¿Trata usted a las mujeres como lo hace Jehová?
LOS varones cristianos tenemos un gran honor: servir a Jehová con muchas mujeres fieles. Queremos y valoramos a todas estas hermanas a por ser tan trabajadoras y leales. Por eso es muy importante que nos esforcemos por tratarlas con bondad, con respeto y sin prejuicios. Pero, como somos imperfectos, no siempre nos resulta fácil hacerlo. Además, algunos hermanos tienen que luchar con un obstáculo añadido.
Algunos hombres crecieron en culturas en las que se trata a las mujeres como si fueran inferiores. Por ejemplo, un superintendente de circuito de Bolivia llamado Hans cuenta: “Algunos hombres se criaron en una cultura muy machista, b y por eso están convencidos de que los hombres son superiores a las mujeres”. Shengxian, un anciano de Taiwán, dice: “Donde vivo, muchos hombres piensan que las mujeres no deben meterse en los asuntos de ellos. Si un hombre menciona la opinión de una mujer, puede que pierda el respeto de los demás”. Otros hombres demuestran sus prejuicios contra las mujeres de maneras más sutiles, como por ejemplo contando chistes despectivos sobre ellas.
Afortunadamente, un hombre que se ha criado en una cultura así puede cambiar y dejar de creer que los hombres son superiores a las mujeres (Efes. 4:22-24). ¿Cómo puede lograrlo? Imitando el ejemplo de Jehová. En este artículo, veremos cómo trata Jehová a las mujeres, cómo pueden los hermanos aprender a tratar a las mujeres como lo hace Jehová y cómo los ancianos pueden dar un buen ejemplo.
¿CÓMO TRATA JEHOVÁ A LAS MUJERES?
Jehová es el ejemplo perfecto de cómo tratar a las mujeres. Es un Padre compasivo que quiere a toda su familia (Juan 3:16). Para él, las mujeres que le sirven son hijas muy queridas. Veamos algunos ejemplos que demuestran que las ama y respeta.
Las trata con imparcialidad. Jehová creó tanto a los hombres como a las mujeres a su imagen (Gén. 1:27). No hizo a los hombres más inteligentes que a las mujeres ni les dio más habilidades que a ellas. Los hizo con la misma capacidad de entender las verdades bíblicas y reflejar sus bonitas cualidades. Jehová no siente preferencia por los hombres (2 Crón. 19:7). Para él, la fe de las mujeres es tan valiosa como la de los hombres, y les ha dado a todos la esperanza de vivir para siempre, ya sea en la Tierra o en el cielo como reyes y sacerdotes (2 Ped. 1:1, nota). Queda claro que Jehová no tiene ningún prejuicio contra las mujeres.
Las escucha. A Jehová le importan los sentimientos y los problemas de las mujeres. Por ejemplo, escuchó y respondió las oraciones de Raquel y Ana (Gén. 30:22; 1 Sam. 1:10, 11, 19, 20). También hizo que en su Palabra se incluyeran relatos de hombres que escucharon a mujeres. Uno de ellos fue Abrahán, que obedeció a Jehová cuando le mandó que le hiciera caso a Sara (Gén. 21:12-14). El rey David escuchó a Abigaíl. Es más, dijo que Jehová la había enviado para hablar con él (1 Sam. 25:32-35). Jesús, que imita a la perfección las cualidades de su Padre, escuchó a su madre, María (Juan 2:3-10). Como se ve en estos ejemplos, Jehová demuestra que respeta a las mujeres escuchándolas.
Confía en ellas. Por ejemplo, Jehová le dio a Eva la responsabilidad de ayudar a cuidar toda la Tierra (Gén. 1:28). Él no la veía como alguien inferior a su esposo, Adán, sino como una ayudante que lo complementaba. También les encargó a las profetisas Débora y Huldá la misión de aconsejar a su pueblo, incluso a un juez y a un rey (Juec. 4:4-9; 2 Rey. 22:14-20). Hoy en día, Jehová confía en sus siervas y les asigna tareas. Estas cristianas fieles son publicadoras, precursoras o misioneras. Ayudan a diseñar, construir y mantener en buen estado los Salones del Reino y las sucursales. Algunas de ellas sirven en Betel o en Oficinas Remotas de Traducción. Todas son como un ejército grande que Jehová utiliza para cumplir su voluntad (Sal. 68:11). Es evidente que Jehová no considera a las mujeres débiles o poco hábiles.
¿CÓMO PUEDEN LOS HERMANOS APRENDER A TRATAR A LAS MUJERES COMO LO HACE JEHOVÁ?
Hermanos, para saber si estamos tratando a las hermanas como lo hace Jehová, hay que analizar con cuidado nuestros pensamientos y acciones. Para eso, necesitamos ayuda. Al igual que una máquina de rayos X puede detectar si alguien tiene ciertos problemas en el corazón, un buen amigo y la Palabra de Dios nos pueden ayudar a detectar si algo anda mal en nuestra manera de ver a las mujeres. Veamos cómo.
Pidámosle ayuda a un buen amigo (Prov. 18:17). Hablemos con un amigo o amiga de confianza que sea razonable y amable, y preguntémosle: “¿Cómo ves que trato a las hermanas? ¿Sienten ellas que las respeto? ¿Puedo mejorar en algo?”. Si nos da alguna sugerencia, no nos pongamos a la defensiva. Más bien, estemos dispuestos a hacer los cambios necesarios.
Estudiemos la Palabra de Dios. La mejor manera de saber si estamos tratando bien a las hermanas es comparando nuestros pensamientos y acciones con lo que dice la Biblia (Heb. 4:12). Al estudiarla, aprendemos de hombres que trataron bien a las mujeres y de otros que no lo hicieron. Así que podemos preguntarnos a quiénes nos parecemos. Por otro lado, es bueno que comparemos unos textos con otros, y así será menos probable que caigamos en el error de usar ciertos versículos fuera de contexto para apoyar ideas equivocadas que tengamos sobre las mujeres. Por ejemplo, 1 Pedro 3:7 dice que hay que darle honra a la esposa “como a una vasija más frágil”. c ¿Significa eso que es inferior al hombre, es decir, menos inteligente o menos hábil? ¡Por supuesto que no! Para no malinterpretar las palabras de Pedro, pensemos en lo que dice Gálatas 3:26-29. Ahí se explica que Jehová ha escogido tanto a mujeres como a hombres para gobernar con Jesús en el cielo. Si estudiamos la Biblia y le pedimos consejo a un buen amigo o amiga, aprenderemos a respetar a nuestras hermanas como merecen.
¿CÓMO DEMUESTRAN LOS ANCIANOS QUE RESPETAN A LAS HERMANAS?
Los hermanos de la congregación también pueden aprender a tratar a las hermanas con respeto observando lo que hacen los ancianos. ¿Cómo dan ellos un buen ejemplo? Veamos algunas de las maneras en las que demuestran que respetan y quieren a las hermanas.
Las felicitan. El apóstol Pablo es un buen ejemplo para los ancianos. Él felicitó de manera pública a varias hermanas en la carta que le escribió a la congregación de Roma (Rom. 16:12). ¿Nos imaginamos lo contentas que se sintieron cuando se leyó la carta a la congregación? De la misma manera, los ancianos tienen la costumbre de felicitar a las hermanas por sus excelentes cualidades y por todo lo que hacen en su servicio a Jehová. Como resultado, ellas se sienten muy respetadas y valoradas. Las palabras de ánimo de un anciano pueden ser justo lo que ellas necesitan para seguir sirviendo a Jehová fielmente (Prov. 15:23).
Cuando los ancianos felicitan a las hermanas, lo hacen de corazón y son específicos. ¿Por qué? Veamos lo que dice Jessica: “Es cierto que a las hermanas nos gusta que nos digan ‘Bien hecho’. Pero nos anima mucho más que nos feliciten por cosas específicas, como por enseñar a nuestros hijos a portarse bien en las reuniones o por ir a buscar a una estudiante de la Biblia para traerla al Salón”. Cuando los ancianos felicitan a las hermanas por algo en concreto, les hacen sentir que la congregación las necesita y las valora.
Las escuchan. Los ancianos humildes reconocen que no son los únicos que tienen buenas ideas. Por eso les piden sugerencias a las hermanas y escuchan atentamente lo que tienen que decir. De esa manera, todos salen ganando. Las hermanas se sienten animadas. ¿Y cómo se benefician los ancianos? Un anciano que sirve en Betel llamado Gerardo explica: “Me doy cuenta de que las sugerencias de las hermanas me ayudan a hacer mejor mi trabajo. En muchos casos llevan más tiempo haciendo el trabajo que la mayoría de los hermanos”. En la congregación hay muchas hermanas que son precursoras, así que conocen muy bien el territorio. Un anciano llamado Bryan dice: “Las hermanas tienen mucho que ofrecerle a la organización. ¡Aprendamos de su experiencia!”.
Los ancianos no pasan por alto las sugerencias de las hermanas. ¿Por qué es eso sabio? Un anciano llamado Edward explica: “La opinión y la experiencia de una hermana pueden ayudar a un hermano a ver el cuadro completo de una situación y a ser más empático” (Prov. 1:5). Incluso si no es posible llevar a cabo la sugerencia de una hermana, los ancianos agradecen sus comentarios y su visión de las cosas.
Las capacitan. Los ancianos demuestran que son sabios cuando buscan oportunidades para capacitar a las hermanas. Pueden enseñarles a dirigir la reunión para la predicación en caso de que no haya ningún hermano bautizado disponible. También pueden explicarles cómo utilizar ciertas herramientas y máquinas para apoyar proyectos de construcción y de mantenimiento. En Betel, los superintendentes han capacitado a las hermanas para que puedan colaborar en distintas labores, como por ejemplo mantenimiento, compras, contabilidad y programación. Los ancianos que capacitan a las hermanas demuestran que confían en ellas y en sus habilidades.
Muchas hermanas usan todo lo que han aprendido de los ancianos para ayudar a los demás. Algunas que recibieron capacitación en construcción ayudan a reconstruir casas que se dañaron a causa de un desastre natural. Otras aprovechan los consejos que recibieron para participar en la predicación pública y los usan para ayudar a capacitar a más hermanas en esta faceta del ministerio. ¿Qué opinan las hermanas de los ancianos que las capacitaron? Jennifer cuenta: “Cuando trabajé en la construcción de un Salón del Reino, uno de los responsables sacó tiempo para entrenarme. Este hermano estaba muy pendiente de lo que yo hacía, y me felicitaba. Me encantaba trabajar con él porque notaba que confiaba en mí y me hacía sentir valorada”.
LAS VENTAJAS DE TRATARLAS COMO SI FUERAN PARTE DE NUESTRA FAMILIA
Al igual que Jehová, queremos a nuestras fieles hermanas. Las tratamos como si fueran parte de la familia (1 Tim. 5:1, 2). Es todo un honor y un orgullo adorar a Jehová con ellas. Y nos hace muy felices ver que se sienten queridas y apoyadas. Vanessa dice: “Me siento tan agradecida con Jehová por dejarme formar parte de una organización que está llena de hombres que me hacen sentir muy a gusto”. Una hermana de Taiwán dice: “Agradezco muchísimo que Jehová y su organización nos valoren tanto y respeten nuestros sentimientos. Eso fortalece mi fe y me hace apreciar aún más el honor de pertenecer al pueblo de Jehová”.
Jehová de seguro se siente muy orgulloso de que los varones cristianos se esfuercen por ver y tratar a las mujeres igual que él (Prov. 27:11). Un anciano de Escocia llamado Benjamin dice: “En el mundo, muchos hombres no respetan para nada a las mujeres. Por eso, cuando las mujeres entran en un Salón del Reino, queremos que sientan la diferencia”. Esforcémonos al máximo por imitar a Jehová y tratar a nuestras queridas hermanas con el amor y el respeto que merecen (Rom. 12:10).
a En este artículo, hermanas se refiere a hermanas cristianas, no a hermanas carnales.
b La palabra machista (o machismo) describe a los hombres que se sienten extremadamente orgullosos de ser hombres y del poder que tienen. Suelen creer que la manera de pensar y comportarse de los hombres es la mejor, y rebajan a las mujeres.
c Encontrará una explicación detallada sobre esta expresión bíblica en los artículos “El valor de ‘un vaso más débil’”, de La Atalaya del 15 mayo 2006, y “Consejos sabios para los casados”, de La Atalaya del 1 marzo 2005.
LA ATALAYA (EDICIÓN DE ESTUDIO)