EN TIEMPOS bíblicos, cuando una pareja iba a casarse, el novio le pagaba la dote a la familia de la novia. Podía pagarse, por ejemplo, con objetos de valor, animales o dinero. En ocasiones, también podía pagarse realizando trabajos, como le pasó a Jacob cuando iba a casarse con Raquel. Él acordó con su suegro trabajar siete años por ella (Gén. 29:17, 18, 20). ¿Por qué se seguía la costumbre de pagar la dote?
La especialista en temas bíblicos Carol Meyers dice: “La dote podía ser una especie de compensación que se le daba a la familia de la novia por el trabajo que ella dejaría de realizar. Esto era importante para las familias que vivían de la agricultura”. La dote también podía servir para afianzar los lazos de amistad que ahora unían a ambas familias. Y, en tiempos de dificultades, ambas familias podían ayudarse. Además, la dote demostraba que una mujer estaba comprometida y que pasaría de estar bajo el cuidado y protección de su padre a estar bajo el de su esposo.
Pagar la dote por una mujer no significaba que podía comprarse o venderse como si fuera un objeto. El libro Instituciones del Antiguo Testamento dice: “Esta obligación de entregar una suma de dinero, o su equivalente, a la familia de la novia, da evidentemente al matrimonio israelita la apariencia de una compra. Pero […] se presenta, más que como el precio pagado por la mujer, como una compensación dada a la familia”.*
Hoy día, todavía existe en algunos países la costumbre de pagar la dote por la novia. Si los padres cristianos no son muy exigentes a la hora de recibir la dote, la gente sabrá que “son personas razonables” (Filip. 4:5; 1 Cor. 10:32, 33). Así demostrarán que no son “amantes del dinero” (2 Tim. 3:2). Además, si no piden una dote demasiado alta, el novio no se verá obligado a posponer la boda hasta conseguir lo suficiente para pagar la dote. Y, si es precursor, no tendrá que dejar su servicio y trabajar a tiempo completo para conseguir el dinero.
En algunas partes del mundo, hay leyes que regulan el pago de la dote. En esos lugares, los padres cristianos respetan estas leyes. Lo hacen porque Dios espera que los cristianos “se sometan a las autoridades superiores” y obedezcan las leyes que no están en contra de las que él ha dado (Rom. 13:1; Hech. 5:29).