo. También seguí grabando con bandas de heavy-metal y death-metal. Por ese entonces conocí a Sussan, una atractiva muchacha con la que empecé a vivir. Tiempo después, Sussan supo que su madre creía en la doctrina de la Trinidad y yo no, así que me preguntó: “¿Cuál es la verdad?”. Le respondí que esa doctrina era falsa y que, aunque yo no podía demostrárselo con la Biblia, sí sabía quién lo podía hacer. Le dije que los testigos de Jehová eran capaces de explicárselo con la Biblia. Entonces hice algo que no había hecho durante muchos años: oré a Dios pidiéndole ayuda.
Algunos días después vi a un hombre que me resultaba familiar y le pregunté si era testigo de Jehová. Aunque era obvio que mi apariencia lo asustó, contestó amablemente a mis preguntas sobre las reuniones en el Salón del Reino. Yo estaba convencido de que aquel encuentro era la respuesta a mi oración. Fui al Salón y me senté en la última fila para pasar desapercibido. Sin embargo, muchos me reconocieron de cuando asistía de niño. Me dieron la bienvenida y me abrazaron con tanto cariño que sentí una paz enorme. Era como si hubiera vuelto a casa. Cuando vi al Testigo que me había dado clases bíblicas en mi niñez, le pedí que volviera a dármelas.
CÓMO LA BIBLIA ME CAMBIÓ LA VIDA: Un día leí Proverbios 27:11, que dice: “Sé sabio, hijo mío, y regocija mi corazón”. Me impresionó pensar que un simple mortal pudiera alegrar al Creador del universo. Entonces comprendí que Jehová era la figura paterna que había buscado toda mi vida.
Quería agradar a mi Padre celestial y hacer su voluntad, pero había sido esclavo de las drogas y el alcohol durante muchos años. Llegué a entender lo que Jesús quiso enseñar con las palabras de Mateo 6:24, donde dice que “nadie puede servir como esclavo a dos amos”. Mientras luchaba por hacer cambios, el principio que se halla en 1 Corintios 15:33 tuvo un profundo efecto en mí: “Las malas compañías echan a perder los hábitos útiles”. Comprendí que no podía dejar mis malos hábitos si seguía frecuentando los mismos lugares y a las mismas personas. El consejo de la Biblia era claro: tenía que tomar medidas drásticas para apartarme de las cosas que me estaban haciendo tropezar (Mateo 5:30).
Debido a mi pasión por la música, dejar el ambiente del heavy-metal fue la decisión más difícil de tomar. Pero con la ayuda de mis amigos de la congregación, por fin lo logré. Abandoné las borracheras y las drogas, me corté el pelo, me afeité la barba y dejé de vestirme solo de negro. Cuando le dije a Sussan que quería cortarme el pelo, ella no pudo resistir la curiosidad y me dijo: “Voy a ir contigo al Salón. Quiero ver qué hacen allí”. Quedó muy complacida y no tardó en comenzar a estudiar la Biblia también. Con el tiempo nos casamos, y en 2008, ambos nos bautizamos como testigos de Jehová. Hoy servimos felices a Jehová junto a mi madre.
QUÉ BENEFICIOS HE OBTENIDO: He escapado de un mundo de felicidad engañosa y amigos traicioneros. Sigo amando la música, pero ahora soy selectivo. Utilizo mi experiencia para ayudar a miembros de mi familia y a otras personas, especialmente a los jóvenes. Quiero ayudarlos a comprender que mucho de lo que este mundo ofrece quizás parezca atractivo, pero que al final solo es “un montón de basura” (Filipenses 3:8).
Al acercarme a Dios, he encontrado amigos leales en la congregación cristiana, donde prevalecen el amor y la paz. Pero sobre todo, he encontrado al padre que tanto anhelaba: Jehová.
LA ATALAYA