LOS JÓVENES PREGUNTAN
¿Por qué nadie quiere ser mi amigo?
Estás viendo en Internet las fotos de una fiesta que hubo hace poco. Salen todos tus amigos, y se ve que la estaban pasando superbién. Pero... mmm. Falta algo, o más bien, alguien: tú.
Entonces, te preguntas: “¿Por qué no me habrán invitado?”.
De pronto, tu extrañeza se torna en amargura. Sientes que te han traicionado, y tu mundo se desploma como un castillo de naipes. Una ola de soledad inunda tu entero ser, y clamas: “¿Por qué nadie quiere ser mi amigo?”.
¿Qué contestarías?
¿Cuál de estas opciones dirías que es el antídoto contra la soledad?
Tener muchos amigos.
Mantenerse conectado a una red social.
Pasarse el día texteando.
Hacer cosas por los demás.
Lo cierto es que ninguna de estas opciones es un antídoto infalible contra la soledad.
Veamos por qué.
La verdad sobre la amistad y la soledad
Tener muchos amigos no siempre acaba con la soledad.
“Quiero mucho a mis amigos, pero a veces siento que ellos no me valoran. Eso sí que duele: estar rodeado de amigos a los que quieres mucho y sentir que ninguno te quiere ni te necesita.” (Anne)
Mantenerse conectado a una red social no siempre acaba con la soledad.
“Hay quienes coleccionan amigos como si fueran figuritas. Pero una colección así jamás te dará el cariño que necesitas. De nada te sirve tener un montón de contactos si no tienes amigos de verdad.” (Elaine)
Pasarse el día texteando no siempre acaba con la soledad.
“A veces, cuando te sientes solo, no dejas de mirar tu teléfono para ver si alguien te ha enviado un mensaje. Y cuando ves que no entra ninguno, te sientes peor.” (Serena)
Hacer cosas por los demás no siempre acaba con la soledad.
“Todo el tiempo les estoy haciendo favores a mis amigos, pero no veo que ellos hagan lo mismo conmigo. No es que no me guste ser generoso, pero me parece un poco injusto que los demás no hagan nada por mí.” (Richard)
Conclusión: La soledad es, más que nada, un sentimiento, una actitud. “Mucho depende de tu forma de ver las cosas y no de lo que pasa a tu alrededor”, dice una joven llamada Jeanette.
¿Qué puedes hacer si te sientes solo y te parece que nadie valora tu amistad?
El verdadero antídoto
Primero: fortalece tu autoestima.
“En ocasiones, la soledad se debe a la falta de autoestima. ¿Cómo vas a hacer amigos si crees que tu amistad no vale la pena?” (Jeanette)
La Biblia dice: “Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo” (Gálatas 5:14). Para disfrutar de buenas amistades, primero hay que aprender a quererse a uno mismo; claro, tampoco hay que creerse la gran cosa (Gálatas 6:3, 4).
Segundo: no te hagas la víctima.
“La soledad pudiera atraparte. Es como cuando alguien cae en arenas movedizas: mientras más se desespera por salir, más se estanca. Si dejas que la soledad domine tus pensamientos, acabarás siendo un amargado con quien nadie querrá estar y terminarás aún más solo.” (Erin)
La Biblia dice: “El amor [...] no busca sus propios intereses” (1 Corintios 13:4, 5). Concentrarse mucho en uno mismo, hace que uno se vuelva egoísta. ¿Y quién quiere andar con un egoísta a quien no le importan los demás? (2 Corintios 12:15.) Además, siendo realistas, si para sentirte bien dependes de lo que otros hagan por ti, llevas las de perder. Si estás siempre con “A mí nadie me llama” o “A mí nadie me invita nunca a nada”, estás poniendo tu felicidad en manos de otros. ¿Es eso lo que quieres?
Tercero: no te hagas amigo de cualquiera.
“Es normal que quienes se sienten solos deseen atención, sentirse queridos, pero a veces están tan desesperados, que se conforman con la atención de cualquiera. Pero deben tener cuidado porque hay personas que se aprovechan de ese deseo y fingen ser sus amigos para sacarles algo. Al final, se sienten más solos que nunca.” (Brianne)
La Biblia dice: “El que está andando con personas sabias se hará sabio, pero al que está teniendo tratos con los estúpidos le irá mal” (Proverbios 13:20). ¿Verdad que cuando uno se está muriendo de hambre, es capaz de comerse cualquier cosa? Así mismo, alguien hambriento de compañía podría conformarse con cualquier clase de amigos y exponerse a que lo manipulen. Hasta puede llegar a pensar que eso es normal y que no debe esperar nada más.
Conclusión: A todos nos invade la soledad de vez en cuando, pero a unos nos afecta más que a otros. Y aunque la soledad puede ser un sentimiento muy doloroso, no es más que eso: un sentimiento. Pero recuerda: lo que sentimos viene de lo que pensamos. Así que si controlamos nuestros pensamientos, podemos vencer los sentimientos de soledad.
Además, hay que tener los pies en la tierra. “No todo el mundo llegará a ser tu amigo del alma —dijo Jeanette, citada arriba—, pero sí encontrarás a personas que te quieran, y eso es suficiente. Si te sientes querido, difícilmente te sentirás solo.”
¿Quieres saber más? Lee el recuadro “ Hay que vencer los miedos” o descarga el archivo PDF “Qué puedes hacer para no sentirte tan solo”.
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