“No devuelvan mal por mal a nadie […]. Si es posible, hasta donde dependa de ustedes, vivan en paz con todos. Amados, no se venguen […]. Porque está escrito: ‘Mía es la venganza; yo les daré su merecido’, dice Jehová” (ROMANOS 12:17-19).
¿Qué significa?
Es normal que nos sintamos enojados cuando alguien nos hace daño, pero Dios no quiere que nos venguemos. Más bien, nos anima a esperar a que él actúe, porque ha prometido que pronto corregirá todas las injusticias (Salmo 37:7,10).
Intente hacer esto:
Cuando nos vengamos, solo conseguimos que el ciclo del odio continúe. Así que, si alguien lo ha ofendido o le ha hecho daño, no le pague con la misma moneda. Contrólese y actúe con calma. A veces, lo mejor es dejarlo pasar (Proverbios 19:11). En otras ocasiones, puede ser conveniente hacerle frente al problema. Por ejemplo, si usted ha sido víctima de un delito, quizás decida denunciarlo a la policía o a otras autoridades.
Al final, vengarnos solo nos hace daño
¿Y si parece que no es posible resolver el problema de manera pacífica? ¿O si ya ha hecho todo lo que está en su mano para resolver el asunto con calma? Aun así, no se vengue, pues eso seguramente empeorará las cosas. Rompa el ciclo del odio. Aprenda a confiar en que Dios arreglará la situación. En Salmo 37:3-5 leemos: “Confía en él, y él actuará a tu favor”.
Rafika se unió a un grupo revolucionario para luchar contra la injusticia. Luego descubrió la promesa bíblica de que el Reino de Dios traerá paz y justicia.