Desde la ventana de su palacio en Jezreel, el rey Acab veía el viñedo de un hombre llamado Nabot. Acab quería ese terreno y trató de comprárselo. Pero Nabot no quería vendérselo porque la Ley de Jehová decía que no se podían vender los terrenos que se heredaban de los padres. Nabot hizo lo que era correcto. ¿Crees que Acab respetó la decisión de Nabot? No. Acab se puso furioso. Estaba tan enojado que no quería salir de su cuarto ni comer nada.
La esposa de Acab era la malvada reina Jezabel. Ella le dijo: “Tú eres el rey de Israel, así que puedes tener todo lo que se te antoje. Yo conseguiré ese terreno y te lo daré”. Entonces escribió unas cartas a los ancianos de la ciudad. En esas cartas les mandó que acusaran a Nabot de haber maldecido a Dios y que luego lo mataran a pedradas. Los ancianos hicieron todo lo que Jezabel les ordenó. Después, ella le dijo a Acab: “Nabot ahora está muerto. Ya te puedes quedar con su viñedo”.
Nabot no fue la única persona inocente que Jezabel asesinó. Ella mató a muchos otros que amaban a Jehová. También adoraba ídolos y hacía otras cosas malas. Pero Jehová veía todas esas maldades. ¿Qué iba a hacer Jehová con Jezabel?
Después que murió Acab, pasó algún tiempo, y su hijo Jehoram empezó a reinar. Entonces Jehová envió a un hombre llamado Jehú para que castigara a Jezabel y su familia.
Jehú subió a su carro y fue a Jezreel, donde vivía Jezabel. Jehoram también fue en su carro para encontrarse con Jehú. Cuando lo vio, Jehoram le preguntó: “¿Hay paz entre nosotros?”. Jehú contestó: “No habrá paz mientras tu madre, Jezabel, siga haciendo cosas malas”. Entonces Jehoram trató de darse la vuelta con el carro para irse, pero Jehú le disparó una flecha y lo mató.
Luego, Jehú fue al palacio de Jezabel. Ella se enteró de que él venía, así que se maquilló, se hizo un peinado y lo esperó junto a la ventana del piso de arriba. Cuando llegó, Jezabel lo saludó de forma grosera. Jehú gritó a los sirvientes que estaban al lado de ella: “¡Échenla abajo!”. Ellos la empujaron por la ventana, y ella cayó y murió.
Después de eso, Jehú mató a los 70 hijos de Acab y quitó del país la adoración a Baal. ¿Te das cuenta? Jehová lo sabe todo y él castiga en el momento correcto a los que hacen cosas malas.
“Sin embargo, los que están decididos a ser ricos caen en tentaciones y trampas, y son víctimas de muchos deseos insensatos y dañinos que los hunden en la ruina y la destrucción. Porque el amor al dinero es raíz de todo tipo de males, y, tratando de satisfacer ese amor, algunos han sido desviados de la fe y se han causado muchos dolores” (1 Timoteo 6:9, 10).