LOS JÓVENES PREGUNTAN
¿Qué hago si estoy deprimido?
Estas sugerencias te ayudarán a sentirte mejor.
¿Tú qué harías?
Piensa en las siguientes situaciones:
Ya nada hace feliz a Jennifer. Está todo el día llorando sin saber por qué. No quiere estar con nadie y apenas come. Tampoco duerme bien y le cuesta concentrarse. No sabe lo que le pasa y se pregunta si volverá a ser la misma de antes.
Mark era un estudiante ejemplar, pero desde hace un tiempo odia ir a la escuela y sus calificaciones han bajado muchísimo. Aunque antes le encantaba hacer deporte, ahora no tiene ganas. Sus amigos no entienden lo que le pasa. Y sus padres están preocupados. Se preguntan si se le pasará pronto o si será un problema más serio.
¿Te sientes como Jennifer o Mark? Si es así, ¿qué puedes hacer? Tienes dos opciones:
Intentar solucionar el problema por tu cuenta.
Hablar con un adulto de confianza.
Quizá te parezca más fácil la opción A, especialmente si no quieres hablar del asunto. Pero ¿será eso lo más conveniente? La Biblia dice: “Mejores son dos que uno, porque [...] si uno de ellos cae, el otro puede levantar a su socio. Pero ¿cómo le irá al que está solo y cae cuando no hay otro que lo levante?” (Eclesiastés 4:9, 10).
Pongamos un ejemplo: Imagínate que andas perdido en un barrio peligroso. Está oscuro y hay gente extraña por la calle. ¿Qué harías? ¿Tratarías de arreglártelas por tu cuenta? ¿No crees que sería mejor avisar a alguien de confianza para que te saque de allí?
La depresión es como ese barrio. De vez en cuando nos dan bajones que se nos pasan en seguida, pero cuando la tristeza no se va, es mejor pedir ayuda.
TEXTO BÍBLICO CLAVE: “El que se aísla [va] [...] contra toda sabiduría práctica” (Proverbios 18:1).
La ventaja de la opción B —hablar con tus padres o con un adulto de confianza— es que puedes aprender de alguien que ha tenido que luchar con sentimientos parecidos.
Tal vez pienses que tus padres no tienen ni idea de lo que es sentirse así. Pero ¿estás seguro de eso? Aunque las situaciones que ellos vivieron en su adolescencia no hayan sido idénticas a las tuyas, es posible que se sintieran igual que tú. Y lo que es más, quizá sepan cómo superar esos sentimientos.
TEXTO BÍBLICO CLAVE: “¿No hay sabiduría entre los de edad y entendimiento en la longitud de días?” (Job 12:12).
¿Cuál es la lección? Si le explicas a uno de tus padres, o a otro adulto de confianza, cómo te sientes, seguro que recibirás buenos consejos.
¿Y si necesitas tratamiento médico?
Si estás triste todos los días, quizá tengas depresión grave o algún otro problema médico y necesites la ayuda de un profesional.
Es fácil confundir los síntomas de la depresión grave con los cambios de humor típicos de la adolescencia. Pero, en el caso de la depresión, esos síntomas son más intensos y duran mucho tiempo. Así que si tu tristeza es muy profunda y no se va, habla con tus padres para que te lleven al médico.
TEXTO BÍBLICO CLAVE: “Las personas en salud no necesitan médico, pero los enfermizos [o los enfermos] sí” (Mateo 9:12).
Si un profesional de la salud te dice que tienes depresión grave, no tienes por qué avergonzarte. La depresión afecta a muchos jóvenes, y además se puede curar. También puedes estar seguro de que los buenos amigos no pensarán mal de ti.
Sugerencia: Ten paciencia. Salir de una depresión toma tiempo, y es normal que tengas tus días buenos y tus días malos. a
Cómo sentirte mejor
Tanto si necesitas ayuda médica como si no, hay algunas cosas que puedes hacer para superar la tristeza. Por ejemplo, comer bien, dormir lo suficiente y hacer ejercicio puede ayudarte a controlar tus emociones (Eclesiastés 4:6; 1 Timoteo 4:8). También puede ser útil tener un diario en el que escribas tus sentimientos, tus esfuerzos por curarte, tus recaídas y tus logros.
Sea que estés sufriendo de depresión grave o que estés pasando por un período difícil, recuerda: puedes hacerle frente a la tristeza si aceptas la ayuda de otros y tomas medidas para sentirte mejor.
Textos bíblicos que te pueden ayudar
“Jehová está cerca de los que están quebrantados de corazón; y salva a los que están aplastados en espíritu” (Salmo 34:18).
“Arroja tu carga sobre Jehová [...], y él mismo te sustentará. Nunca permitirá que tambalee el justo” (Salmo 55:22).
“Yo, Jehová tu Dios, tengo agarrada tu diestra, Aquel que te dice: ‘No tengas miedo. Yo mismo ciertamente te ayudaré’” (Isaías 41:13).
“Nunca se inquieten acerca del día siguiente” (Mateo 6:34).
“Dense a conocer sus peticiones a Dios; y la paz de Dios que supera a todo pensamiento guardará sus corazones” (Filipenses 4:6, 7).
a Si llegas a pensar en quitarte la vida, pídele ayuda de inmediato a un adulto en quien confíes. En la serie de cuatro artículos titulada “¿Vale la pena vivir?” de la revista ¡Despertad! de abril de 2014 hallarás más información.
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