¿Se debe hablar de Dios a los hijos?

¿Se debe hablar de Dios a los hijos?

¿Se debe hablar de Dios a los hijos?

“Tenemos el mínimo de religión suficiente para odiarnos unos a otros, pero no para amarnos.” (JONATHAN SWIFT, ESCRITOR IRLANDÉS)

AUNQUE esta idea se expresó en el siglo XVIII, refleja una opinión muy difundida en nuestro tiempo. De hecho, en ciertos países algunas personas creen que los padres no deberían tener derecho a hablar de Dios a sus hijos. Sostienen que los niños que se crían en familias religiosas están en desventaja.

¿Qué cree usted? ¿Cuál de las siguientes declaraciones le parece más razonable?

● No se debería permitir que los padres hablaran de Dios a sus hijos.

● Los padres han de esperar a que sus hijos crezcan para hablarles de religión.

● Mientras los hijos son pequeños, los padres deben transmitirles sus creencias religiosas. Pero cuando crecen, tienen que animarlos a investigarlas por su cuenta.

● Los hijos han de heredar las creencias de sus padres sin cuestionarlas.

¿Perjudica a los niños la religión?

Ningún buen padre quiere perjudicar a sus hijos. Ahora bien, ¿apoyan los hechos las afirmaciones de quienes se oponen a que los niños aprendan religión? Los investigadores llevan décadas estudiando cómo moldean a los hijos las creencias religiosas de sus padres. ¿A qué conclusiones han llegado?

Pues bien, han descubierto que la religión, lejos de ser una mala influencia, suele tener un efecto positivo en el desarrollo del niño. Según un estudio publicado en 2008 en la revista Social Science Research, “se ha comprobado que la religión refuerza los lazos entre los hijos y sus progenitores, tanto el padre como la madre”. a El informe agregó: “La religión y la espiritualidad parecen ser muy importantes en la vida de muchos niños, y son esenciales para las relaciones familiares”. Observe la similitud entre estos comentarios y lo que dijo Jesucristo: “Felices son los que tienen conciencia de su necesidad espiritual” (Mateo 5:3).

¿Y qué hay de la idea de esperar a que los hijos crezcan para hablarles de Dios y de religión? Sus partidarios pasan por alto el hecho de que la mente de un niño es como una página en blanco. Así pues, los padres tienen dos opciones: o “escriben” en esa página principios morales y creencias que consideran apropiados, o dejan que una avalancha de ideas ajenas inunde la mente y el corazón de sus hijos.

¿Cuál es el secreto?

La historia demuestra que la religión es capaz de alimentar las llamas del prejuicio y el odio. Entonces, ¿cómo pueden los padres impedir que las palabras de Jonathan Swift, citadas arriba, se cumplan en sus hijos? ¿Cómo enseñarles creencias que los motiven a amar al prójimo?

El secreto estriba en las respuestas a estas tres preguntas: 1) ¿qué se les debe enseñar?; 2) ¿quién debe hacerlo?, y 3) ¿cuáles son los mejores métodos para enseñarles?

[Nota]

a En el estudio se recopilaron datos de más de veintiún mil niños de Estados Unidos, así como de sus padres y profesores.