Los eruditos cuentan con suficientes pruebas de que Jesús existió. Cierta enciclopedia comentó lo siguiente sobre las referencias históricas procedentes de los siglos I y II sobre Jesús y los primeros cristianos: “Estos relatos independientes demuestran que en la antigüedad ni siquiera los opositores del cristianismo dudaron de la historicidad de Jesús, que comenzó a ponerse en tela de juicio, sin base alguna, a finales del siglo XVIII, a lo largo del XIX y a principios del XX” (Encyclopædia Britannica, edición de 2002).
En 2006, el libro Jesús y la arqueología señaló: “Ningún especialista serio cuestiona hoy en día la existencia de un judío llamado Jesús hijo de José; admiten muy gustosos que actualmente sabemos una cantidad considerable de cosas acerca de lo que hizo y de sus enseñanzas básicas”.
La Biblia presenta a Jesús como alguien que realmente existió. Proporciona los nombres de sus antepasados y de su familia inmediata (Mateo 1:1; 13:55). También suministra los nombres de conocidos gobernantes que vivieron en la misma época que él (Lucas 3:1, 2). Tales detalles permiten a los investigadores corroborar la autenticidad del relato bíblico.