Satanás y los demonios siempre han sido crueles y peligrosos. Hace mucho tiempo Satanás mató el ganado y los siervos del fiel Job. Entonces mató a los diez hijos de Job haciendo que “un gran viento” destruyera la casa donde estaban. Después Satanás hirió a Job con “un divieso maligno desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza”. (Job 1:7-19; 2:7.)
En los días de Jesús los demonios privaban del habla y la vista a algunas personas. (Mateo 9:32, 33; 12:22.) Hubo el caso de un hombre a quien atormentaban y hacían cortarse con piedras. (Marcos 5:5.) También el de un muchacho a quien hacían gritar, y a quien arrojaban al suelo y ‘convulsionaban violentamente’. (Lucas 9:42.)
Hoy Satanás y los demonios son tan asesinos como siempre. De hecho, su mala actividad ha aumentado desde que se les arrojó del cielo. Informes de todo el mundo dan testimonio de su crueldad. Plagan con enfermedades a algunas personas. A otras las perturban de noche mediante privarlas del sueño o causarles sueños terribles. Abusan sexualmente de otras. Y a otras las impulsan a la locura, el asesinato o el suicidio.
Lintina, quien vive en Surinam, cuenta que un demonio o espíritu malo mató a 16 miembros de su familia y la torturó a ella física y mentalmente por 18 años. Por su experiencia personal dice que a los demonios “les gusta torturar a sus víctimas involuntarias hasta matarlas”.
Pero Jehová puede proteger de los ataques de Satanás a sus siervos. (Proverbios 18:10.)