El labrador no podía distraerse mirando atrás si quería hacer rectos los surcos. Los cristianos tampoco debemos permitir que las cosas del mundo que dejamos atrás nos distraigan (Flp 3:13).
Cuando afrontamos problemas, es fácil echar de menos los viejos tiempos y quizás pensar en cómo era nuestra vida antes de conocer a Jehová. Al hacerlo, con frecuencia exageramos los buenos recuerdos y minimizamos los malos. Eso fue lo que hicieron los israelitas después de salir de Egipto (Nú 11:5, 6). Si pensamos demasiado en el pasado, podríamos sentirnos tentados a volver a nuestra vida anterior. Es mucho mejor pensar en las bendiciones que tenemos ahora y no perder de vista las que tendremos bajo el Reino (2Co 4:16-18).