Cuando los romanos ejecutaban a alguien en un madero, como fue el caso de Jesús, ¿permitían que recibiera un entierro?
LA MAYORÍA de la gente sabe que Jesús fue ejecutado en un madero entre dos delincuentes (Mat. 27:35-38). El relato dice que, después de su muerte, se preparó el cuerpo de Jesús para el entierro y se puso en una tumba (Mar. 15:42-46). Pero hay quienes han cuestionado esta afirmación de la Biblia.
Algunos críticos de los Evangelios no creen que los romanos permitieran que quienes eran ejecutados como delincuentes recibieran un entierro digno, como por ejemplo en una tumba. Les parece más probable que se hiciera algo distinto con los cuerpos de esas personas. El periodista Ariel Sabar explicó en la revista Smithsonian por qué algunos piensan así. Escribió: “La crucifixión era un castigo reservado para la escoria de la sociedad, y a algunos expertos les parece ridículo que los romanos le concedieran a esa clase de personas el honor de tener un entierro digno”. Los romanos querían que los delincuentes condenados a muerte sufrieran la mayor humillación posible. Por eso a menudo dejaban los cuerpos en el madero para que se los comieran los animales salvajes. Es posible que luego arrojaran los restos a una fosa común.
Pero la arqueología ha demostrado que al menos los restos de algunos judíos que fueron ejecutados no acabaron así. En 1968 se encontraron cerca de Jerusalén, en una típica tumba familiar judía, los restos de un hombre ejecutado en el siglo primero. Los restos estaban en un osario, es decir, un recipiente donde se guardan huesos. Entre ellos había un hueso de talón, que estaba clavado a una pieza de madera con un clavo de hierro de 11,5 centímetros (4,5 pulgadas) de largo. Sabar dice: “El talón, que pertenecía a un hombre llamado Jehohanán, sirvió para cerrar un debate que llevaba mucho tiempo abierto sobre la posibilidad de que Jesús fuera enterrado en una tumba, tal como dicen los Evangelios”. Esto tiene su importancia, porque “el talón de Jehohanán fue una prueba de que, en la época de Jesús, los romanos permitieron que un hombre crucificado recibiera un entierro según las costumbres judías”.
El hallazgo de este hueso de talón ha hecho surgir opiniones distintas sobre cómo estaba colgado Jesús en el madero. Pero lo que está claro es que a algunos delincuentes a los que se ejecutaba de esta manera sí se les daba un entierro digno y no se les echaba en una fosa común. Sin duda, lo que dice la Biblia sobre el entierro de Jesús es exacto: su cuerpo se puso en una tumba. Y las pruebas así lo confirman.
Más importante aún, Jehová había predicho que a Jesús lo enterrarían en la tumba de un hombre rico, y nadie puede impedir que se cumpla lo que Dios dice (Is. 53:9; 55:11).