¿Es importante entender bien la Biblia?
Cuando una niña vio que el humo que salía de las chimeneas de una fábrica tenía forma de nubes de algodón, pensó que se trataba de una fábrica de nubes. Una equivocación así de pequeña por parte de un niño puede ser hasta graciosa. Sin embargo, hay equivocaciones que pueden afectar nuestra vida. Por ejemplo, leer mal la etiqueta de un medicamento podría tener graves consecuencias.
Si el malentendido tiene que ver con asuntos espirituales, puede ser aún más serio. Por poner un caso: hubo personas que no entendieron bien unas enseñanzas de Jesús (Juan 6:48-68). Fue una lástima que, en vez de aprender más, rechazaran todo lo que él enseñó.
¿Lee usted la Biblia en busca de guía? Eso es excelente. Pero ¿sabía que mucha gente interpreta mal algunos pasajes cuando la lee? Analicemos tres de los malentendidos más frecuentes.
Algunas personas no entienden bien el mandato “teme al Dios verdadero” (Eclesiastés 12:13). Suponen que se refiere a tenerle un miedo enfermizo. Pero Dios no quiere que las personas que le sirven se sientan así. Él nos dice: “No tengas miedo, porque estoy contigo. No mires por todos lados, porque soy tu Dios. Yo ciertamente te fortificaré. Yo cierta y verdaderamente te ayudaré” (Isaías 41:10). Temer a Dios sencillamente significa admirarlo y tenerle profundo respeto.
Otros lectores malinterpretan estas palabras: “Para todo hay un tiempo señalado, [...] tiempo de nacer y tiempo de morir” (Eclesiastés 3:1, 2). Llegan a la conclusión de que Dios ha fijado el momento exacto en el que cada ser humano morirá. Pero, en realidad, ese pasaje habla del ciclo de la vida y de que la muerte nos espera a todos. La Palabra de Dios también enseña que las decisiones que tomemos influirán en la duración de nuestra vida. Por ejemplo, dice que temer a Dios prolonga la vida (Proverbios 10:27; Salmo 90:10; Isaías 55:3). ¿En qué sentido? Pues bien, el respeto a Dios nos motivará a evitar prácticas dañinas, como el alcoholismo y la inmoralidad sexual (1 Corintios 6:9, 10).
Hay quienes se toman la Biblia al pie de la letra cuando dice que los cielos y la Tierra “están guardados para fuego”; por eso creen que Dios va a destruir nuestro planeta (2 Pedro 3:7). Pero él promete que nunca permitirá que la Tierra sea destruida. Dios “ha fundado la tierra sobre sus lugares establecidos; no se le hará tambalear hasta tiempo indefinido, ni para siempre” (Salmo 104:5; Isaías 45:18). Es este mundo corrupto —el sistema, no el planeta— lo que será destruido para siempre, como si fuera devorado por el fuego. Por otro lado, cuando se habla del cielo en sentido literal, se refiere al que podemos ver, al universo y sus estrellas, o a la morada de Dios. Ninguno de estos cielos será destruido.
¿POR QUÉ SE MALINTERPRETA A VECES LA BIBLIA?
Como muestran los ejemplos anteriores, la gente interpreta mal algunas porciones de la Biblia. ¿Por qué permitiría eso Dios? Alguien podría pensar: “Si Dios lo sabe todo y es el ser más inteligente que existe, ¿por qué no hizo la Biblia de forma que todo el mundo pudiera entenderla fácilmente?”. Veamos tres razones por las que se suele malinterpretar este libro.
La Biblia está diseñada para que la entiendan personas humildes dispuestas a aprender. Jesucristo le dijo a su Padre: “Te alabo públicamente, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido cuidadosamente estas cosas de los sabios e intelectuales y las has revelado a los pequeñuelos” (Lucas 10:21). La Biblia fue escrita de forma que solo pudieran entender su mensaje quienes tuvieran la actitud correcta. Los “sabios e intelectuales”, que suelen ser orgullosos, tienden a malinterpretarla. Pero las personas que la leen con una actitud humilde y con el deseo de aprender —como los “pequeñuelos”— tienen la recompensa de comprender mejor el mensaje de Dios. Sin duda, Dios diseñó la Biblia de manera magistral.
La Biblia es para quienes desean de corazón que Dios los ayude a entenderla. Jesús dijo que las personas necesitarían ayuda para entender bien sus enseñanzas. Pero ¿cómo la recibirían? “El ayudante, el espíritu santo, que el Padre enviará en mi nombre, ese les enseñará todas las cosas”, explicó Jesús (Juan 14:26). De modo que Dios proporciona su espíritu santo —es decir, su poderosa fuerza activa— para ayudar a la gente a entender lo que dice la Biblia. Sin embargo, no les da su espíritu a quienes no confían en su ayuda, y por eso la Biblia no les resulta fácil de entender. El espíritu santo también hace que cristianos con más conocimiento vengan en auxilio de quienes desean tener mayor comprensión (Hechos 8:26-35).
Hay algunos pasajes de la Biblia que los seres humanos solo entienden cuando llega el momento adecuado. Por ejemplo, al profeta Daniel se le mandó escribir un mensaje para el futuro. Un ángel le dijo: “Daniel, haz secretas las palabras y sella el libro, hasta el tiempo del fin”. A lo largo de los siglos, muchas personas han leído el libro bíblico de Daniel, pero sin lograr entenderlo. De hecho, ni siquiera el propio Daniel entendió todo lo que había escrito, por lo que reconoció humilde: “Oí, pero no pude entender”. Con el tiempo, la gente llegaría a entender correctamente la profecía que Dios le había dado, pero sería en el período de la historia que Dios escogiera. El ángel le explicó: “Anda, Daniel, porque las palabras quedan secretas y selladas hasta el tiempo del fin”. ¿Quiénes las entenderían? “Ningún inicuo entenderá; pero los que tengan perspicacia entenderán” (Daniel 12:4, 8-10). Así que Dios no revela el significado de algunos pasajes bíblicos hasta que llega el momento justo.
¿Hemos malinterpretado la Biblia alguna vez los testigos de Jehová porque no era el momento adecuado? Sí. Pero al llegar el tiempo de Dios para aclarar ciertos temas, ajustamos nuestro entendimiento de inmediato. Creemos que así imitamos a los apóstoles de Jesús, que fueron humildes y modificaron su manera de pensar cuando él les hizo ver que estaban equivocados (Hechos 1:6, 7).
Sin duda, la ocurrencia de aquella niña sobre el origen de las nubes fue una simple confusión. Ahora bien, lo que enseña la Biblia es trascendental para cada uno de nosotros, y su mensaje es demasiado importante como para intentar entenderlo leyéndola por nuestra cuenta. Así que lo animamos a que busque ayuda para entender lo que lee. Busque a quienes estudian la Biblia con una actitud humilde, confían en la guía del espíritu santo de Dios para entenderla y están convencidos de que vivimos en un punto de la historia en el que Dios quiere que entendamos su mensaje como nunca antes. Si lo desea, hable con los testigos de Jehová o lea el fruto de su cuidadosa investigación, que aparece publicado en el sitio de Internet jw.org. La Biblia promete: “Si, además, clamas por el entendimiento [...,] hallarás el mismísimo conocimiento de Dios” (Proverbios 2:3-5).
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