ARTÍCULO KSEEDIRHA 11
WUÍLA 129 Servimos con aguante
Ku gdelho lataj bi yozua lue’ zito’ ki Jeobá
«Chi bzuebreajelo nia’ ki lawa’» (APOC. 2:3).
TEMA
Este artículo nos ayudará a no darnos por vencidos y seguir sirviendo a Jehová a pesar de las decepciones.
1. Kanho bi banheza chi uxhirha tan zuarha lo yechhi ki Jeobá.
¡QUÉ maravilla ser parte de la organización de Jehová! Aunque en estos últimos días la vida va de mal en peor, gracias a Jehová contamos con una familia espiritual unida (Sal. 133:1). La guía que Dios nos da nos ayuda a tener familias felices (Efes. 5:33-6:1). Y él también nos da la sabiduría que necesitamos para luchar contra los sentimientos negativos y ser felices.
2. Bí rkin gonrha lhen bixhkie’.
2 Aun así, para no rendirnos en nuestro servicio a Jehová, a veces hay que hacer grandes esfuerzos. ¿Por qué? Porque las cosas que hacen y dicen otros nos pueden ofender. También podríamos desanimarnos cuando cometemos errores, sobre todo si cometemos los mismos una y otra vez. Este artículo nos ayudará a seguir sirviendo a Jehová en estas situaciones: 1) cuando un hermano nos ofende, 2) cuando nuestro esposo o esposa nos decepciona y 3) cuando nos sentimos decepcionados con nosotros mismos. En cada caso veremos qué podemos aprender de un personaje bíblico.
KATI’ TO BENE’ BICHIRHA BÍ RHONHE KIERHA
3. Bí tazeedi rhatzaga bene’ rhonke chhin ki Jeobá.
3 El problema. Siendo realistas, hay hermanos que harán cosas que nos saquen de quicio. Otros tal vez nos decepcionen o nos traten de manera desconsiderada. A veces, los ancianos también cometen errores. Todo esto puede hacer que algunos duden de que esta sea la organización de Dios. En vez de seguir sirviendo a Jehová “hombro a hombro” junto a sus hermanos, quizás decidan dejar de hablarles a los que los ofendieron o incluso dejar de ir a las reuniones (Sof. 3:9). ¿Es esa una buena decisión? Veamos qué podemos aprender de un personaje bíblico que pasó por situaciones parecidas.
4. Bí tazeedi yatzaga apóstol Pablo.
4 El personaje bíblico. El apóstol Pablo era consciente de que sus hermanos eran imperfectos. Por ejemplo, cuando empezó a asistir a la congregación de Jerusalén, muchos allí desconfiaban de él y le tenían miedo (Hech. 9:26). Más tarde, algunos hablaron mal de él a sus espaldas (2 Cor. 10:10). Luego, Pablo vio a un hermano maduro tomar una mala decisión que pudo haber hecho tropezar a otros cristianos (Gál. 2:11, 12). También se llevó una gran desilusión con Marcos, uno de sus principales compañeros (Hech. 15:37, 38). Pablo pudo haber pensado que tenía sobradas razones para dejar de relacionarse con los hermanos que lo ofendieron. Pero, en vez de dejar que todo eso lo alejara de Jehová, mantuvo una actitud positiva hacia ellos y siguió sirviéndole fielmente. ¿Qué lo ayudó?
5. Bí bhen yodarhi apóstol Pablo na ku yezuague zito’ ki ka bene’ bichigue. (Colosenses 3:13, 14) (Lhezekan byo dibujo).
5 Pablo amaba tanto a sus hermanos que no se concentró en sus imperfecciones, sino en sus bonitas cualidades. El amor también lo ayudó a perdonar, tal como recomendó en Colosenses 3:13, 14 (léalo). Por ejemplo, ¿arregló las cosas con Marcos? Pues sí. Aunque Marcos lo abandonó durante su primer viaje misional, Pablo no se quedó enojado con él. Más tarde, escribió una afectuosa carta a la congregación de Colosas en la que dijo que Marcos era muy valioso y “una fuente de gran consuelo” (Col. 4:10, 11). Además, mientras estuvo preso en Roma, pidió que Marcos fuera a ayudarlo (2 Tim. 4:11). Está claro que Pablo no dio por perdidos a sus hermanos. ¿Qué nos enseña su ejemplo?
6, 7. Bi gon rhoo yodarhi gluethesrha yelarheke lhen ka bene’ bichirha nikalha nakake’ bene’ dolaxhguia. (1 Juan 4:7).
6 La lección. Jehová desea que sigamos mostrando amor a nuestros hermanos y hermanas (lea 1 Juan 4:7). Si alguien de la congregación nos trató de una forma poco cristiana, podemos darle el beneficio de la duda. Pensemos que lo hizo sin mala intención y que se está esforzando por hacer lo correcto (Prov. 12:18). A pesar de nuestras imperfecciones, Jehová nos quiere mucho. No nos da la espalda cuando cometemos errores ni se queda resentido (Sal. 103:9). Es muy importante que imitemos a nuestro Padre y perdonemos a los demás (Efes. 4:32-5:1).
7 Además, no debemos olvidar que, como el fin está tan cerca, debemos mantenernos muy unidos a nuestros hermanos. Es de esperar que enfrentemos más persecución, y puede que incluso acabemos en la cárcel. En esos momentos, necesitaremos a nuestros hermanos más que nunca (Prov. 17:17). Algo así le pasó a un anciano de España llamado Josep. a Debido a su neutralidad, lo metieron en prisión junto con otros hermanos. Cuenta: “Como no teníamos privacidad, era muy fácil irritarse con los hermanos. Así que teníamos que soportarnos unos a otros y perdonarnos con generosidad. Eso nos ayudó a mantenernos unidos y a protegernos unos a otros de los presos que no eran Testigos. Recuerdo una ocasión en la que me hice daño en un brazo y lo tenía vendado e inmovilizado. Como no podía valerme por mí mismo, un hermano me lavaba la ropa y me ayudaba de otras maneras prácticas. Vi lo que era el amor de verdad cuando más lo necesité”. ¡Qué importante es que resolvamos desde ya cualquier problema con nuestros hermanos!
KATI’ BENE’ KIERHA O NIGOLHA KIERHA RZUAYEECHIKE RHOO
8. Bí tazeedi rhatzaga ka bene’ notzaganaake.
8 El problema. Todos los matrimonios “tendrán dificultades en la vida”, tal como indica con franqueza la Biblia (1 Cor. 7:28). ¿Por qué? Porque tanto el esposo como la esposa son imperfectos. Además, tienen personalidades y gustos diferentes. Puede que vengan de otras culturas o tengan antecedentes muy distintos. Y, con el tiempo, tal vez salgan a la luz ciertos defectos que pasaron desapercibidos durante el noviazgo. Todo esto puede hacer que la relación se vuelva tensa. En vez de reconocer que los dos se equivocan y trabajar en equipo para resolver los problemas, quizás se echen la culpa mutuamente o incluso piensen que la solución es separarse o divorciarse. ¿Pero será eso lo mejor? b Veamos un personaje bíblico que no se rindió pese a tener muchas dificultades en su matrimonio.
9. Bí tazeedi yatzaga Abigaíl.
9 El personaje bíblico. Abigaíl estaba casada con Nabal, un hombre que según la Biblia era áspero y hacía cosas malas (1 Sam. 25:3). Seguro que era difícil vivir con alguien así. Un día, a Abigaíl se le presentó la oportunidad de escaparse fácilmente de su matrimonio. Resulta que David, el futuro rey de Israel, quería matar a Nabal por haberlos insultado a él y a sus hombres (1 Sam. 25:9-13). Abigaíl pudo haber huido y dejado que David llevara a cabo su plan. Pero en vez de eso convenció a David de que le perdonara la vida a Nabal (1 Sam. 25:23-27). ¿Qué la motivó?
10. Bixhkie’ Abigaíl ku gotilhachhigue nikalha udape tazeen tazeedi lhen bene’ kie’.
10 Abigaíl amaba a Jehová, y para ella lo que él opinaba sobre el matrimonio era muy importante. De seguro sabía lo que Jehová dijo cuando unió a Adán y a Eva en matrimonio (Gén. 2:24). Abigaíl tenía muy claro que a los ojos de Dios el matrimonio es una unión sagrada. Sin duda, su deseo de agradar a Dios la motivó a salvar a su esposo y a todos los de su casa. Para evitar que David matara a Nabal, actuó rápidamente y estuvo dispuesta a pedir disculpas por una ofensa que no había cometido. Seguramente Jehová amaba mucho a esta mujer tan valiente y sacrificada. ¿Qué pueden aprender de Abigaíl tanto las esposas como los esposos? Veamos.
11. (a) Bi rheenhe Jeobá gon ka bene’ notzaganaake. (Efesios 5:33). (b) Bi ryeedielho ka’ bhen Carmen. (Lhezekan byo ka imagen).
11 La lección. Jehová desea que quienes están casados respeten el matrimonio, incluso si su esposo o su esposa tiene una personalidad difícil. Dios de seguro se siente muy contento cuando ve que los matrimonios se esfuerzan al máximo por solucionar los problemas y por tratarse con mucho amor y respeto (lea Efesios 5:33). Veamos el ejemplo de Carmen. Llevaba unos seis años casada cuando empezó a estudiar la Biblia con los Testigos y se bautizó. Ella cuenta: “A mi esposo no le gustó nada mi decisión. Se puso celoso de Jehová, me insultaba y me amenazaba con irse de la casa”. Aun así, Carmen no se rindió. Durante 50 años hizo todo lo que pudo por tratar a su esposo con amor y respeto. Añade: “Con los años aprendí a entender mejor a mi esposo y a hablarle con cariño. Sabía que el matrimonio es sagrado para Jehová. Así que hice todo cuanto pude por salvarlo. Mi amor por Jehová me ayudó a no rendirme nunca”. c Si surgen dificultades en su matrimonio, puede estar seguro de que Jehová lo apoyará y lo ayudará a perseverar.
KATI’ RHONRHA TA RZUAYEECHI’ RHOO
12. Náka’ rhaka kierha kati’ rgoorha to dolaxhguia xhen.
12 El problema. Tal vez nos veamos como un caso perdido si cometemos un pecado grave. La Biblia reconoce que nuestros pecados nos pueden dejar con “un corazón destrozado y aplastado” (Sal. 51:17). Eso fue lo que le pasó a Robert, un hermano que se había esforzado durante años para llegar a ser siervo ministerial. Cometió un pecado grave y supo que había traicionado a Jehová. Él dice: “Me sentí terriblemente culpable, como si me hubieran caído encima un millón de ladrillos. Después se me revolvió el estómago, empecé a llorar y le oré a Jehová. Recuerdo que pensé que Dios nunca me volvería a escuchar. A fin de cuentas, lo había decepcionado”. Si cometemos un pecado grave, quizás nuestro corazón destrozado nos haga creer que Jehová nos ha abandonado y que ya no vale la pena seguir sirviéndole (Sal. 38:4). ¿Se ha sentido así alguna vez? En ese caso, lo ayudará el ejemplo de un fiel siervo de Jehová que no se alejó de él a pesar de cometer un pecado grave.
13. Bi dolaxhguia xhen ulo’ Pedro lhen nobixhkie’ bchhin bhenhe kan.
13 El personaje bíblico. La noche antes de que ejecutaran a Jesús, el apóstol Pedro cometió una serie de errores que lo llevaron al momento más oscuro de su vida. En primer lugar, aseguró con exceso de confianza que se mantendría fiel incluso si los demás apóstoles abandonaban a Jesús (Mar. 14:27-29). Después, en el jardín de Getsemaní, se quedó dormido una y otra vez (Mar. 14:32, 37-41). Luego, cuando arrestaron a Jesús, lo abandonó (Mar. 14:50). Por último, Pedro negó conocerlo tres veces, incluso con un juramento (Mar. 14:66-71). ¿Cómo reaccionó cuando se dio cuenta de que había cometido un pecado grave? Aplastado por la culpa, se vino abajo y rompió a llorar (Mar. 14:72). ¿Se imagina cómo se sintió cuando unas horas después vio a su amigo Jesús en el madero? Seguro que sintió que era lo peor de lo peor.
14. Bí bhen yodarhi Pedro na ku yezue zito’ lhen Jeobá. (Byo dibujo).
14 Pedro perseveró y no se alejó de Jehová. ¿Qué lo ayudó? No se aisló, sino que buscó la compañía de sus hermanos, que de seguro lo consolaron (Luc. 24:33). Además, una vez que Jesús resucitó, se le apareció a Pedro, probablemente para animarlo (Luc. 24:34; 1 Cor. 15:5). Luego, en vez de echarle en cara a Pedro lo que había hecho, Jesús le dijo a su amigo que recibiría mayores responsabilidades (Juan 21:15-17). Pedro sabía que había cometido un pecado grave, pero no tiró la toalla. ¿Por qué? Porque estaba convencido de que Jesús no lo había dado por perdido, y contaba con el apoyo de sus hermanos. Veamos qué aprendemos de su ejemplo.
15. Bí rheenhe Jeobá uxhenlachhirha. (Salmo 86:5; Romanos 8:38, 39) (Lhezekan byo dibujo).
15 La lección. Jehová quiere que estemos convencidos de que nos ama y de que está dispuesto a perdonarnos (lea Salmo 86:5; Romanos 8:38, 39). Claro, es normal y está bien sentirnos culpables cuando pecamos. Pero jamás debemos pensar que Jehová ha dejado de amarnos y que nunca nos perdonará. Más bien, debemos buscar ayuda enseguida. Robert, de quien hablamos en el párrafo 12, explica: “Lo que me llevó a pecar fue creer que sería capaz de resistir la tentación sin ayuda de nadie”. Vio que necesitaba hablar con los ancianos. Robert cuenta: “Cuando di ese paso, ellos me ayudaron a ver que Jehová me seguía queriendo. Los ancianos no me dieron por perdido. Al contrario, me mostraron que Jehová no me había abandonado”. Al igual que Robert, podemos estar seguros de que Jehová nos ama muchísimo y de que nos perdona si nos arrepentimos de nuestros pecados, buscamos ayuda y nos esforzamos por no cometer el mismo error (1 Juan 1:8, 9). Pensar en que Jehová nos sigue queriendo nos ayudará a no rendirnos si tropezamos o caemos.
16. Bixhkie’ rheenhelho gontheslo chhin ki Jeobá sinka gatilhachhilho.
16 Jehová valora todo lo que hacemos por servirle en estos últimos días tan difíciles. Nos ayudará a no rendirnos y a no alejarnos de él a pesar de las decepciones. Podemos cultivar amor por nuestros hermanos y perdonarlos cuando nos ofenden. Podemos demostrarle a Jehová que lo amamos mucho y que respetamos el matrimonio esforzándonos al máximo por solucionar cualquier problema que surja con nuestro esposo o esposa. Y, si cometemos un pecado grave, podemos buscar la ayuda de Jehová, aceptar su amor y su perdón, y seguir sirviéndole. “Así que no dejemos de hacer lo que está bien”, porque sabemos que Jehová nos bendecirá muchísimo (Gál. 6:9).
BÍ GON RHOO YODARHI GONTHESRHA CHHIN KI JEOBÁ KATI’ RHAKA KANHI . . .
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kati’ to bene’ bichirha bí rhonhe kierha.
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kati’ bene’ kierha o nigolha kierha rzuayeechike rhoo.
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kati’ rhonrha ta rzuayeechi’ rhoo.
WUÍLA 139 ¿Te ves en el nuevo mundo?
a Se han cambiado algunos nombres.
b La Biblia no recomienda la separación y deja claro que quienes se separan no están libres para volver a casarse. Sin embargo, algunos cristianos han pensado en la posibilidad de separarse en ciertas situaciones graves. Vea la nota 4, “La separación”, del libro Disfrute de la vida.
c Encontrará otra experiencia en el video No se deje engañar por la paz de imitación: Darrel y Deborah Freisinger, de jw.org.