Nabucodonosor se llevó a los príncipes de Judá a Babilonia y puso a cargo de ellos a un funcionario de la corte llamado Aspenaz. Además, le mandó a este funcionario que buscara a los muchachos más sanos e inteligentes de entre esos príncipes. Estos jóvenes recibirían una educación especial por tres años para tener puestos importantes en Babilonia. Tendrían que aprender a leer, escribir y hablar el idioma acadio de Babilonia. También tendrían que comer la misma comida que se servía en el palacio del rey. Cuatro de estos muchachos se llamaban Daniel, Hananías, Misael y Azarías. Pero Aspenaz les puso nombres babilonios: Beltsasar, Sadrac, Mesac y Abednego. ¿Crees que esa educación que iban a recibir podía alejarlos de Jehová?
Estos cuatro muchachos querían ser obedientes a Jehová. Sabían que no debían aceptar la comida del rey porque la Ley de Jehová prohibía comer algunos de esos alimentos. Por eso le pidieron a Aspenaz: “Por favor, no nos obligues a comer lo mismo que el rey”. Pero Aspenaz les dijo: “Si no comen bien, y el rey ve que tienen cara de enfermos, me matará”.
A Daniel se le ocurrió una idea. Le dijo al guardián: “Por favor, danos solo verduras, legumbres y agua por 10 días. Y luego compáranos con los chicos que sí coman lo mismo que el rey”. Al guardián le pareció bien.
Cuando pasaron los 10 días, Daniel y sus tres amigos se veían más sanos que los demás muchachos. Jehová estaba muy contento con ellos porque habían sido obedientes. También le dio a Daniel la sabiduría para entender visiones y sueños.
Al terminar los tres años de preparación, Aspenaz llevó a los muchachos ante Nabucodonosor. El rey habló con ellos y se dio cuenta de que Daniel, Hananías, Misael y Azarías eran más inteligentes que los otros jóvenes. Así que los eligió para que trabajaran en la corte real. Después de eso, muchas veces el rey les pedía consejo sobre asuntos importantes. Jehová les dio más sabiduría que a los demás sabios y magos del rey.
Daniel, Hananías, Misael y Azarías no estaban en su país, pero siempre se acordaban de que eran parte del pueblo de Jehová. ¿Y tú? Cuando tus padres no estén contigo, ¿también te vas a acordar siempre de Jehová?
“No permitas que nadie menosprecie tu juventud. Más bien, sé un ejemplo para los fieles por tu manera de hablar, tu conducta, tu amor, tu fe, tu castidad” (1 Timoteo 4:12).