¿Cómo enseñarles? Los mejores métodos

¿Cómo enseñarles? Los mejores métodos

¿Cómo enseñarles? Los mejores métodos

“Estas palabras que te estoy mandando hoy tienen que resultar estar sobre tu corazón; y tienes que inculcarlas en tu hijo y hablar de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino y cuando te acuestes y cuando te levantes.” (DEUTERONOMIO 6:6, 7)

LOS padres quizás se sientan abrumados por la responsabilidad de enseñar a sus hijos. Y cuando buscan orientación, la enorme cantidad de consejos sobre el tema puede confundirlos todavía más. Parientes y amigos no dudan en dar sus recomendaciones, y libros, revistas y sitios de Internet ofrecen un continuo torrente de consejos, a veces contradictorios.

En contraste, la Biblia no solo da buenos consejos sobre qué enseñar a los hijos, sino que también dice cómo hacerlo. De los versículos citados arriba se desprende que los padres tienen que ingeniárselas para hablarles de Dios todos los días. En este artículo veremos cuatro sugerencias fundadas en la Biblia que han ayudado a miles de padres.

1. Utilicen la creación. El apóstol Pablo escribió: “Las cualidades invisibles de [Dios] se ven claramente desde la creación del mundo en adelante, porque se perciben por las cosas hechas, hasta su poder sempiterno y Divinidad” (Romanos 1:20). Los padres pueden ayudar a sus hijos a ver a Dios como un ser real observando con ellos las cosas creadas y animándolos a pensar en las cualidades divinas que estas revelan.

Jesús empleó esta técnica para enseñar a sus discípulos. Por ejemplo, les dijo: “Observen atentamente las aves del cielo, porque ellas no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; no obstante, su Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes más que ellas?” (Mateo 6:26). De esta manera, Jesús les resaltó a sus discípulos el amor y la compasión de Jehová, y además los hizo pensar en la forma en que Dios manifiesta estas cualidades con sus hijos.

El rey Salomón enseñó una valiosa lección refiriéndose a la sabiduría instintiva que Dios dio a las hormigas. “Vete donde la hormiga, oh perezoso —escribió—; mira sus caminos y hazte sabio. Aunque no tiene comandante, oficial ni gobernante, prepara su alimento aun en el verano; ha recogido su abastecimiento de alimento aun en la siega.” (Proverbios 6:6-8.) De este modo tan sencillo, aquel sabio monarca subrayó la importancia de fijarse metas que valgan la pena y esforzarnos por alcanzarlas.

¿Cómo pueden ustedes, los padres, imitar a Jesús y a Salomón a la hora de enseñar a sus hijos? Primero, pregúntenles qué plantas y animales les llaman la atención. Segundo, busquen información sobre tales creaciones. Y tercero, conversen con ellos sobre lo que estas les enseñan de Dios.

2. Imiten la actitud que Jesús tenía hacia sus oyentes. De toda la gente que ha vivido, nadie ha tenido cosas más importantes que decir que Jesús. Sin embargo, él dedicó gran parte de su tiempo a hacer preguntas, pues le interesaba profundamente lo que pensaban y sentían sus oyentes (Mateo 17:24, 25; Marcos 8:27-29). De igual modo, los padres tienen muchas lecciones valiosas que enseñar a sus hijos, pero para lograr buenos resultados deben imitar a Jesús y animarlos a expresarse con toda libertad.

Ahora bien, ¿y si los hijos se ponen un tanto rebeldes o les cuesta aprender alguna de esas lecciones? Fíjense en cómo trató Jesús a los apóstoles. A veces discutían entre sí y no entendían por qué debían ser humildes. Pero Jesús no perdió la paciencia, y una y otra vez los animó a conducirse con humildad (Marcos 9:33, 34; Lucas 9:46-48; 22:24, 25). Los padres que imitan a Jesús corrigen con paciencia a sus hijos y, si es preciso, les repiten la misma lección hasta que ellos captan toda su importancia. a

3. Enseñen con el ejemplo. Los padres hacen bien en notar lo que el apóstol Pablo escribió a los cristianos que vivían en Roma: “Tú, [...] el que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú, el que predicas: ‘No hurtes’, ¿hurtas?” (Romanos 2:21).

Esta reflexión es muy oportuna, pues los hijos se fijan más en lo que hacen los padres que en lo que dicen. De hecho, quienes predican con el ejemplo tienen más probabilidades de que sus hijos les hagan caso.

4. Comiencen mientras todavía son pequeños. Timoteo, quien fue compañero misionero del apóstol Pablo, tenía muy buena reputación entre quienes lo conocían (Hechos 16:1, 2). Una razón es que “desde la infancia” se le habían enseñado “los santos escritos”. Su madre y su abuela no solo le leían las Escrituras, sino que lo ayudaban a entender las verdades bíblicas (2 Timoteo 1:5; 3:14, 15).

Dónde encontrar ayuda

Los testigos de Jehová han editado varias publicaciones especialmente concebidas para enseñar a los hijos la verdad sobre Dios. Algunas se han redactado pensando en los niños pequeños, y otras promueven la comunicación entre los adolescentes y sus padres. b

Claro está, para hablar de Dios a los hijos, hay que conocer las respuestas a algunas preguntas difíciles que ellos pudieran plantear. Por ejemplo, ¿qué contestaría usted si le preguntaran por qué permite Dios el sufrimiento, qué piensa hacer él con la Tierra o dónde están los muertos? Los testigos de Jehová le enseñarán con mucho gusto las respuestas a estas y otras preguntas, de modo que tanto usted como su familia puedan acercarse a Dios (Santiago 4:8).

[Notas]

a La palabra hebrea que se traduce “inculcar” en Deuteronomio 6:7 conlleva la idea de decir una y otra vez.

b Para los más pequeños, los padres pueden utilizar el libro Aprendamos del Gran Maestro, que se centra en las enseñanzas de Jesucristo, o Mi libro de historias bíblicas, que explica de manera sencilla importantes lecciones de la Palabra de Dios. Con los jóvenes pueden emplear los volúmenes 1 y 2 de la obra Lo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas.