Si alguien nos hace una pregunta con buenas intenciones o no está de acuerdo con nosotros y quiere que le expliquemos algo, no hay que ponerle fin a la conversación. Queremos hablar con las personas que tienen “la actitud correcta para obtener vida eterna” (Hech. 13:48).
Pero ¿y si la persona está enojada, solo quiere discutir o simplemente no tiene ganas de hablar? Entonces es momento de terminar la conversación con calma y tacto (Prov. 17:14). Despídase con amabilidad. ¡Y nunca se sabe! Quizás la persona esté dispuesta a conversar con nosotros en el futuro (1 Ped. 2:12).