LOS JÓVENES PREGUNTAN
¿Cómo puedo sobrellevar mi enfermedad? (Primera parte)
¿Conoces a algún joven que tenga una enfermedad grave? ¿Padeces tú mismo alguna enfermedad o discapacidad que te impida realizar actividades que otros jóvenes pueden hacer?
Si una enfermedad te limita, es comprensible que a veces te sientas triste. Veamos algunos pensamientos bíblicos que te harán sentir mejor.
El Creador, Jehová, sabe por lo que estás pasando. Y lo que es más, se interesa por ti (1 Pedro 5:7).
Jehová se ha propuesto acabar con todas las enfermedades. ¿Te imaginas? Puedes leer sobre esta promesa en Isaías 33:24 y Revelación (Apocalipsis) 21:1-4.
Muchos jóvenes con problemas de salud han visto que la fe en Dios y en sus promesas les da las fuerzas para seguir adelante. Veamos cuatro casos.
YEIMY
Desde los 11 años necesito una silla de ruedas para moverme. Ni siquiera puedo hacer algo tan sencillo como levantar cosas ligeras.
Cuando tenía cinco años me diagnosticaron distrofia muscular, una enfermedad que va empeorando con el tiempo y que me limita muchísimo. A veces me pongo muy triste porque no puedo hacer cosas que hacen otros de mi edad. Pero cuento con la ayuda de mis padres y los hermanos de la congregación, quienes también me dan apoyo emocional y espiritual. De hecho, predico a tiempo completo, y los hermanos me acompañan a dar clases de la Biblia.
Jesús dijo que cada día trae sus propios problemas (Mateo 6:34). Por eso, procuro vivir día a día y voy trazándome metas que pueda alcanzar. ¡Cuánto deseo que llegue el nuevo mundo que Dios promete! Entonces me podré olvidar de esta enfermedad y disfrutar de la vida de verdad (1 Timoteo 6:19).
Piensa en esto: A Yeimy le ha servido fijarse metas realistas. ¿Qué metas te pondrías tú? (1 Corintios 9:26.)
MATTEO
Me empezó a doler la espalda cuando tenía seis años. Al principio, los doctores decían que se debía al crecimiento. Pero un año después descubrieron que tenía un tumor en la columna.
Cuando me operaron, solo pudieron quitarme alrededor del 40% del tumor; pero en tan solo dos meses recuperó su tamaño original. Desde entonces me han hecho muchas pruebas, me he sometido a muchos tratamientos y me he decepcionado muchas veces.
Hay días en que me duele todo el cuerpo, como si me estuvieran dando puñaladas, pero donde más dolor siento es en la espalda y el pecho. Con todo y eso, trato de que mi situación no me afecte más de la cuenta. Pienso en que otros también han aguantado cosas horribles y aun así no pierden el ánimo. Lo que más me ayuda a mantener una actitud positiva es saber que llegará el día en que Jehová cumpla su promesa de acabar con el dolor (Revelación 21:4).
Piensa en esto: ¿Por qué crees que reflexionar en que Jehová acabará con el sufrimiento le ayuda a Matteo a no perder el ánimo? ¿Podría ayudarte a ti también? (Isaías 65:17.)
BRUNA
Como a simple vista no se nota mi enfermedad, hay quienes pudieran pensar que soy perezosa. Pero la verdad es que todo me cuesta muchísimo trabajo: estudiar, cumplir con mis deberes y hasta levantarme de la cama.
A los 16 años me diagnosticaron esclerosis múltiple. Esta es una enfermedad debilitante y progresiva que afecta mi capacidad para trabajar y no me deja realizar todas las actividades cristianas que quisiera. Me gusta repasar 1 Pedro 5:7, que nos anima a echar sobre Dios todas nuestras inquietudes porque él se interesa por cada uno de nosotros. Pensar en esto me ha dado fuerzas hasta el día de hoy.
Piensa en esto: ¿Cómo puede ayudarte echar todas tus inquietudes sobre Jehová, tal como lo hace Bruna? (Salmo 55:22.)
ANDRÉ
Algunas personas me tratan como si tuviera 10 años. Y no los culpo, pues parezco un niño.
Cuando tenía dos años, me descubrieron un tipo de cáncer muy raro que me empezó en la médula espinal y se extendió al cerebro. Los médicos lograron controlar la enfermedad, pero los tratamientos frenaron mi crecimiento. Mido 1,37 metros (4 pies y 6 pulgadas). Así que muchos no me creen cuando les digo que tengo 18 años.
En la congregación me tratan con dignidad. Nadie se burla de mí, como lo hacían los chicos de la escuela. Trato de ver las cosas buenas que hay en mi vida, como haber conocido a Jehová. ¡Eso es lo mejor que puede pasarle a alguien! Estoy convencido de que él me cuidará siempre, pase lo que pase. También me ayuda pensar en el maravilloso nuevo mundo que Jehová ha prometido (Isaías 33:24).
Piensa en esto: ¿Por qué crees que conocer a Jehová es lo mejor que le puede pasar a alguien? (Juan 17:3.)
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