Jehová nombra profetas para que transmitan advertencias y mensajes relativos a la adoración verdadera y al Mesías
DURANTE la época de los reyes de Israel y Judá cobró relevancia un importante grupo de hombres: los profetas. Todos ellos necesitaron valor y una fe firme para transmitir los mensajes de Dios. Muchas de sus profecías trataron sobre los siguientes temas:
1. La destrucción de Jerusalén. Los profetas de Dios —sobre todo Isaías y Jeremías— predijeron con muchos años de anticipación que Jerusalén sería destruida y abandonada. También revelaron de forma impactante la razón por la que aquella ciudad había provocado la ira de Dios. Aunque decía representar a Jehová, sus prácticas religiosas ofensivas, su flagrante corrupción y su violencia la delataban (2 Reyes 21:10-15; Isaías 3:1-8, 16-26; Jeremías 2:1–3:13).
2. La restitución de la adoración verdadera. Tras los setenta años de exilio en Babilonia, el pueblo de Dios regresaría a su tierra, reconstruiría el templo de Jerusalén y restituiría la adoración verdadera (Jeremías 46:27; Amós 9:13-15). Unos doscientos años antes de que sucediera, Isaías profetizó que un hombre llamado Ciro conquistaría Babilonia y liberaría al pueblo. Incluso reveló cuál sería su singular plan de ataque (Isaías 44:24–45:3).
3.La llegada del Mesías y sus vivencias. El Mesías nacería en una ciudad llamada Belén (Miqueas 5:2). Sería una persona humilde, quien haría su entrada en Jerusalén montado sobre un simple asno (Zacarías 9:9). Pese a que trataría a la gente con amor y cariño, muchos lo despreciarían (Isaías 42:1-3; 53:1, 3). De hecho, sufriría una muerte terrible. ¿Significaría eso el fin del Mesías? No, pues sería resucitado para presentar su sacrificio y así obtener el perdón de los pecados de toda la humanidad (Isaías 53:4, 5, 9-12).
4.El gobierno del Mesías. Los seres humanos imperfectos no están capacitados para gobernar, pero el Rey Mesiánico sí. Lo que es más, a él se le llamaría Príncipe de Paz (Isaías 9:6, 7; Jeremías 10:23). Cuando gobierne la Tierra, habrá paz en todo el planeta, y el hombre vivirá en armonía con los animales (Isaías 11:3-7). Desaparecerán todas las enfermedades (Isaías 33:24). Y hasta la muerte será cosa del pasado (Isaías 25:8). De hecho, millones de personas volverán a vivir (Daniel 12:13).