LA BIBLIA LES CAMBIÓ LA VIDA
Tenía una guerra contra la injusticia y la violencia
Relatado por Antoine Touma
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AÑO DE NACIMIENTO: 1960
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PAÍS: LÍBANO
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OTROS DATOS: EXLUCHADOR DE KUNG FU
MI PASADO:
Soy de Rmeich, un pueblo del Líbano cerca de la frontera con Israel. Crecí durante la guerra civil. Todavía están frescas en mi memoria las explosiones de minas, que dejaban sin extremidades a víctimas inocentes. La vida era muy difícil; vivíamos rodeados de delincuencia y violencia.
Mi familia pertenecía a la Iglesia Maronita, una de las iglesias católicas de Oriente. Éramos 12 en casa, de modo que mi padre siempre estaba trabajando para darnos lo necesario, mientras que mi madre se encargaba de llevarnos a la iglesia. Con el tiempo, me di cuenta de que tanto la Iglesia como la sociedad le estaban dando la espalda a los más desfavorecidos.
Cuando llegué a la adolescencia, me enamoré del kung fu. Entrenaba muy duro. Con el tiempo dominé las técnicas de golpear con manos y pies y el manejo de las armas propias de las artes marciales. Pensaba que, aunque no podía detener la guerra, al menos intentaría detener a la gente violenta. Así que siempre que veía a dos personas peleando, intervenía de inmediato. Era muy impulsivo y me enojaba con facilidad. En todo el sur del Líbano me tenían miedo, pues estaba luchando mi propia guerra contra la injusticia y la violencia.
En 1980 me inscribí en un club de kung fu de Beirut. Ni las bombas ni los proyectiles que caían todos los días me impedían ir a entrenar. Lo único que hacía era comer, dormir y vivir como Bruce Lee, un actor estadounidense de ascendencia china que era campeón de kung fu. Me peinaba como él, caminaba como él y hasta gritaba como él al pelear. Nunca sonreía.
LA BIBLIA ME CAMBIÓ LA VIDA:
Mi sueño era practicar kung fu a nivel profesional en China. Un buen día, mientras estaba entrenando en preparación para mi viaje a China, alguien llamó a la puerta. Yo tenía puesto mi traje negro de kung fu y estaba empapado en sudor. Cuando abrí, vi a un amigo mío con dos testigos de Jehová. Querían hablar conmigo de la Biblia, pero les dije que yo de eso no sabía nada. Jamás imaginé que en aquel momento mi vida cambiaría para siempre.
Los Testigos me enseñaron con la Biblia que ningún hombre puede eliminar la violencia y la injusticia. Me explicaron que esos problemas existen por culpa del Diablo (Revelación [Apocalipsis] 12:12). Me impresionaron mucho la paz que transmitían y la convicción con la que me hablaron. También me conmovió saber que Dios tiene nombre (Salmo 83:18). Además, me leyeron 1 Timoteo 4:8, que dice: “El entrenamiento corporal es provechoso para poco; pero la devoción piadosa es provechosa para todas las cosas, puesto que encierra promesa de la vida de ahora y de la que ha de venir”. Esas palabras tuvieron un gran efecto en mi vida.
Lamentablemente perdí el contacto con los Testigos, pues mi familia les dijo que no volvieran. De todos modos decidí dejar el kung fu y empezar a estudiar la Biblia. A mis hermanos no les gustó la idea, pero yo me había propuesto encontrar a los Testigos para que me enseñaran más.
Los busqué por todos lados, pero no lograba hallarlos. En ese período, mi padre murió repentinamente y sufrí otras desgracias familiares. Todo esto me deprimió mucho. Trabajaba en una empresa de construcción, y cierto día uno de mis compañeros, llamado Adel, me preguntó por qué estaba tan triste. Entonces me habló de la esperanza de la resurrección que está en la Biblia. Resultó que Adel era Testigo. Durante nueve meses me dio clases bíblicas. Fue muy amable y paciente.
A medida que estudiaba, me fui dando cuenta de que tenía que cambiar... y fue difícil hacerlo. Me enfadaba con facilidad, pero la Biblia me enseñó a controlar mi mal genio y ser menos impulsivo. Por ejemplo, en Mateo 5:44 está el siguiente consejo de Jesús: “Continúen amando a sus enemigos y orando por los que los persiguen”. Y Romanos 12:19 advierte: “No se venguen, [...] porque está escrito: ‘Mía es la venganza; yo pagaré, dice Jehová’”. Gracias a estos y otros versículos fui desarrollando una personalidad más pacífica.
QUÉ BENEFICIOS HE OBTENIDO:
Aunque al principio mi familia no quería que estudiara con los Testigos, ahora los respetan. De hecho, uno de mis hermanos se hizo testigo de Jehová y mi madre defendió nuestras creencias hasta que murió.
Jehová me ha bendecido con una extraordinaria y fiel esposa, Anita. Juntos dedicamos la mayor parte del tiempo a la evangelización. Desde el año 2000 vivimos en Eskilstuna (Suecia), donde damos clases de la Biblia a las personas de habla árabe.
No puedo evitar pensar en las personas que son víctimas de la violencia. Pero me llena de paz y alegría comprender por qué hay tanto sufrimiento y saber que Dios pronto lo eliminará (Salmo 37:29).
A mi esposa y a mí nos encanta servir a Jehová y hablarle a la gente de él