Sigamos el ejemplo de los amigos de Jehová
“[La amistad íntima] con Jehová pertenece a los que le temen” (SAL. 25:14).
1-3. a) ¿Por qué sabemos que podemos ser amigos de Dios? b) ¿De quiénes hablaremos en este artículo?
ABRAHÁN es el único hombre al que la Biblia llama amigo de Dios (2 Crón. 20:7, nota; Is. 41:8; Sant. 2:23). ¿Qué quiere decir eso? ¿Que ninguna otra persona en la historia ha tenido una amistad con el Creador? No. Las Escrituras muestran que cualquiera de nosotros puede llegar a ser amigo de Jehová.
2 En la Palabra de Dios hay muchas historias de hombres y mujeres que tuvieron temor de Jehová, pusieron fe en él y llegaron a ser sus amigos íntimos (lea Salmo 25:14). El apóstol Pablo habló de una gran “nube de testigos” compuesta de toda clase de personas que sin duda disfrutaron de una relación muy cercana con Dios (Heb. 12:1).
3 ¿Por qué no analizamos el ejemplo de tres buenos amigos de Jehová? Hablemos de 1) Rut, la joven y leal viuda de Moab, 2) Ezequías, el fiel rey de Judá y 3) María, la humilde madre de Jesús. ¿Cómo lograron ser tan buenos amigos del Creador? ¿Qué podemos aprender de ellos?
ACTUÓ CON AMOR LEAL
4, 5. a) ¿Qué difícil decisión tenía que tomar Rut? b) ¿Por qué era una decisión tan difícil? (Vea la ilustración del principio).
4 Tres mujeres recorren a pie un camino que cruza las llanuras de Moab. Se trata de Noemí y sus nueras, Rut y Orpá. Las tres son viudas. Sin embargo, Orpá decide dar media vuelta y regresar al lugar del que salió, Moab. Noemí, en cambio, está decidida a seguir hasta llegar a Israel, su tierra natal. ¿Qué hará Rut? ¿Volverá a su hogar y a su familia, igual que Orpá, o irá con su suegra a la ciudad de Belén? Esta es probablemente la decisión más importante de su vida (Rut 1:1-8, 14).
5 Ella pudo haber pensado que lo mejor era regresar a Moab. Al fin y al cabo, allí estaban sus familiares y ellos podrían cuidar de ella. Además, esa era su tierra; ya conocía la cultura, el idioma y la gente. Noemí no podía ofrecerle ninguna de esas ventajas en Belén. Es más, le dijo que se quedara en Moab, pues no sabía si podría conseguir casa o un esposo para ella y su cuñada. Orpá decidió regresar “a su pueblo y a sus dioses” (Rut 1:9-15). ¿Haría lo mismo Rut? No.
6. a) ¿Qué buena decisión tomó Rut? b) ¿Por qué dijo Boaz que Rut buscó refugio bajo las “alas” de Jehová?
6 Rut conocía a Jehová, ya fuera gracias a su difunto esposo o a su suegra. Ella sabía que él no era como los dioses de Moab y que merecía su amor y su adoración. Pero no bastaba con saberlo; había que tomar una decisión, y Rut tomó la más inteligente: servir a Jehová. “Tu pueblo será mi pueblo —le dijo a Noemí—, y tu Dios [será] mi Dios” (Rut 1:16). El amor de Rut por Noemí es muy conmovedor, pero más conmovedor aún es su amor por Dios. Tiempo después, un hombre importante de Belén llamado Boaz la felicitó por buscar refugio bajo las “alas” de Jehová (lea Rut 2:12). Puede que esta imagen nos haga pensar en una poderosa ave y en su polluelo, escondido bajo sus alas (Sal. 36:7; 91:1-4). Jehová fue esa clase de padre para Rut. Él la recompensó por su fe, y ella nunca se arrepintió de la decisión que tomó.
7. ¿Qué puede ayudar a los que no se deciden a dedicarle su vida a Jehová?
7 Hoy día hay muchas personas que conocen a Jehová, pero no se han decidido a buscar refugio bajo sus alas. No terminan de dar el paso de dedicarse y bautizarse. Si usted es una de ellas, esta es una buena oportunidad para preguntarse qué lo está deteniendo. Recuerde: todo el mundo sirve a un dios o a otro (Jos. 24:15). ¿Por qué no servir al único Dios que lo merece? Dedicarse a Jehová es una excelente manera de demostrar que confía en él. Seguramente encontrará dificultades en el camino, pero no estará solo: él lo ayudará a superarlas por graves que sean. Eso es lo que hizo con Rut.
FUE FIEL A JEHOVÁ A PESAR DE SU TERRIBLE INFANCIA
8. ¿Qué cosas vivió Ezequías cuando era niño?
8 Ezequías no nació en un pueblo pagano, como Rut, sino en una nación dedicada a Jehová. Lamentablemente, muchos israelitas eran infieles a Dios. Uno de ellos era su padre, el malvado rey Acaz, quien convenció al pueblo de que adorara a dioses falsos, trató con falta de respeto el templo de Jerusalén y quemó vivos a algunos de sus hijos para ofrecerlos a un dios pagano. ¡Qué muerte tan horrible sufrieron los hermanos de Ezequías! ¿Se imagina lo que tuvo que vivir de niño? (2 Rey. 16:2-4, 10-17; 2 Crón. 28:1-3).
9, 10. a) ¿Por qué podría haberse amargado Ezequías? b) ¿Por qué nunca debemos enojarnos con Jehová? c) ¿Por qué no debemos pensar que son nuestros padres los que deciden si seremos buenas o malas personas?
9 Ezequías fácilmente pudo haberse amargado o pudo haberse enojado con Jehová. En nuestros días hay cristianos que por problemas mucho menores se han enfurecido con Jehová o su organización (Prov. 19:3). Por otro lado, hay personas que han tenido una infancia muy difícil y creen que están condenadas a vivir una vida de sufrimiento o a repetir los errores de sus padres (Ezeq. 18:2, 3). Pero ¿tienen razón?
10 Por supuesto que no. Así lo demuestra el caso de Ezequías. No hay ninguna razón válida para enojarse con Jehová, pues él no es el culpable de los sufrimientos que vive la gente en este mundo malvado (Job 34:10). Además, es cierto que los padres influyen de manera poderosa en sus hijos, sea para bien o para mal (Prov. 22:6; Col. 3:21). Pero eso no significa que nuestro futuro dependa de lo que hayan hecho nuestros padres. Jehová nos ha dado a todos un hermoso regalo: la capacidad de decidir por nosotros mismos la clase de persona que seremos y lo que haremos con nuestra vida (Deut. 30:19). ¿Cómo usó Ezequías ese regalo?
11. ¿Por qué fue Ezequías uno de los mejores reyes de Judá?
11 Aunque su padre fue uno de los peores reyes de Judá, Ezequías fue uno de los mejores (lea 2 Reyes 18:5, 6). En vez de seguir los pasos de Acaz, prefirió escuchar a personas que fueron una buena influencia para él. Isaías, Miqueas y Oseas vivieron en aquella época. Es fácil imaginarse al rey prestando atención a los mensajes de estos profetas, haciendo todo lo posible por aceptar los consejos y la disciplina de Jehová. Lo que aprendió lo impulsó a corregir los graves errores que cometió su padre. Limpió el templo, le pidió a Jehová que perdonara los pecados del pueblo y dirigió una campaña para destruir los ídolos del país (2 Crón. 29:1-11, 18-24; 31:1). Cuando Senaquerib, el rey de Asiria, amenazó con atacar la ciudad de Jerusalén, Ezequías tuvo gran fe y fue muy valiente. Confió en que Jehová los salvaría y animó al pueblo con sus palabras y ejemplo (2 Crón. 32:7, 8). Luego, en una ocasión en la que Jehová lo disciplinó por actuar con orgullo, se arrepintió y cambió de actitud (2 Crón. 32:24-26). No permitió que su pasado arruinara su futuro. Más bien fue un buen amigo de Dios y nos dejó a todos un excelente ejemplo.
12. Como Ezequías, ¿qué han hecho muchos siervos de Dios?
12 En este mundo en el que abundan las personas crueles y sin amor, muchos niños crecen sin padres que los quieran y los protejan (2 Tim. 3:1-5). A algunos cristianos les ha pasado eso, pero aun así han logrado tener una amistad cercana con Jehová. Su caso demuestra que el pasado de una persona no tiene por qué arruinar su futuro. Dios nos ha dado la libertad de elegir, y podemos usar esa libertad para acercarnos a él, serle fieles y darle gloria. Eso fue lo que hizo Ezequías.
“¡MIRA! ¡LA ESCLAVA DE JEHOVÁ!”
13, 14. a) ¿Qué cosas podían preocupar a María? b) ¿Qué le respondió María al ángel Gabriel?
13 Siglos después de Ezequías, una humilde joven judía de Nazaret llegó a tener una amistad muy especial con Jehová. Se llamaba María y recibió una asignación única: concebir, dar a luz y criar al mismísimo Hijo de Dios. ¡Cuánta confianza debió de haber tenido Jehová en ella! ¿Cómo reaccionó María al enterarse de lo que Dios quería que hiciera?
14 Cuando pensamos en el gran honor que recibió, es fácil olvidar que había muchas cosas que podían preocuparla. El ángel Gabriel le dijo que quedaría embarazada de manera milagrosa, sin tener relaciones con ningún hombre. Pero en ningún momento le ofreció ir a explicarles la situación a sus familiares y vecinos. ¿Qué pensarían al enterarse? De seguro a María también le preocupaba su prometido, José. ¿Cómo lo convencería de que no le había sido infiel? ¡Y vaya responsabilidad la de educar y cuidar al Hijo de Dios! No sabemos todo lo que pasó por la mente de la joven mientras Gabriel hablaba con ella. Lo que sí sabemos es lo que respondió: “¡Mira! ¡La esclava de Jehová! Efectúese conmigo según tu declaración” (Luc. 1:26-38).
15. ¿Por qué tenía María tanta fe?
15 No cabe duda de que la fe de María era extraordinaria. Estuvo dispuesta a hacer lo mismo que una esclava: obedecer en todo a su amo. Confió en que Jehová, su Amo, se encargaría de cuidarla y guiarla. Pero no olvidemos que nadie nace con una fe así de fuerte. Es necesario esforzarse y tener la bendición de Dios (Gál. 5:22; Efes. 2:8). Eso fue lo que hizo María: se esforzó mucho, como lo demuestran su manera de escuchar y las cosas que dijo. Veamos.
16. ¿Por qué sabemos que María siempre escuchaba con atención?
16 Su manera de escuchar. La Biblia aconseja que estemos listos para oír, pero que seamos lentos para hablar (Sant. 1:19). El evangelio de Lucas muestra que María era así, que sabía escuchar. Ella prestaba mucha atención a las cosas que aprendía acerca de Dios y dedicaba tiempo a meditar en ellas. Por ejemplo, cuando nació su hijo, unos pastores le dieron un mensaje que habían recibido de un ángel. Doce años más tarde, Jesús dijo unas palabras muy profundas que la dejaron asombrada. En ambas ocasiones, María escuchó con cuidado, guardó esas palabras en su corazón y meditó en ellas (lea Lucas 2:16-19, 49, 51).
17. Al fijarnos en las cosas de las que hablaba María, ¿qué aprendemos sobre ella?
17 Las cosas que dijo. En la Biblia aparecen muy pocas palabras de María. Su intervención más larga está en Lucas 1:46-55. Lo que dijo demuestra que conocía muy bien la Palabra de Dios. De hecho, sus palabras son muy parecidas a las que dijo la madre del profeta Samuel, Ana (1 Sam. 2:1-10). Además, se calcula que hizo unas veinte referencias a las Escrituras. María había aprendido muchas cosas valiosas sobre su Amigo, Jehová, cosas que guardaba como un tesoro en su corazón. Y como vemos le gustaba mucho hablar de ellas.
18. ¿Cómo podemos seguir el ejemplo de fe de María?
18 Si alguna vez Jehová nos da una asignación que nos parece muy difícil, hagamos lo mismo que María: aceptémosla con humildad y confiemos en que él nos dará la ayuda que necesitemos para cumplirla. Sigamos el ejemplo de esta fiel mujer; escuchemos con atención las cosas que nos enseña Dios y meditemos en ellas. Además, hagamos todo lo posible por hablar de ellas con la gente (Sal. 77:11, 12; Luc. 8:18; Rom. 10:15).
19. Si seguimos el ejemplo de los amigos de Jehová, ¿qué honor tendremos?
19 Rut, Ezequías y María fueron muy buenos amigos de Jehová, igual que Abrahán. Ellos, así como los siervos de Dios que forman parte de la gran “nube de testigos”, consiguieron la maravillosa amistad del Creador. También la han conseguido los muchos cristianos que han servido a Jehová a lo largo de la historia. ¡Qué excelentes ejemplos de fe para nosotros! (Heb. 6:11, 12). Si nos esforzamos por parecernos a ellos, recibiremos el más grande de los honores: ser amigos de Jehová para siempre.
LA ATALAYA (EDICIÓN DE ESTUDIO)