La Biblia enseña que Jehová no creó al Diablo, sino a un ángel perfecto que se convirtió en el Diablo. Refiriéndose a Dios, Deuteronomio 32:3-5 dice: “Perfecta es su actividad, porque todos sus caminos son justicia. Dios de fidelidad, con quien no hay injusticia; justo y recto es él”. Por lo tanto, podemos concluir que en un principio, Satanás fue una criatura buena y justa, un hijo celestial de Dios.
Por otra parte, las palabras de Jesús registradas en Juan 8:44 señalan que el Diablo “no permaneció firme en la verdad”, lo cual también demuestra que, en algún momento, debió de ser recto y sin tacha.
Jehová concedió a todas sus criaturas inteligentes libertad para elegir entre lo correcto y lo incorrecto, por lo que aquel ángel también tenía esa posibilidad. Por eso, cuando decidió desobedecer a Dios y convenció a la primera pareja humana de que se le uniera, él mismo se convirtió en Satanás, nombre que significa “Opositor” (Génesis 3:1-5; Revelación 12:9).