Le podemos pedir cualquier cosa que esté en armonía con las normas divinas que enseña la Biblia. “No importa qué sea lo que pidamos conforme a su voluntad, él nos oye”, afirman las Escrituras (1 Juan 5:14). Entre otras cosas, uno puede contarle sus preocupaciones. La Biblia nos invita a desahogarnos con él, pues dice: “Delante de él derramen ustedes su corazón” (Salmo 62:8).