Padres, pastoreen a sus hijos

Padres, pastoreen a sus hijos

“Debes conocer [bien] la apariencia de tu rebaño.” (PROV. 27:23)

1, 2. a) ¿En qué consistía el trabajo de un pastor en el antiguo Israel? b) ¿En qué se parecen los padres a pastores?

 LA VIDA de un pastor en el antiguo Israel no era nada fácil. Tenía que soportar el frío o el calor y proteger a su rebaño tanto de depredadores como de ladrones. Constantemente examinaba a las ovejas, y si alguna estaba enferma o se había lastimado, se ocupaba de ella. Estaba pendiente sobre todo de los corderitos, pues eran más frágiles que las ovejas adultas (Gén. 33:13).

2 En algunos aspectos, los padres cristianos son como pastores. Necesitan desplegar las cualidades de un buen pastor para cumplir con su responsabilidad, la de criar a sus hijos “en la disciplina y regulación mental de Jehová” (Efes. 6:4). ¿Es fácil hacer eso? Para nada. Los hijos tienen que luchar contra sus propias tendencias imperfectas. Pero es que, además, el mundo los bombardea con ideas satánicas (2 Tim. 2:22; 1 Juan 2:16). Si usted tiene hijos, ¿cómo puede pastorearlos? Veamos tres cosas que puede hacer: conocerlos, alimentarlos y guiarlos.

CONÓZCALOS

3. ¿Cómo pueden los padres conocer bien a sus hijos?

3 Un buen pastor examina cuidadosamente a cada oveja para asegurarse de que está sana. En sentido figurado, usted puede hacer lo mismo con sus hijos. La Biblia dice: “Debes conocer [bien] la apariencia de tu rebaño” (Prov. 27:23). Para conocer bien a sus hijos, tiene que estar al tanto de lo que hacen, piensan y sienten. ¿Cómo puede lograrlo? Hablando a menudo con ellos.

4, 5. a) ¿Qué pueden hacer los padres para que sus hijos se expresen? (Vea la ilustración del principio.) b) ¿Qué le ha sido útil a usted para lograr que sus hijos se expresen?

4 A algunos padres les resulta más difícil comunicarse con sus hijos cuando estos entran en la adolescencia. A esa edad, los jóvenes quizá tiendan a aislarse; tal vez les cueste hablar de lo que piensan y sienten. Si a sus hijos les pasa eso, ¿qué puede hacer? En lugar de obligarles a tener con usted conversaciones muy formales y largas, aproveche ocasiones del día a día. Pruebe a hablar con ellos en un ambiente relajado (Deut. 6:6, 7). Para eso tiene que pasar tiempo con ellos. ¿Por qué no salen a caminar un rato o a dar una vuelta en auto, juegan a algún juego o hacen juntos alguna tarea del hogar? En momentos así, los jóvenes suelen sentirse más cómodos y están más dispuestos a expresarse.

5 Pero ¿y si su hijo sigue sin soltar prenda? Intente algo distinto. Por ejemplo, en vez de preguntarle a su hija qué ha hecho ella durante el día, cuéntele qué ha hecho usted. Puede que entonces le comente algo de cómo le ha ido a ella. O si quiere averiguar lo que piensa de algún tema, no sea demasiado directo. Pregúntele, más bien, qué opina alguna de sus amigas. Después pregúntele qué le diría a su amiga para ayudarla.

6. ¿Cómo puede hacer sentir a sus hijos que está ahí para ellos?

6 Si quiere que sus hijos le abran su corazón, tiene que hacerles sentir que tiene tiempo para ellos y que está dispuesto a escucharlos. Cuando los padres siempre parecen estar ocupados, es fácil que los jóvenes se encierren en sí mismos. ¿Cómo puede demostrarle a su hijo que está dispuesto a escucharlo? No basta con decirle: “Aquí me tienes siempre que quieras”. Él necesita saber que no le va a restar importancia a sus problemas ni va a escandalizarse por lo que le diga. Kayla, una joven de 19 años, comenta: “Puedo hablar con mi padre de cualquier cosa. Nunca me interrumpe, y tampoco me juzga; solo me escucha. Y después siempre me da consejos buenísimos”.

7. a) ¿Cómo pueden los padres ser equilibrados al hablar de temas delicados, como de salir con alguien? b) ¿Cómo podrían los padres, tal vez sin querer, estar “exasperando a sus hijos”?

7 Pongamos que habla con sus hijos de algún tema delicado, como de salir con alguien. Si se centra demasiado en advertirles de los peligros, podría olvidarse de explicarles la manera correcta de ver el asunto. Para entenderlo, imagínese que va a comer a un restaurante y se encuentra con que en el menú, junto a cada plato, hay una advertencia sobre la posibilidad de intoxicarse si lo come. Probablemente se irá y buscará otro restaurante. Seguro que sus hijos reaccionarán de la misma manera si le piden un consejo y todo lo que usted les da es una lista de advertencias (lea Colosenses 3:21). Más bien, intente ser equilibrado; ni tanto ni tan poco. Una hermana joven llamada Emily explica: “Cuando mis padres hablan conmigo de salir con chicos, no lo pintan como algo malo. Destacan lo maravilloso que es conocer y encontrar a alguien con quien casarse. Eso hace que me sienta cómoda al hablar con ellos del tema. De hecho, en vez de actuar a sus espaldas, quiero que estén al tanto de cualquier relación que empiece”.

8, 9. a) ¿Por qué es bueno escuchar con paciencia y sin interrumpir? b) ¿Cómo le ha ido a usted al escuchar a sus hijos?

8 De acuerdo con lo que dijo Kayla, demuéstreles a sus hijos que está dispuesto a escucharlos siendo paciente cuando le cuenten algo (lea Santiago 1:19). Katia, una madre que cría sola a su hija, admite: “Antes, enseguida perdía la paciencia con ella. No la dejaba terminar lo que estaba diciendo. O bien estaba muy cansada para escuchar, o bien no quería que nadie me molestara. Ahora que he cambiado de actitud, mi hija también. Está mucho más abierta”.

Escúchelos y así conózcalos (Vea los párrafos 3 a 9)

9 A un padre llamado Ronald le pasó algo parecido con su hija adolescente. “Cuando me dijo que se había enamorado de un muchacho de la escuela, al principio me hirvió la sangre —confiesa—. Pero recordé lo paciente y razonable que es Jehová con sus siervos y pensé que debía dejar que mi hija se expresara antes de corregirla. ¡Y menos mal! Por primera vez entendí sus sentimientos. Cuando terminó, me resultó más fácil hablarle con cariño. Para mi sorpresa, se tomó muy bien mis consejos y dijo que se esforzaría sinceramente por cambiar de conducta.” Conversar con frecuencia con sus hijos le ayudará a saber lo que hay en su mente y corazón. Y eso, a su vez, le permitirá influir más en las decisiones que tomen. *

ALIMÉNTELOS

10, 11. ¿Cómo puede ayudar a sus hijos a no desviarse de la verdad?

10 Un buen pastor sabe que cualquiera de sus ovejas podría perderse. Quizá la atraiga algún prado cercano, luego vea otro un poco más allá... y al final acabe separándose del rebaño. De igual manera, un hijo podría desviarse poco a poco de la verdad, quizá atraído por malas compañías o diversiones poco recomendables (Prov. 13:20). ¿Cómo puede evitar que eso les pase a sus hijos?

11 Si detecta en ellos algún punto débil, no pierda tiempo. Ayúdelos enseguida a mejorar en esos aspectos. Afiance también las buenas cualidades que ya tienen (2 Ped. 1:5-8). La adoración en familia es una ocasión ideal para hacerlo. El Ministerio del Reino de octubre de 2008 recalcó: “Exhortamos a los cabezas de familia a asumir su responsabilidad ante Jehová y encargarse de seguir fielmente un buen programa de estudio bíblico en familia”. ¿Está usted aprovechando al máximo esa oportunidad para pastorear a sus hijos? Puede estar seguro de que ellos valoran los esfuerzos que hace por ayudarlos espiritualmente (Mat. 5:3; Filip. 1:10).

Aliméntelos bien (Vea los párrafos 10 a 12)

12. a) ¿Cómo beneficia la adoración en familia a los jóvenes? (Vea también el recuadro “ Ellos lo agradecen”.) b) ¿Cómo le ha ayudado a usted la adoración en familia?

12 Fíjese en cómo ve su Noche de Adoración en Familia una joven llamada Carissa. Ella dice: “Me encanta que todos nos sentemos a hablar. Eso nos une y crea bonitos recuerdos. Mi padre siempre cumple con el programa de estudio. Ver que se lo toma en serio me anima y me impulsa a tomármelo en serio yo también. Además, me da más razones para respetarlo como padre y cabeza espiritual”. Brittney, una hermana joven, comenta: “La adoración en familia me ha acercado a mis padres. Me demuestra que les interesan mis problemas y que se preocupan por mí. Nos fortalece y nos une como familia”. Está claro que alimentar a sus hijos espiritualmente —sobre todo mediante la adoración en familia— es una de las principales maneras de pastorearlos bien. *

GUÍELOS

13. ¿Cómo pueden los padres motivar a sus hijos a servir a Jehová?

13 Un buen pastor usa su vara para dirigir y defender a su rebaño. Uno de sus principales objetivos es guiar a las ovejas a “buenos pastos” (Ezeq. 34:13, 14). ¿Acaso no quiere usted hacer lo mismo con sus hijos? Usted puede guiarlos para que sirvan a Jehová y ayudarles a sentirse como el salmista que escribió: “En hacer tu voluntad, oh Dios mío, me he deleitado, y tu ley está dentro de mis entrañas” (Sal. 40:8). Si sus hijos llegan a sentirse así, de seguro desearán dedicar su vida a Jehová y bautizarse. Pero, claro, para dar ese paso tan importante deben tener cierta madurez y realmente querer servir a Jehová.

14, 15. a) ¿Cuál debe ser el objetivo de los padres cristianos? b) ¿Por qué expresan dudas algunos adolescentes?

14 Pero ¿y si su hijo no parece estar progresando espiritualmente o hasta cuestiona sus creencias? Póngase como objetivo inculcarle amor a Jehová y gratitud por todo lo que él ha hecho (Rev. 4:11). Entonces, cuando esté listo para hacerlo, podrá tomar por sí mismo la decisión de servirle.

15 Ahora bien, ¿qué hay si su hijo empieza a expresar dudas? ¿Cómo puede hacerle ver que servir a Jehová es la mejor forma de vivir y que lo hará feliz para siempre? Primero averigüe por qué duda. ¿Es porque en verdad no está de acuerdo con lo que dice la Biblia, o es más bien porque no se atreve a defenderlo frente a sus compañeros? ¿Es porque piensa que las normas de Jehová no son prácticas, o es quizá porque se siente solo y rechazado?

Guíelos por el buen camino (Vea los párrafos 13 a 18)

16, 17. ¿Cómo pueden los padres ayudar a sus hijos a tener una amistad personal con Jehová?

16 Sin importar lo que haya detrás de las dudas de su hijo, usted le puede ayudar a resolverlo. ¿Cómo? A algunos padres les ha dado buenos resultados preguntarle a su hijo: “¿Te gusta ser cristiano, o se te hace difícil? ¿Cuáles crees que son las ventajas? ¿Y las desventajas? ¿No te parece que los sacrificios son poca cosa en comparación con los beneficios, tanto los que tenemos ahora como los que vendrán en el futuro?”. Por supuesto, plantéele estas preguntas con sus propias palabras y en un tono sincero y cariñoso. No lo convierta en un interrogatorio. Durante la conversación, quizá pueda analizar el texto de Marcos 10:29, 30. A algunos jóvenes tal vez les venga bien anotar los pros y los contras en un papel. Verlos escritos puede ayudarles a darse cuenta de la verdadera causa de sus dudas y a encontrar soluciones. Por otra parte, ¿han estudiado sus hijos con usted los libros Enseña y Amor de Dios? Si usted los usa con otras personas, ¡cuánto más debe hacerlo con ellos!

17 Tarde o temprano, sus hijos tendrán que decidir por ellos mismos si servirán o no a Jehová. No piense que van a asimilar sus creencias de forma automática. Deben cultivar una amistad personal con Jehová (Prov. 3:1, 2). Si usted ve que a su hijo le cuesta hacer eso, ¿por qué no le ayuda a replantearse las verdades básicas? Ayúdele a hacerse preguntas de este tipo: “¿Cómo sé yo que Dios existe? ¿Qué me convence a mí de que realmente le importo? ¿Por qué creo que sus normas son buenas para mí?”. Demuestre ser un buen pastor y guíe con paciencia a sus hijos para que comprueben que servir a Jehová es lo mejor que pueden hacer con su vida (Rom. 12:2). *

18. ¿Cómo pueden los padres imitar al Gran Pastor?

18 Todos los cristianos verdaderos queremos imitar al Gran Pastor, Jehová (Efes. 5:1; 1 Ped. 2:25). Los padres, en especial, tienen que conocer bien a su rebaño, a sus queridos hijos. Deben hacer todo lo posible por guiarlos hacia las bendiciones que Jehová les tiene preparadas. Así que, padres, pastoreen a sus hijos: enséñenles a amar a su Padre celestial.

^ Para más sugerencias, vea La Atalaya del 1 de agosto de 2008, páginas 10 a 12.

^ Hallará más información en el artículo “La adoración en familia es esencial para sobrevivir”, de La Atalaya del 15 de octubre de 2009, páginas 29 a 31.

^ Encontrará más información en La Atalaya del 1 de febrero de 2012, páginas 18 a 21.