PEꞌLA 19
Nyaafx tekh wee
Los israelitas eran esclavos, y los egipcios los obligaban a trabajar muy duro. Jehová envió a Moisés y a Aarón a darle este mensaje al faraón: “Deja que mi pueblo se vaya para que me adore en el desierto”. El faraón era muy orgulloso y respondió: “No me importa lo que diga Jehová. No voy a dejar que los israelitas se vayan”. Después de eso, el faraón los obligó a trabajar aún más duro. Pero Jehová le iba a dar una lección. ¿Qué hizo? Envió las 10 plagas a Egipto. Jehová le dijo a Moisés: “El faraón no me hace caso. Por la mañana él estará en el río Nilo. Ve y dile que toda el agua del río se convertirá en sangre porque no ha dejado que mi pueblo se vaya”. Moisés obedeció y fue a ver al faraón. El faraón vio a Aarón golpear el Nilo con su bastón, y el agua se convirtió en sangre. El río empezó a oler mal, no se podía beber agua de él, y los peces murieron. Pero el faraón todavía no quería dejarlos ir al desierto.
Siete días después, Jehová volvió a mandar a Moisés a darle un mensaje al faraón: “Si no dejas salir a mi pueblo, Egipto se llenará de ranas”. Como el faraón no hizo caso, Aarón levantó su bastón, y todo el país se llenó de ranas. Había ranas en las casas de la gente, en sus camas, en sus platos de comida... ¡Estaban por todas partes! El faraón le dijo a Moisés: “Pídele a Jehová que la plaga termine. Luego, dejaré salir a los israelitas”. Así que Jehová paró la plaga, y los egipcios hicieron muchos montones de ranas muertas. La tierra empezó a oler mal, pero de nuevo el faraón no dejó que el pueblo se fuera.
Después, Jehová le dijo a Moisés: “Que Aarón golpee el suelo con su bastón. Cuando lo haga, el polvo se convertirá en mosquitos”. Y así fue, por todos lados aparecieron mosquitos que picaban a la gente. Algunos egipcios le dijeron al faraón: “¡Esta plaga viene de Dios!”. Pero, de todos modos, el faraón no dejó que los israelitas se marcharan.
“Les haré conocer mi fuerza y poder, y tendrán que saber que mi nombre es Jehová” (Jeremías 16:21).