Todos los años, los testigos de Jehová editamos y distribuimos gratuitamente cientos de millones de biblias y otras publicaciones, construimos Salones del Reino y sucursales y les damos mantenimiento, cubrimos los gastos de miles de betelitas y misioneros, y enviamos suministros de socorro a zonas de desastre. Pero ¿de dónde sale el dinero para financiar todo esto?
No cobramos diezmos ni cuotas, ni hacemos colectas. Aunque la obra de predicar genera muchos gastos, no le pedimos dinero a la gente. Hace más de un siglo, el segundo número de la revista La Atalaya expresó nuestra convicción de que contamos con el respaldo de Jehová. Luego añadió que nuestra organización “nunca mendigará ni hará petición a los hombres por apoyo”. Y así ha sido (Mateo 10:8).
Se financia con donativos voluntarios. Mucha gente aprecia nuestra labor de educación bíblica y nos ayuda a costearla con sus donativos. Los mismos Testigos damos de nuestro tiempo, energías y recursos a fin de llevar a cabo la voluntad de Dios por toda la Tierra (1 Crónicas 29:9). En los Salones del Reino y en donde celebramos nuestras asambleas hay cajas en las que todo el que lo desee puede dejar su donativo. Esto también se puede hacer mediante nuestro sitio de Internet jw.org. Los donativos provienen en su mayoría de personas de escasos recursos, que son como la viuda pobre a quien Jesús alabó por echar dos moneditas en las arcas del templo (Lucas 21:1-4). Cualquiera puede apartar regularmente una cantidad para donarla según “lo que ha decidido en su corazón” (2 Corintios 9:7; 1 Corintios 16:2).
Estamos convencidos de que Jehová seguirá motivando a quienes desean honrarlo con sus cosas valiosas a que sigan apoyando la obra del Reino y así se haga su voluntad (Proverbios 3:9).
¿En qué se distingue nuestra organización de las demás religiones?